Estrellas juntas

Casa fuego: La libertad es incompatible con el amor

"La libertad es incompatible con el amor. Un amante es siempre un esclavo."

Responsabilidades y compromisos, son dos cosas que no congenian conmigo. Jamás he sido una persona que pueda considerarse responsable y los compromisos me dan pavor de una manera que roza lo ridículo. Yo no soy como otros que quieren estabilidad, un lugar donde asentarse y formar su familia, con un trabajo bien remunerado y seguro, yo quiero viajar; mi pasión es viajar y conocer lugares distintos, desconocidos y extraños, vivir de la aventura y en libertad, sin preocupaciones que me aten. Pero, como siempre, existen ciertas cosas que pueden llegar a impedirte por completo la libertad. Mis hermanos, por ejemplo, pues siempre tengo que volver a casa de vez en cuando para demostrar que sigo vivo, que me estoy cuidando perfectamente, para que no me extrañen, etc. No es tan molesto como pensé en un principio. Una de las responsabilidades que tengo en este momento con mi casa es: hacer las compras.

Es mi turno de ir a comprar todo lo que le hace falta a Aries y Leo, y quizás a mí, al súper mercado. No es nada extraordinario, pero es tan molesto y exasperante que no puedo evitar detestar la idea de estar aquí.

Veo la lista de cosas que han anotado los otros dos en una hoja arrugada de papel. Parece que hacen falta algunas cosas de medicamentos y así por una obvia razón que por el momento pasare por alto. Aries y su uso de la patineta, claro. Hago una mueca con los labios y finalmente, alzo la cara para mirar mi alrededor. El pasillo del supermercado es ancho y los estantes están repletos de productos de higiene y de farmacia. Mirando lo que creo es una fila de jabones en barra, Virgo se encuentra plantada frente a éstos, con una hojita en la mano de color de las castañas y un jabón en la otra.

He ahí, la otra cosa que me ata a la casa; Virgo siempre ha sido meticulosa con lo que hace, incluso sus movimientos son sutiles y parecen ser calculados con precisión. Bien, nada más por esto es que no he comenzado a quejarme, y porque Acuario y Cáncer están aquí y es más divertido. Aunque por el momento estos últimos dos mencionados se encuentran en otro pasillo, llenando el carrito con quién-sabe-qué. Bufo sonoramente pensando que debería terminar con esta estúpida lista de una vez por todas para hacer algo más entretenido. De haber sabido que esta mañana Capricornio me elegiría para venir por el mandado, me hubiese quedado en otro país, aunque quizás ha valido un poco la pena. Recuerdo cuando hace un par de horas atrás, Cáncer se había quedado dormida parada después de que Capricornio nos hubiese encomendado tal "aventura" y como Escorpio le introdujo cubitos de hielo en la blusa para despertarla. Fue una escena realmente cómica, pues ella se retorcía cual lombriz a la que le habían echado sal encima y Escorpio reía a carcajadas al verla, cosa poco común.

Decidido a acercarme a los estantes, doy un paso, pero veo que Virgo está teniendo ligeros problemas con tomar una barra de jabón en el estante superior, cosa extraña pues ella es lo suficientemente alta, más parece no poder alcanzarlo. Me le acerco y hago amago de alzar la mano para ayudarle cuando alguien más lo ha hecho en mi lugar. Tanto ella como yo nos giramos para encarar a la persona que se ha tomado la molestia de brindar su apoyo, encontrándonos con un chico de cabello castaño y ojos del mismo tono detrás de unos lentes de marco delgado color negro; es quizás un par de centímetros más alto que yo, pero nada como Escorpio. El chico le tiende el jabón a Virgo y, aunque ella parece ver el objeto como si tuviese algún germen encima, lo toma.

—Gracias— dice escuetamente Virgo.

—No hay de qué, Valentina —responde él, con una voz a penas más aguda que la mía, sin ser femenina ni ridícula.

Me quedo un segundo mirándolo, luego a Virgo y de nuevo a él.

— ¿Se conocen? — pregunto, señalando a cada uno de manera consecutiva mientras ambos me miran como si fuese la primera vez que notan mi existencia allí.