Considero que la familia es lo más importante que uno pueda tener. Son nuestro soporte, nuestra ancla. Pienso que Piscis y Escorpio son lo que más amo y lo que me entrega fuerzas para continuar día a día con esta tragicomedia que es la vida. Aunque a veces extraño a Moses, pues él fue un padre para mí, no puedo detenerme más de la cuenta en esos pensamientos. Ya resulta difícil hacerlo en tiempos normales, ahora, siendo día de Luna Llena, resulta más complicado.
Preparando la cama para dormir, escucho la puerta de la habitación abrirse y, al girarme, me encuentro con Escorpio y Piscis en el marco de ésta. Ella me mira con algo de pena y rubor en sus mejillas, mientras él finge estar desinteresado, recargado en la puerta con simploneria y los brazos cruzados.
— ¿Qué pasa? — pregunto, mirándolos a ambos de manera consecutiva.
—Ah... Bueno... Nosotros...
—No podemos dormir— concluye Escorpio, terminando con los balbuceos tímidos de la menor.
—Ah. ¿Así que vienen con su querida hermana a dormir? — bromeo de manera exagerada, aleteando las pestañas y viendo como Piscis se encoge en su sitio con complejo—. Saben que no me molesta. Vengan.
Los dos obedecen y se acercan a la cama que ya se encuentra destendida para que podamos recostarnos debajo de las mantas. Espero a que ellos se acomoden en el colchón, uno muy junto al otro, para luego ir hacia el switch y apagar la luz, dejando todo sumido en la oscuridad, por lo que camino a tientas hasta la cama, dando tumbos con mis propios pies hasta topar con el mueble. Me acomodo dentro de las mantas, junto a Piscis, poniéndole una mano sobre su abdomen que sube y baja con su respiración, y colocando mi brazo debajo de mi perfil. Escorpio se encuentra acostado de lado, dando la cara en mi dirección. En una voz tranquila y susurrante, comienzo a cantar la nana que Moses siempre usaba para hacernos dormir. En cuestión de segundos, Piscis se pone a dormitar pacíficamente, a diferencia de mi hermano, que se encuentra con mirada dormilona, pero continua despierto, mirando a la menor de los tres en su pacifico sueño.
— ¿Sigues sin poder dormir? — susurro, logrando que sus ojos se claven en mí.
—Estoy esperando a que te duermas primero— dice, de la misma forma que yo, logrando que su voz suene ronca y más grave de lo que ya es.
Sonrío enternecida y divertida. Escorpio, siempre tan protector, aunque lo niegue de todas las formas posibles. Nadie puede ser más posesivo que él y aunque algunos lo consideran irritante, a mí eso me agrada porque es mi hermano y lo quiero tal y como es.
—Deja el trabajo de velar por sus sueños a los mayores— continúo con tono burlón—. No te preocupes, Escorpio, dormiré cuando estés ya soñando con angelitos.
—Yo no sueño con angelitos.
— ¿Con demonios entonces?
—Sueño con mujerzuelas y juegos de azar.
—Me lo esperaba. No esperaría menos del grandioso Escorpio, rompe corazones.
—Y otras cosas.
—Y cabe mencionar que es modesto.
Le veo sonreír entre la oscuridad gracias a mis ojos acostumbrados a la escasa luz. Me imagino que debe contener una risa para no despertar a Piscis que está tan tranquila entre ambos. Me gusta ver feliz a Escorpio, verlo sonreír me hace sentir alegre. ¿Quién no quiere la felicidad de sus seres queridos para sentirse pleno? Muchos me han dicho que es extraño que me contente por la felicidad de otros, pero creo que es algo que todos deberíamos hacer. Deberíamos ser lo suficiente maduros para ello, pero no. La gente es egoísta. No pueden vivir con el hecho de que otro sea feliz por nada del mundo y eso resulta triste para la humanidad.
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Estrellas juntas
De Todo¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|