El hotel que había reservado Dante para su luna de miel por sorpresa con Kacy resultó ser una escala ideal para su misión secreta. Tras una rápida mejora, abonada en efectivo por Robert Swann, se encontraron en una impresionante suite de la tercera planta. La feliz pareja tenía ahora una habitación doble para sí, y además de una amplia zona de salón había también otro dormitorio más para Swann y para una colega femenina que les haría las veces de canguro.
Dante estaba sentado en la enorme cama de matrimonio del dormitorio que compartía con Kacy. Era una habitación de buen tamaño con la cama situada en el centro y cubierta con un edredón color naranja recién lavado. Ya sólo quedaban minutos para que diera comienzo la primera noche en que iba a intentar hacerse pasar por un vampiro.
De repente entró Swann en la habitación y se acercó a su hombre portando una jeringa llena de suero.
—¿Preparado para la inyección? —le preguntó a la vez que se sentaba en la cama.
—Pínchame ya, cabrón de mierda —gruñó Dante.
Dante se había subido la manga izquierda de la camisa para que Swann pudiera inyectarle aquel suero necesario para salvarle la vida. Kacy, vestida con unos vaqueros azules y una camiseta rosa, estaba sentada a su lado. Le tenía cogido de la mano, aprovechando al máximo los últimos minutos que iba a pasar con él antes de que aquellas ratas cobardes del Servicio Secreto lo enviaran a que les hiciera el trabajo sucio. Tenía la esperanza, y para ello rezó con toda su alma, de que gracias a aquel suero consiguiera pasar aquella primera noche entre los vampiros y sobrevivir sin ser detectado. Les habían explicado que las sustancias químicas que contenía dicho suero harían descender la temperatura corporal de Dante lo suficiente para que se moviera entre los no muertos sin que ninguno pusiera los ojos en él pensando en merendárselo.
El agente Swann estaba igual que si le hubiera causado un placer enfermizo el hecho de inyectar aquel líquido transparente en el brazo de Dante. En favor del joven hay que decir que no se inmutó cuando la aguja penetró y permaneció allí dentro como quince segundos, mucho más de lo necesario. Sádico por naturaleza, Swann ya había empezado a tomarle una antipatía considerable (cosa que solían hacer la mayoría de las figuras de autoridad), de manera que el hecho de prolongar cualquier dolor que pudiera experimentar Dante le provocaba una especie de subidón.
En el dormitorio se encontraba con ellos la nueva colega de Swann, la agente especial Roxanne Valdez. Era una mujer de raza negra, alta y de cabello ensortijado estirado hacia atrás, y llevaba un jersey blanco y ceñido que resaltaba unas curvas impresionantes. También llevaba una minifalda marrón. La ropa formaba parte de la fachada que habían montado para el personal del hotel: dos parejas que habían ido juntas de vacaciones. Swann se había vestido de turista, con una camisa hawaiana azul y unas bermudas que le llegaban a las rodillas. «Toma discreción —pensó Dante mientras soportaba la inyección que le estaba administrando el agente especial—. Eso sí que es ir anunciando que uno va de incógnito. Hay que ser gilipollas.»
Fue la agente Valdez quien puso fin a aquella inyección impropiamente larga. Advirtió que su colega estaba disfrutando demasiado de la tarea.
—Venga, ya es suficiente —lo apremió—. Te estás pasando. Basta ya.
Swann le dirigió una mirada rápida de resentimiento y retiró la aguja del brazo de Dante.
—Estaba poniendo un cuidado especial en cerciorarme de que inyectaba la cantidad adecuada de suero. Más vale pasarse que quedarse corto —dijo en tono poco convincente.
Comprobó que la jeringa había quedado totalmente vacía y acto seguido se levantó y salió con ella del dormitorio. Atravesó el amplio salón, con su sofá, sus dos mullidos sillones, su minibar, su mesa de centro y su televisión, y desapareció por una puerta que había en un rincón y que conducía a uno de los dos cuartos de baño de la suite. Cuando se perdió de vista, Roxanne Valdez se aproximó a la cama en la que se había sentado Swann para poner la inyección. Tomó asiento en el borde de la misma, al lado de Dante, y le tomó el brazo para examinarlo y cerciorarse de que no había quedado ningún hematoma en el punto de inserción de la aguja. Al fijarse en sus movimientos, a Kacy no le cupo duda de que había aferrado el bíceps de Dante con el fin de examinar su firmeza, más que para ver si había algún hematoma. Además, subrepticiamente también le posó la otra mano en el muslo, como si pretendiera apoyarse. Y no sólo eso, sino que además se apoyó en Dante un segundo más de lo estrictamente necesario para examinarlo.
—Muy bien, estás perfecto —dijo Valdez sonriendo a su paciente—. ¿Cómo te sientes? ¿Listo para lanzarte al inframundo?
Dante la miró a los ojos y esbozó una sonrisita falsa.
—Dame un mordisco, nena —saltó.
Kacy sintió alivio al ver que la sonrisa y aquel toqueteo tan inapropiado del bíceps no habían provocado en su chico ningún calentón.
—Eh, no seas así —dijo Roxanne, todavía sonriéndole con afecto y acariciándole el brazo de nuevo—. A ver, ¿te consideras preparado para grabarlo todo esta noche, o prefieres dejarlo?
—¿Grabarlo todo? ¿Tengo pinta de ser un imbécil?
—No —respondió Roxanne con calma—. Aquí nadie tiene pinta de ser un imbécil. De repente volvió a entrar Swann en el dormitorio.
—Lo he oído. Corta el rollo. Aquí todos tenemos órdenes, ¿estamos? Esta misión no ha sido idea mía, yo soy solamente el tío al que le han endosado el encargo de hacer de canguro tuyo. Ni tampoco me hace ni puta gracia pasarme el día entero en este hotel de mierda vigilando a la quejica de tu novia. Así que déjate de comentarios graciosillos.
—No me das miedo, cabrón —contestó Dante mofándose de él—. Y como vuelvas a llamar quejica a Kacy, te meto un par de hostias para que llores de verdad.
—No me digas —dijo Swann regresando al cuarto de estar.
—Sí te digo.
Roxanne, decidida a poner fin a aquella conversación de machitos, que en su opinión estaba llegando a un nivel de puerilidad propio de un parvulario, intervino para distender la situación. Volvió a acariciarle el brazo a Dante y después le bajó la manga para tapar el lugar del pinchazo.
—Oye, Dante —le dijo en voz baja—, por esta noche olvídate de grabaciones. Limítate a ver si puedes introducirte en uno de esos clanes de vampiros. Y a ver si consigues deducir en cuál de ellos se esconde más probablemente tu amigo el monje. Puede que ya esté muerto, en cuyo caso tendrás que ver si puedes averiguar algo acerca del Ojo de la Luna y si alguno de los clanes ha logrado echarle la zarpa.
—Roxanne tiene razón, tío —voceó Swann desde la otra estancia, recostado contra una mesa de roble que había junto al baño—. Como ya está hablado, lo mejor que puedes hacer es dirigirte al Abrevadero, que es donde se reúnen todos los vampiros. Mira a ver si consigues entrar y valerte de tu personalidad arrolladora para hacerte amigo de un vampiro que esté solo y para que después te presente a algún amigo suyo. Después de eso, te verás tomando copas con el puto conde Drácula. Pan comido. No te va a pasar nada.
—Si tan fácil es, ¿por qué no vas y lo haces tú, machote? —replicó Dante.
—Iría, pero no sé cómo es tu amigo Peto, ¿comprendes, cabezahueca?
Swann chasqueó la lengua como si lo fastidiara la cortedad mental de Dante, a pesar de que no le habría cambiado el sitio ni en un millón de años. Volvió a encaminarse hacia el dormitorio, pero se detuvo un momento en el minibar del salón para coger algo de beber. Al agacharse para examinar el interior del frigorífico, Kacy apretó el brazo a Dante para atraer su atención. Su chico dejó de observar a Swann y se volvió hacia ella.
—Si tienes la sensación de que vas a meterte en un lío, no hagas ninguna pregunta —le advirtió sin poder disimular la expresión de preocupación que ahora tenía permanentemente en la cara—. Si te da la impresión de que con ello puedes revelar quién eres y parecer forastero, no preguntes. De hecho, por el momento no hagas nada más que integrarte. A la mierda con estos dos y con sus exigencias. Sólo es la primera noche que vas de incógnito, de modo que no tengas prisa. No digas ninguna tontería. Simplemente escucha por si te enteras de algo que sea de utilidad.
Dante se inclinó hacia ella y la besó en la boca para tranquilizarla. Luego se soltó el brazo de la mano de Roxanne Valdez y le acarició la melena en un intento de calmarla.
