Capítulo 34: Invisible como el aire

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Glenn me rodeaba con sus brazos temblorosos tras vivir una de las situaciones más espantosas de toda mi vida. Recordaba una y otra vez el rostro pálido de Mía, el miedo en sus ojos, pensando, tal vez, que le arrebatarían lo único que tenía en el mundo, lo único valioso en su vida, tal vez, pensando que podía hacer algo, que podía cambiar las cosas, tal vez, pensando que por un momento esa no era la realidad y solo era una de sus típicas pesadillas de las que solía despertarse durante la noche con lágrimas en el rostro. Le prometí que nada malo sucedería, que nadie resultaría herido y que ella no volvería a perder a nadie más. ¿Pero quien me hacía las promesas a mi? ¿quien podría haberme prometido que nadie saldría herido? ¿quien podría haberme prometido que no volvería a perder a alguien otra vez? Nadie, y aunque lo hubiese hecho ¿que culpa tendría esa persona al ver que sus promesas no son más que frases armadas? nadie podía saber que iba a suceder en el futuro, es impredecible, invisible como el aire. Le prometí algo que no sabía si iba a cumplir, no le di razones para desconfiar, aunque ella pareció dudar de tanta esperanza. Pero luego me di cuenta que la promesa no era para ella, era para mi, era la esperanza que necesitaba, plasmada en palabras, era mi inconsciente tratando de convencerme a mi misma de que nada malo iba a suceder.

Horas más tarde me encontraba indefensa e inútil ante el mundo, en el bosque, temblando, cubierta de lágrimas, sangre, barro y llorando por todo lo que había perdido, por todo lo que se me había escapado de las manos nuevamente. Glenn me ayudó a levantarme y ni bien lo hice me dejé caer en sus brazos otra vez.

-Lo siento, es mi culpa-pronuncié entre sollozos.

-No lo es-dijo y me separé de él para poder mirarlo a los ojos.

-Estaba pronunciando mi nombre, Glenn-dije quebrandome en llanto nuevamente.

-Estaba asustada.

-Le prometí que nada sucedería y ahora ella se ha ido.

-Lo se, Maggie-dijo mientras algunas lágrimas recorrían sus mejillas.

Tras ver su rostro comprendí, él sentía aún más culpa que yo. Su vida se había tornado una cadena de sucesos la cual parecía no poder detener. Notaba la ira en sus ojos, la culpa, las ganas de terminar con absolutamente todo.

-Debemos volver con el resto-dijo y asentí.

Llegamos a lo que ahora ya no era más que madera quemada, cenizas y restos de objetos dispersos por todos lados. El cuerpo de Mía seguía allí, podía observarla desde donde me encontraba, sus pantalones azules, su camiseta rosada y su sombrero brillante con la palabra "Princess" No quería ver su rostro, quería guardar en mi memoria su sonrisa contagiosa, sus abrazos y sus hermosos ojos que a pesar de todo parecían transmitir felicidad. Al parecer Richard y Mark ya se habían encargado de cavar para poder enterrarla, como era debido. Rita clavaba un cuchillo con odio en cada uno de los cuerpos que habían allí, aquellos que en algún momento habían sido parte del grupo de Bill. Mike se encontraba aún llorando entre los brazos de Jessica.

Comencé a caminar entre los escombros del galpón, tratando de distraerme y ver si podía hallar algo que nos fuera útil. Algunas latas de comida estaban intactas así que las fui colocando dentro de una bolsa negra de plástico. Hallé algunas mantas que se encontraban entre tablas de madera y le llevé una a Mike.

Kyla se acercó a mi y me entregó un papel algo quemado por los bordes. Lo tomé y al ver que no tenía nada le di la vuelta y allí estaba mi familia, viéndome y sonriéndome desde el pasado. Podía sentir envidia, envida de no estar en ese mundo. Le sonreí a Kyla y ella hizo lo mismo. De todas maneras me alegraba no haber perdido la foto así que la doble en cuatro y me la coloqué en el bolsillo del pantalón.

Mark nos llamó a todos para que nos reuniéramos y despidiéramos a Mía. Coloqué su sombrero junto a ella, le dije algunas palabras dentro de mi, ya que nadie tenía por que saber que era lo que sentía, me di la vuelta y caminé hacía el banco que aun seguía intacto, no quería seguir observándola, no quería recordarla de esa forma. Glenn hizo lo mismo y colocó una de sus manos en mi hombro. El sonido de un arma al quitarle el seguro nos hizo darnos vuelta a ambos. El pequeño Mike apuntaba a Glenn mientras abundantes lágrimas brotaban de sus ojos.

-¿Que es lo que estás haciendo, Mike?-dijo Mark al ver que su hijo sostenía el arma.

-Es su culpa, todo ha pasado por su culpa-dijo Mike refiriéndose a Glenn.

-Mike, suelta el arma en este instante- pronunció Mark.

-Debo hacerlo, uno de nosotros debe hacerlo-dijo Mike llorando.

-Mike, por favor-pronunció Rita.

-Nos matarán a todos, ya perdimos todo por su culpa!-dijo Mike.

-Mark, él tiene razón-dijo Glenn rindiéndose.

-Glenn-dije tratando de hacerlo recapacitar.

-No, no es tu culpa, todo esto sucedió porque tenía que ser así-dijo Mark.

-No estoy dispuesto a perder a nadie más por su culpa-dijo Mike quebrando otra vez en llanto.

Mark se arrodilló a su lado.

-Hijo, si tu aprietas ese gatillo perderás mucho más de lo que te imaginas. La gente comete errores, todos lo hacemos, somos una familia y debemos permanecer fuertes y unidos pase lo que pase. Si  disparas no solo habremos perdido una parte de nosotros sino que tu habrás perdido lo que te hace una persona de bien. Aún en ésta vida puedes elegir que quieres ser, que camino quieres recorrer, aún podemos seguir siendo lo que somos y lo que fuimos.

Mike miró a Glenn, bajó la mirada y junto a eso su arma, cayó derrotado entre los brazos de su padre.

-Lo siento, papá. Lo siento-dijo casi sin poder respirar.

Miré a Glenn quien parecía comprender todo perfectamente. Pasó su mano por su cabello, suspiró y se apoyó en sus dos rodillas, mirando hacía el suelo. Se incorporó y comenzó a caminar hacia atrás de lo que quedaba del galpón. Lo seguí, sabía a donde se dirigía, estaba yendo al lugar donde Bill nos había capturado. Me llevaba algunos segundos de distancia, no lograba verlo bien hasta que por fin llegué, él estaba allí, tal cual la noche anterior, pero esta vez sostenía un arma con su mano.

-Glenn...-pronuncié.

-Vete de aquí, Maggie-dijo.

-¿Que es lo que vas a hacer?-dije agarrándolo del brazo.

-Te he dicho que te vayas-dijo gritándome.

-No lo haré-dije ahora yo gritándole a él.

-Ya no puedo más, ya no-dijo mirándome a los ojos.

-Glenn, por favor-dije.

-Mike tiene razón, debo terminar con esto, debo ser yo.

-No, no es la manera-dije quebrada en llanto, no soportaba la idea.

-Si, lo es-dijo quitándole el seguro a su arma.

Lo agarré del brazo con fuerza tratando de que soltara el arma, desesperada lo golpeé en el pecho, lo odiaba en ese momento por hacerme vivir esa situación, tenía miedo de mi, de él y de lo que podía llegar a hacer.

-Maggie, vete-dijo.

-Te amo-dije en cuanto encontré su mirada perdida- y no puedo soportar perderte, no puedo dejar que me dejes tu también. Glenn, por favor, eres lo único que tengo...no me hagas esto. Por favor.

Bajó la cabeza y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas de rabia y tristeza.

-Ya no lo soporto-dijo y lo abracé, soltó el arma dejando que cayera y me abrazó él también.

-No quiero perderte-dije.








Espero que les haya gustado el capítulo, si fue así dejen su voto y comenten! Pido otra vez perdón por no subir capítulo en toda la semana!


-Sil

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora