Capítulo 21: Dispara cuando sea necesario

360 38 3
                                    


Abrí completamente la puerta de la habitación pero no entré. Solamente levanté la vista para comprobar quién había sido el culpable. Habían tres cuerpos tirados en el suelo, pertenecían al de mi abuela, mi padre y mi madre. Alguien sostenía un arma. Era él, Glenn. Lo miré perdida buscando en sus ojos la respuesta a todo lo que había sucedido. A su lado habían dos hombres y dos mujeres que me observaban como si yo fuera la intrusa. Estaban en mi casa, habían entrado sin mi consentimiento y ahora dos de ellos me apuntaban con un arma. Glenn guardó la suya lentamente y no dejó de mirarme. Mis ojos desbordaban lágrimas y sentía una enorme humillación. Nadie pronunció una palabra hasta que volví a enfocar mis ojos en los que alguna vez habían sido mi familia. Estaban totalmente desagradables, no había palabras para explicar que se sentía ver sus rostros así . Estaban en pleno estado de descomposición, la mandíbula se podía observar a simple vista y las costillas eran lo que más llamaba la atención, dos de ellos tenían una bala en su cabeza y otro un cuchillo. 

Todos seguían mirándome, menos Glenn, ahora él observaba los cuerpos al igual que yo hasta que nuestras miradas se volvieron a juntar, pero esta vez fue distinto a todas las otras veces. Ahora me sentía engañada, humillada y traicionada, así que saqué el arma que él mismo me había enseñado a usar y apunté directo a su rostro. No sabía que me encontraba tan nerviosa hasta que noté que mi mano temblaba constantemente. Todos los que estaban frente a mí al verme sujetar el arma se posicionaron dispuestos a disparar. Las lágrimas no dejaban de caer y en realidad ya no podía definir con exactitud que era lo que me hacía sentir así, si era la traición de Glenn o ver a mi familia allí. Él sabía que si alguien tenía que terminar con sus vidas o con lo que quedaba de ellas, era yo. 

 -Esperen...-dijo Glenn dando un paso al frente. Él estaba seguro de que yo no le dispararía, pero yo no lo suficiente, al menos en ese momento de tensión, así que sujete el arma con más confianza y lo apunté directamente, a lo que él se quedó quieto. -Maggie, baja el arma, por favor...-dijo él tratando de tranquilizarme. 

-Sabias lo que esto significaba para mí- dije refiriéndome a mi familia. Los demás miraban sin entender. 

-Baja el arma, hablemos- dijo. 

-Ya hablamos demasiado, confíe en ti. 

-Yo... Tuve que hacerlo, Maggie. Uno de ellos atacó a Fred-dijo Glenn mirando hacia el sofá. En él había un hombre de remera azul agarrándose fuertemente el brazo, mi ignorancia era tanta que ni lo había notado. Fue en ese momento en que simplemente me rendí. Había alguien sufriendo por mi culpa. De haberle disparado antes a mi familia nada de esto hubiera sucedido. 

Me rendí. Las lágrimas me ganaron y el nudo en el pecho no me dejaba respirar. Bajé el arma sin ganas de vivir, sin ganas de mantenerme en pie. Entonces me pregunté otra vez por qué estaba viviendo. 

Ni bien Glenn vio que bajaba el arma hizo una seña para que los demás hicieran lo mismo. Me dejé caer en el sillón y allí quedé inmóvil, nada más observando el rostro de mi madre, recordando la última vez que la había visto y comprendiendo que ellos habían muerto hacía ya mucho tiempo. Veía personas pasar delante de mí, tratando de ayudar a ese tal Fred, pero por mucho que hicieran no había vuelta atrás, pronto él sería también uno de ellos, o tal vez no, si alguien se dignase a dispararle. 

Glenn se encontraba en un rincón de la habitación hablando con un hombre que parecía ser el líder del grupo. Luego de un rato todos los ojos se volvieron hacia mí y recién entendí el porqué cuando el que parecía ser el jefe se acercó a mí. Con su rostro serio y algo de sangre, probablemente de caminantes bajó hasta la altura que yo me encontraba. 