—Confía en mí, nena. Sé lo que hago. Cuando es necesario, me mezclo bien con todo el mundo. No te preocupes, regresaré antes de que salga el sol.
—Ten mucho cuidado. Y por lo que más quieras, deja de decir eso de «dame un mordisco».
—Hecho, nena. —Dante le guiñó un ojo y se levantó de la cama—. Muy bien, llegó el momento.
Swann apareció en el umbral y señaló con el dedo al joven.
—Haz caso a tu novia, tío. No hagas ninguna tontería, pero procura averiguar todo lo que hemos dicho. Y también quiero saberlo todo de los distintos clanes. Y mira a ver si logras averiguar quién es el jefe de cada clan. El jefe se quedará impresionado, y puede que te conceda una recompensa cuando termine todo esto.
—Como si me importase una mierda impresionar a tu jefe —murmuró Dante dejándolo a un lado para dirigirse al salón—. Ese jefe tuyo cocoliso ya puede ponerse a buscar él sólito al puto jefe de cada clan.
Seguidamente entró en el cuarto de baño y desapareció por la puerta del mismo. Era un cuarto de baño pequeño (el que había junto al dormitorio de Dante y Kacy era más grande), a la izquierda tenía un lavabo de porcelana y enfrente una ducha a juego, y también un inodoro en el rincón. Dante se plantó delante del lavabo y se miró en el espejo.
—Eres capaz de hacer esto —se susurró a sí mismo—. Posees nervios de acero. Podrás con ello. No es más que un paseo por el parque.
Cerró los puños con fuerza y puso cara de tipo duro. No quería que Kacy lo viera así de nervioso, teniendo que animarse para entrar en acción. Necesitaba que ella viera la versión de tío frío e impávido que mostró en el momento de recibir la inyección de suero. No tenía sentido preocuparla más de lo estrictamente necesario. No serviría de nada que Kacy supiera que por primera vez en su vida se sentía totalmente petrificado.Tras un breve concurso de miradas con su imagen reflejada en el espejo, abrió el grifo del agua caliente y se echó agua por la cara empleando las dos manos. El suero estaba empezando a hacer efecto, y comenzaba a sentir los primeros escalofríos que indicaban que su temperatura iba descendiendo. El agua templada lo ayudó a combatir la impresión inicial.
Al cabo de un ratito asomó por la puerta el rostro oscuro de Roxanne.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó—. Se te ve un poco nervioso, cielo. A lo mejor te venía bien beber algo antes de irte.
—No, estoy bien —repuso Dante—. Esos putos vampiros seguro que beben como cosacos, así que lo más inteligente que puedo hacer es mantenerme sobrio. Es posible que esta noche acabe de cerveza y tequila hasta las cejas, y la verdad, cuanto más borracho esté, más probabilidades tendré de meterme en algún lío.
Roxanne entró del todo en el cuarto de baño y cerró la puerta detrás de sí. Se acercó a Dante y empezó a frotarle la espalda.
—¿Sabes una cosa, Dante? Lo cierto es que eres mucho más inteligente de lo que dicen —le dijo, ofreciéndole una sonrisa de consuelo.
—Gracias. —Dante le devolvió una sonrisa de cortesía mientras ella le pasaba una mano por el brazo. A lo mejor no era tan cabrona, después de todo. Hasta el momento, la verdad era que había hecho todo lo que estaba a su alcance para tranquilizarlo. Al menos tenía que estarle agradecido por aquel detalle.
—Será mejor que me marche ya —dijo al tiempo que le daba una palmada de agradecimiento en la espalda. Se hizo a un lado para maniobrar en el estrecho espacio que quedaba disponible entre el lavabo y la ducha y abrió la puerta. Le sonrió por última vez y salió del cuarto de baño, dispuesto a enfrentarse al mundo de los no muertos por primera vez desde que se fue de Santa Mondega, un año antes.
De manera que fue una lástima que, incluso con toda su concentración en juego, no hubiera sido lo bastante inteligente para reparar en un detalle cuando tenía a Roxanne detrás, frotándole la espalda.
En el espejo del lavabo tan sólo estaba reflejándose él.

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El Ojo de la Luna
Mystery / ThrillerQuiero compartir este maravilloso libro, que es la secuela de "El libro sin nombre". Después de este libro, le siguen "El Cementerio del Diablo" y "El libro de la Muerte". Ya los he leído todos y quiero compartirles este, ya que nadie más lo ha pub...