Caminar a ciegas

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Acuario y Sagitario sí fueron a hablar con Libra y sí la confrontaron con respecto a sus problemas alimenticios, sin embargo, la situación no salió como hubieran querido. Habían ido a la habitación de ella, tranquilos, pero con aura seria, pues el tema no es sencillo y fácil, y le indicaron que deseaban hablar con ella. Libra pensó primero que se habían metido en problemas, sin embargo, desechó la idea al ver los rostros severos de ambos. Sagitario, directo como siempre, le preguntó si acaso había recaído con sus problemas, dejando a la contraria con un rostro aún más pálido de lo normal. La signo aire negó luego de unos segundos en completo silencio, pero el par no le creyó en lo absoluto. Acuario se vio en la necesidad de intervenir antes de que el signo fuego empezara a hablar más rápido de lo que pensaba. Le pidió a su hermana que fuera, por favor, honesta con ellos porque de verdad estaban, y están, preocupados por su salud tanto física como mental, pero ella siguió insistiendo en que se encontraba, y se encuentra, perfectamente.

Los dos presionaron durante largos minutos para que confesara (el peliplateado cuidó en todo momento que Sagitario no explotara), pero Libra no lo hizo. Notando que el pelinegro ya se encontraba totalmente impaciente sobre la situación, Acuario prefirió ceder ante las negaciones de su hermana para dejar ahí la conversación y poder así retirarse con Sagitario; no quería arriesgarse a que el signo fuego soltara alguna palabra o frase de la cual, posteriormente, se pudiera arrepentir.

Por ello, ahora ambos se encuentran frente a Géminis, en la habitación de éste, llorándole y contándole lo que ha pasado. No saben cómo persuadir a Libra.

—Tranquilos, tranquilos.

Mientras les pide, el rubio deja sobre el caballete el pincel que lleva en la mano derecha y se gira sobre su banco de madera para mirar al par que, por fin, guardan silencio.

—Déjenme pensar en algo. ¿De acuerdo? — suspira—. Veré cómo podemos resolverlo, pero denme un momento.

—¿Seguro? — insiste el signo fuego.

—Sí, seguro. Solo no la fastidien, por favor.

—Está bien.

—No te preocupes— Acuario habla—. Yo cuido que Sagitario no diga nada idiota.

—Eso es imposible.

—Pues tendré que coserte la boca o callarte a besotes, pero de una u otra forma lo evitaré.

—Ah, bueno. Así sí. ¿Quieres que te dejemos solo un rato? —le pregunta Sagitario a Géminis.

—Mh. Yo creo. Sí— una risa suave escapa del mayor—. Me distraen mucho.

—Uy, uy. Que somos una molestia. Que no nos quiere. Que me baño con tenis— de manera dramática, el menor de los tres toma la mano del pelinegro y procede a dirigirse a la salida de la habitación—. Que vaya a comer tierra. Está bien. Bueno. Vámonos, Sagi. Encontraremos a alguien que nos aprecie.

—Sabes que no es...

Pero Acuario no le deja terminar pues en cuestión de segundos ya se ha marchado de la habitación junto a Sagitario que, muy rápidamente, hace una seña al mayor para indicar que le llame en cuanto pueda.

Géminis niega con un movimiento de cabeza y suspira con una sonrisa divertida ante la actitud de su hermano menor. Luego, sus ojos azules como el cielo viajan desde la puerta cerrada hasta el suelo, pasando por los utensilios de pintura que yacen desperdigados sobre varios trozos de periódico que cubren el suelo de madera y, finalmente, se detienen en el lienzo a medio trabajar. Toma nuevamente el pincel, pero no agrega algún trazo más al cuadro.

Permanece quieto y desanimado, perdiendo por completo la concentración de su obra de arte.

"Y, ¿bien?"

Estrellas juntasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora