Capricornio entra por la puerta corrediza que da hacia el patio trasero, acoplándose en la sala y dejándose caer en el sofá con fatiga. Escorpio ni se inmuta ante su presencia y continua cambiando de canal en la televisión con la vaga esperanza de que pronto encontrará algo que sea digno de su atención. Por otro lado, Tauro está limpiando los trastes usados en la cocina después de haber preparado algunos alimentos.
El castaño comienza a tronarse los nudillos causando sonido y, logrando así, que su mejor amigo le note a su lado. El más alto rueda los ojos con fastidio, sabiendo que el menor está nervioso por lo que está a punto de hacer.
— ¿Te estás acobardando?—cuestiona el escorpión —. Porque le puedo decir a Piscis que eres un marica y ella no tendrá problema.
—No —refuta molesto el menor, lanzándole una mirada de enojo al otro—. Solo espero que todo salga como lo planeé.
—Imposible—comienza a reír el de ojos vino, soltando el control y llevando sus manos al abdomen—. Eres un ridículo.
—Cierra la boca, satánico. Me gusta que todo salga tal y como espero.
—Lo sé. Te encanta tener el control de las cosas. Solo que la vida no se puede controlar como uno quisiese —ambos se miran y el escorpión sonríe fanfarrón, a lo que la cabra le mira con cara desinteresada—. Creí que con tantos años de vida ya habrías entendido.
—Y yo creí que con la caza de brujas dejarías de venderte al diablo, pero parece que ninguno ha tenido razón.
—Ustedes dos—habla Tauro, una vez terminada su labor y secándose las manos con un pañuelo; ambos le miran por encima del respaldo del sofá—. Dejen de pelear, parecen novios.
—Tauro—sonríe sin gracia el chico con perforaciones ante la sonrisa divertida del mayor; coloca el codo sobre el respaldo y le enseña el dedo medio al peli-verde—. Jodete.
Inmediatamente, el escorpión deja escapar una queja de dolor de sus labios cuando Capricornio le golpea en las costillas con fuerza ante tal gesto de su parte. Se lleva una mano al lugar dañado y mira con el ceño fruncido al castaño, quien le regresa el gesto de la misma forma.
Antes de que le pueda reclamar con alguna grosería o algo similar, Tauro interrumpe.
—Tranquilo, Capri —dice el toro, acercándose a la sala junto a los otros dos signos. Le revuelve el cabello al mencionado, quien forma una mueca de insatisfacción; ya no es un niño—. Te irá bien.
El castaño no dice ni hace nada, pero el mayor sabe que agradece las palabras de aliento. Sin más que agregar, el toro se retira escaleras arriba, probablemente a molestar a Aries o a jugar videojuegos con él.
Escorpio se acomoda como antes en el sofá y vuelve a tomar entre sus dedos el control remoto del televisor para continuar con su búsqueda de algún programa interesante. Un silencio se asienta entre ambos, pero, como de costumbre, no es incómodo para ninguno de los dos. No siempre se puede estar riendo y hablando sin parar.
Siendo honestos, Capricornio está nervioso y eso lo deja en claro con su pequeño tic que hace con las manos. Quiere que todo salga bien y a la primera, pues este tipo de cosas es tan difícil como enseñarle a un niño de dos años Física cuántica. ¡No puede! Y aunque es muy seguro de sí mismo, sintiéndose capaz de cualquier cosa que se proponga, esto es tema muy aparte. Los sentimientos son su talón de Aquiles y todos lo saben. Comienza a pensar en que hay fallas en su pequeño plan y eso lo único que logra es angustiarlo cada vez más, hasta que su mente se queda en blanco por completo.
Cuando Capricornio comienza a estresarse de esta manera decide apagar su mente por unos segundos, como si reiniciase una computadora que no deja de trabajar. Una vez calmado, prefiere ver todo de una perspectiva más óptima y, podría decirse, positiva. No todo está tan mal. No es el fin del mundo.
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Estrellas juntas
Casuale¿Cómo sería si los signos del zodiaco vivieran bajo el mismo techo? Un completo caos, probablemente. Una historia común, romántica, graciosa, pero nada increíble, si aun así quieres leerla, adelante. |EDITANDO|