-Puedes venir con nosotros si quieres...-dijo pero no muy seguro. 

 -¿Ir a donde? -dije sin prestar demasiada atención. Mi mente seguía en otro lugar, lejos de todo.

-Tenemos un refugio cerca, no solemos aceptar a nuevas personas, pero Glenn insiste en que seas parte de nuestro grupo y además hay gente... no muy buena cerca- continuó y yo enfoque la mirada en Glenn quien miraba atentamente. 

-¿Cómo sé que ustedes son los buenos?-pregunté y el silencio se apoderó de la situación. 

-Pues eso es fácil...-pronunció- todavía estás con vida- concluyó. 

 No había nada en ese lugar que me hiciera querer quedarme. Tal vez las fotos y recuerdos que estaban plasmados en toda la casa pero no podía aferrarme a ellos la vida entera. No podía imaginar mi vida estando sola nuevamente, así que las opciones eran escasas. 

La noche no tardó en aparecer cuando por fin alguien decidió que había que dejar de hacer sufrir a Fred, fue una tal Rita quien clavó un cuchillo en su cabeza. Mark, el líder ayudó a Richard, el otro compañero, a sacar el cuerpo del apartamento y bajarlo al jardín. Rita y Sofía, la otra chica, se acostaron en una de las habitaciones y Glenn y yo quedamos solos en la sala. Fue allí cuando él finalmente se atrevió a acercarse a mí. 

 -Maggie, no quiero que te enfades. De veras que no tuve más opción...-dijo sentándose en el sillón.

-Tu sabías que ellos estaban cerca, ¿como es que llegaron a encontrarte?-dije sin mirarlo.

-Cuando estaba mirándote por la ventana vi una luz a unas cuadras de distancia, eran ellos, me estaban buscando a mi y a Mía-dijo pero realmente no le presté atención.

 -No estoy enfadada-dije. 

-Estabas llorando, claro que lo estás.

 Suspiré y cerré los ojos dándole a entender que no estaba dispuesta a hablar más. 

Todo el tiempo que compartí con Glenn había sido un completo aprendizaje para mí. Tenía muy en claro que la vida de todas las personas habían cambiado, pero el problema es que yo nunca pude enfrentarme a la realidad. No estaba enfadada con Glenn, ni con sus amigos. Solo conmigo misma por no permitirme apretar el gatillo cuando era necesario. Mi familia,  convertida en lo que eran, fueron mi compañía durante largos meses, escuchar sus pasos durante la noche me hacían pensar que no estaba sola, y en realidad no sólo lo estaba, sino que estaba acompañada de esos monstruos a los que tanto temía cuando salía a la calle. Nunca entendí que los que se encontraban tras la puerta no eran mis padres ni mi abuela, solo eran algo. Enfrentaba la realidad todos los días cuando cruzaba la puerta, pero al entrar a mi casa era todo diferente, todo cambiaba y no lo supe ver. Por no arriesgarme, por no querer ver sus rostros uno de su grupo estaba muerto.

 Nunca supe que era lo que me daba tanto miedo... Pero al ver sus rostros nuevamente, en ese estado, lo comprendí. Tenía miedo a rendirme ante ellos, tenía miedo de no poder apretar el gatillo otra vez.  

Entonces antes de que la angustia y el sueño me ganaran recordé esa mañana. Recordé el sol en mi rostro, mi sonrisa, la de Glenn y Mía. Recordé el abrazo que le di a Glenn. Como también los cientos de trofeos de Patrick. Por último la foto de mi familia, aquella que Glenn había tomado. 

-Vive por ellos- me había dicho hacía unos cuantos días cuando mi mundo se desmoronaba. Hoy lo hacía nuevamente, entonces...


Vivo por ellos



Comenten que les pareció el capítulo! 

-Sil

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora