Estrellas juntas

Aparentemente

Libra lo nota. Sería estúpida si es que no pudiese darse cuenta de que sus hermanos actúan para mantener las apariencias de que todo está normal, pero no es así. Acuario, aunque sigue siendo divertido, carismático y conversador, se puede notar que está extraño, como si algo le agobiase, pero la rubia no sabe a qué se debe esto. Él no le ha dicho nada y ella no ha encontrado el momento adecuado para poder preguntarle.

Luego tenemos al mayor de la casa aire. No es que Géminis la evite, no es eso, pero ya no actúa igual cuando está con ella. Ya no suelen hablar tanto y casi parecen desconocidos. No entiende qué sucede. Además, no es muy usual que Inis tenga el control del cuerpo del rubio, pero últimamente ha estado manejándolo como si nada, más veces de lo que pudiera afirmar. Y es que el mayor problema de todos es que no sabe qué hacer al respecto.

¿Tenía que aceptar los sentimientos de Géminis en cuanto éste se le declaró?

Confundida, termina de vestirse para llevar a cabo su día con normalidad.

***

Mira su escrito en las hojas de la libreta, con una caligrafía espantosa por mover la pluma azul sobre las líneas con rapidez. Su estómago ruge, anunciándole que tiene hambre y que necesita ingerir algo o de lo contrario comenzará a consumirse a sí mismo, así que deja todo a un lado, sobre el colchón para ponerse en pie. Sale de su habitación y avanza por los pasillos y las escaleras hasta llegar a la cocina donde se encuentra con la mayor de la casa agua, moviéndose de aquí para allá por toda la habitación.

El rubio se acerca, mirándole con curiosidad y viendo como en la encimera se encuentran esparcidos ingredientes como la harina y azúcar, además de que la vaporera se encuentra justo a un lado de la cafetera. No suelen usarla mucho así que el de ojos azules se pregunta para qué la necesitará la muchacha.

—¿Qué haces? — pregunta el signo aire una vez se postra junto a la signo de agua quien tiene en las manos una bola de masa viscosa.

—Estoy haciendo manjū— responde ella, con las manos llenas de masa amarillenta y harina, dejando la bolita sobre una tabla cubierta de aquel ingrediente blanco y extendiéndola para hacer un disco con la masa—. ¿Qué pasa, Géminis?

—Ah, es que he venido a comer algo. El manjū es aquel bollo relleno de... ¿Anko? ¿Se llamaba anko? —la chica asiente mientras deja un poco de la jalea en el centro del disco para después comenzar a hacer una bola—. Eso sabe bueno. ¿Puedo tener un poco?

—Seguro, solo deja que estén listos. ¿Quieres ayudarme?

—¿Segura? Sabes que soy un asco en la cocina.

Ambos ríen por el comentario mientras ella continua con su elaboración del postre.

—Sí, no hay problema— dice ella, poniéndole el bol con la masa frente a él, invitándolo a ayudarle—. Anda, así terminaremos más rápido. Primero mójate un poco las manos.

El rubio asiente, se ata su melena rubia en una coleta baja y se lava las manos como la contraria le ha ordenado. Y entonces comienza a ayudarle a la chica de cabellos con matices azules, siguiendo cada paso que ella hace para evitar equivocarse y que los bollos salgan con forma, sabor o aroma extraño. Un silencio cómodo se posa entre ambos, esto se debe a que ambos se encuentran sumamente concentrados en lo que hacen, de lo contrario Géminis ya estaría parloteando incluso por las orejas.

—Oye, Géminis— habla Cáncer, dejando los bollos hechos en una charola—. Necesito un consejo.

—Oh por Zeus. ¿Un consejo? ¿Para qué? — indaga el joven de aire, mirando a la chica mientras continúa formando esféricos con la masa rellena de anko.