Capítulo 16: El lobo acecha

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Ansiedad. Angustia. Dolor. Los tres sentimientos que hacían de mi vida una miseria. Los tres sentimientos que me atormentaban día tras día y los que no me dejaban cerrar los ojos durante la noche. Los culpables de mis lágrimas cada tanto y mi silencio permanente. Los que se habían apoderado de mí y amenazaban con matarme cada vez que pensaba en lo que había hecho. No encontraba manera de olvidarlo, o tal vez únicamente superarlo. Trataba, a veces, de pensar que eso era el mundo y que lo que había hecho era necesario. Ya no existía ley alguna, no había diferencia entre lo legal y lo ilegal, entre lo permitido y lo prohibido. Nada más quedaban hechos y palabras que cada tanto se las llevaba el viento. Aún soñaba con aquellas olas color sangre. Rugían en mis oídos mientras parecía ahogarme. Uno. Dos. Tres. Despertaba otra vez. Con ese dolor en el pecho como el que había tenido aquella noche. Miraba a Glenn, luego a Mia, confirmaba que todo estuviese bien y volvía a cerrar los ojos como si me fuese sencillo volver a dormir. Otra ola. Otra opresión. Otro disparo. En eso se había convertido mi vida, en un constante trauma.

Podía deducir que eran cerca de las seis de la mañana. El sol comenzaba a aparecer por el horizonte aunque algunas nubes grises parecían querer ganarle. Me había pasado la mitad de la noche mirando por la ventana. Mi cuerpo quería dormir pero mi mente no. A la noche los caminantes eran diferentes. Parecía raro afirmar eso, pero su cuerpo se volvía  más pesado como si en realidad ellos también necesitarán descansar un poco. Al decir así no estaría mal que se tomaran algunas horas de sueño.
Glenn no mejoraba. Su fiebre era constante, ni subía ni bajaba, pero el color y aspecto de la herida no lucía  nada bien. Estaba débil a pesar de que lo obligaba a comer. No podía negar que cada vez me encontraba más preocupada, no se me ocurría que hacer, ni que darle para calmar el dolor, los medicamentos ya no funcionaban. Seguramente si hubiese electricidad ya hubiera encontrado algo en internet. Si, recién en ese momento me di cuenta de lo inútiles que nos vuelve el internet, dependíamos tanto de él que al no tenerlo nos volvemos inservibles.

Pero al día siguiente tuve que dejar ir a mi inutilidad cuando noté que Glenn estaba diciendo incoherencias. Otra vez hablaba con aquella tal Clara. Pero esta vez estaba despierto, no era un sueño. Pensaba que yo era esa mujer y lloraba cada vez que trataba de hablarle. Su fiebre estaba al máximo y comencé a asustarme realmente cuando comenzó a temblar. Aunque el calmante parecía ya ni tener efecto, le di uno mientras trataba de pensar algo para hacer. La única opción era salir en busca de ayuda, la cual era casi imposible de hallar y si la encontraba seguramente tendría que atenerme a consecuencias y reclamos. Pero era la única opción, de no conseguir algo rápido seguramente podría morir por la infección.

Tomé el cinturón de Glenn que llevaba un sujetador para el arma así que también tomé la suya y me la coloqué en el mismo. Me dirigí en busca de Mia.
-Mia- exclamé.
-Estoy aquí- dijo desde el baño.
Al entrar observé que el piso estaba repleto de cabello, luego levanté la vista y vi a la pequeña con una tijera cortándose el pelo.
-¿Qué ha pasado?- dije algo asombrada.
-Es que me daba calor
-¿No podías simplemente hacerte una coleta?
Ella se encogió de hombros y sonrío lo que me hizo sonreír a mí también.
-Tendré que salir por un rato-dije.
-¿Nos dejarás solos?
-Debes cuidar de Glenn, mientras no esté. Trata de mojarle el rostro cada algunos minutos.
-Esta bien- dijo no muy convencida y colocó la tijera sobre una mesita. Su corte de pelo había quedado claramente algo torcido pero me aseguraría de que quedase bien una vez que Glenn mejorase.
Tomé aire y crucé la puerta del apartamento. El olor putrefacto del cuerpo del hombre desintegrándose en el pasillo me provocó nauseas y un mareo intenso. Traté de no girar la cabeza para evitar verlo por lo que cerré la puerta de costado. Bajé las escaleras y crucé al mundo exterior. Caminé algunas cuadras sin problemas, al fin y al cabo no sabía a dónde me dirigía por lo que opté caminar algunas cuadras hacia el sur. Quité el arma y la aseguré con mi mano izquierda mientras que con la derecha sostenía un cuchillo. Se acercó uno de aquellos sin vida. Una mujer. Estiraba sus manos en busca de comida. Logré acercarme y clavarle el cuchillo en la cabeza. Quitar el cuchillo es la parte complicada y seguro la que me dejara una contractura en la espalda. No había rastro humano por ninguna parte. Solamente algunas cosas tiradas pero que seguramente llevaban allí largo tiempo. Quería regresar lo antes posible. No me dejaba tranquila la idea de que Glenn y Mia estuviesen solos, por el simple motivo de que si algo sucedía, en cierta forma, Mia estaría sola, ya que Glenn no tenía fuerza alguna para defenderla. 

Llegue hasta la casa donde nos habías quedado cuando encontramos a Mia. No recordaba con exactitud qué tan lejos estaba la farmacia. Pero al caminar algunos otros metros pude visualizar el cartel azul. Las probabilidades de que encontrara algo que sirviese eran escasas, sumándole a que no tenía mucho conocimiento sobre qué podría llegar a calmarlo. Al llegar a la puerta tuve que enfrentarme a dos caminantes. A uno de ellos tuve que darle un empujón para poder encargarme de su amigo primero. Me sorprendió el hecho de que en realidad no era tan mala matando a esas cosas, pero seguía dándome un poco de inseguridad, al fin y al cabo un mal movimiento y mi vida acabaría. Entré  a la farmacia y desde la puerta comprobé que no hubiese nadie allí. Parecía estar desolada así que comencé a buscar. Tomé un pequeño canasto rojo para colocar las cosas y aproveché el momento para llevar algunas otras cosas necesarias. Llegué finalmente al sector de medicamentos, traté de leer brevemente hasta que encontré una crema y unas pastillas que supuestamente servirían. Tomé el antibiótico y me pareció mejor inyectárselo por vía sanguínea, por lo que también tomé un paquete de algodón, alcohol, una vía, entre otros.

Recé todo el camino de vuelta para que esto ayudara a sanarlo. Quería volver a verlo bien. Apenas llegué, la pequeña Mia estaba a su lado contemplándolo, lo que me provocó mucha ternura. Preparé todo lo necesario para administrarle el antibiótico y en menos de cinco minutos ya estaba la vía en su brazo. Me quedé a su lado durante algunos minutos esperando si algo sucedía. Al ver que Mia observaba ansiosa opté por arreglarle el corte de cabello. Mientras emparejaba las puntas, Glenn comenzó a decir algunas palabras.
-Maggie...- dijo y me alivió saber que no estaba llamando más a Clara. Apoyé la tijera sobre la mesa y me acerqué a él.
-Aquí estoy- dije colocando mi mano sobre su hombro. Él lentamente llevo la suya hasta la mía y me dio una caricia.
-Ya no salgas. No es seguro-dijo trastabillando pero sin abrir los ojos.

Uno. Dos. Tres.
Ansiedad. Angustia. Dolor.
El lobo acecha.

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora