Capítulo 68: La cima

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Cuando era pequeña solía dibujar siempre las mismas cosas sobre la hoja blanca de papel. Primero dibujaba una casa que debía tener estrictamente el techo de color rojo y ventanas pintadas de celeste. Continuaba con mi típico árbol, luego con una flor que emanaba del borde inferior de la hoja, el sol en un extremo y después una montaña verde en el medio. Finalmente dibujaba a una pequeña niña, precariamente con un vestido rosa y el pelo recogido. Siempre la dibujaba a un lado de la casa, imaginaba que ella estaba allí simplemente tomando aire o disfrutando del día soleado. Así eran mis dibujos, los colores cambiaban de vez en cuando pero los elementos siempre eran los mismos. Una tarde decidí dibujar a la pequeña niña en el tope de la montaña. Mi padre tomó el dibujo, lo miró detenidamente y sonrió. 

-¿La niña decidió tomar un paseo?- me preguntó bromeando.

-Si, estaba aburrida de estar en su casa-dije y continué coloreando. Cuando era pequeña dibujaba lo que veía o lo que quería ver, no pensaba por qué colocaba a la niña al lado de la casa ni tampoco por qué la colocaba en la cima de la montaña, simplemente me dejaba llevar por mi imaginación. 

Más tarde, con el paso de los años, comprendí que de eso probablemente se trataba la vida. La rutina comienza a aburrirnos y simplemente parecemos querer cambiar nuestra vista. Es por eso que comenzamos a avanzar, a recorrer nuevos caminos y a luchar día a día por ver lo que de verás queremos ver. Entendí que llegar a la cima de la montaña llevaba su tiempo, requería de esfuerzo y de dedicación. Una vez allí arriba la vista es fabulosa, pues has conseguido lo que siempre quisiste, alejarte de tu rutina y de los actos repetitivos. Te alejaste de tu zona de confort. La pequeña niña dibujada dejaba su hogar para llegar a lo que parecía ser mejor desde allí abajo. Pero no era del todo consciente de lo que implicaba subir, de lo que implicaba estar en la cima de la montaña.  Subir implicaba bajar en algún momento. No podíamos vivir en la cima toda nuestra vida. Habían situaciones, momentos y disgustos que nos hacían descender y volver a ser lo que en algún momento fuimos. Eran necesarios. Para entender que subir la montaña no solo implicaba subirla sino que implicaba recorrer un camino, implicaba saltar piedras, caer sobre ellas, sufrir el cansancio y hasta a veces tormentas. Lo importante no es llegar a la cima sino aprender de todo lo que en el camino quiso detenernos y aún así no lo dejamos suceder. Siempre habrá algo que te hará bajar pero ese algo también te hará comprender que has aprendido y que has cambiado. Tal vez la próxima vez que subas la montaña, no vuelvas a tropezarte con las mismas piedras y hasta te parecerá mejor llevar paraguas para enfrentar la tormenta. Acuérdate que la vista es fabulosa, pero el camino es genial. 


Mi respiración se había acelerado y la fresca brisa que había allí arriba me hacía doler el estómago. Podía sentir que él necesitaba de mi apoyo para poder continuar con sus palabras así que coloqué mi mano derecha en su pierna..

-Ya cuéntame...-dije y respiré profundo. Quería bajar para ver si Mía estaba bien, de todas formas yo necesitaba hacer reposo y ese fresco no me sentaba para nada agradable. Él se puso de pie pasando otra vez sus manos por su rostro. Se colocó de espaldas a mi y yo simplemente lo observaba desde el banco. 

-El auto con el que desviábamos la horda se quedó sin gasolina. Tuvimos que bajar y correr. Habían cientos de ellos por todos lados- hizo una pausa- nunca había visto tantos en un mismo lugar-dijo negando con la cabeza- Me quedé con Clara. Tratamos de guardar balas pero fue imposible, se acabaron rápidamente-dijo y su pausa fue tan larga que no entendía por qué había hecho tanto drama por esa situación, al fin y al cabo no había sucedido nada.

-¿Eso es todo?-pregunté mirándolo aunque él continuaba de espaldas.

-No, eso no es todo, Maggie-dijo y finalmente me miró. Bajé la cabeza dispuesta a escucharlo-No lo vi venir, ninguno de nosotros, simplemente sucedió muy rápido...-dijo con sus ojos repletos en lágrimas y yo aún lo miraba confundida sin entender completamente que era lo que estaba tratando de decirme.

-No entiendo-dije y me puse de pie pero sin acercarme a él.

-Estoy muriendo, Maggie-dijo poniéndose de espaldas a mi nuevamente. Por un momento creí que iba a desmayarme. Parecía aún no entender pero en realidad si lo hacía. Comprendía lo que había sucedido y la situación estaba comenzando a superarme al punto de querer estallar-Uno de ellos me mordió...

-Para-lo interrumpí y se dio la vuelta para mirarme. Se acercó a mi para abrazarme pero yo lo aparté-¿Estás jugando conmigo?-le pregunté aunque yo sabía muy bien que no lo estaba haciendo. Sus lágrimas eran tan verdaderas que dolían y podía sentir que toda mi vida estaba apunto de desmoronarse de nuevo. Negó con la cabeza y la bajó. 

Sin lluvia no hay arcoiris, pero mi tormenta parecía llevarse todo a su paso y no terminar jamas. Quería mi arcoiris pero infinito. Eterno ¿como era posible que todo lo malo me sucediera a mi? ¿Como en un mundo donde sufrir se había vuelto cotidiano todavía era posible desgarrarse de dolor cada día? 

No podía asimilar lo que Glenn me estaba diciendo. Mi cabeza daba vueltas y trataba de hallar opciones pero no las había. No había elección ni siquiera una salida. Mi destino estaba marcado y el de él también y eso era lo que más dolía. Tenía al hombre de mi vida frente a mis ojos, con la cabeza gacha, llorando y diciéndome que dentro de unos días simplemente desaparecería. Estaba escuchando a la razón de mi existir decir que pronto se iría. Me lo estaban arrebatando y mi alma parecía estar apagándose de a poco. Todo lo que habíamos pasado juntos, todas las caídas, todos los disgustos, todas las alegrías y todo lo que habíamos construido parecían estar desmoronándose junto a mi. Comencé a sentir el vacío dentro de mi y por un momento quería ser él, quería irme de allí y no sufrir más. Estaba harta de llorar, harta de sentir que todo a mi alrededor podía desaparecer en cualquier momento. Estaba cansada de las despedidas. Cansada de cavar tumbas. Estaba cansada de subir y bajar aquella montaña.

Ahogada en sentimientos me dejé caer en sus brazos. Las lágrimas parecían estar destruyéndome y el dolor que sentía en el pecho se asemejaba al de un puñal ¿como era posible que en ese momento, que debería ser uno de los más felices de mi vida,  se tornara el más triste?¿por que me arrebataban a todas las personas que amaba? ¿acaso era yo el problema?

Coloqué mi frente junto a la suya y nada más me quedé contemplando su mirada la que suplicaba a gritos que lo perdonara. Se sentía culpable por dejarme, por dejar a Mía sin un padre, por hacerme sufrir de esa manera. Sus brazos me rodeaban y mi mente no podía creer que en unos días esos brazos ya no estarían más junto a mi. No volvería a ver su sonrisa, no volvería a escuchar su voz. No volvería a besar sus labios fríos ¿Como podía despedirme del hombre que más amaba en el mundo? ¿Como decirle adiós a la persona que me había entregado todo? No había palabras para describir la angustia que sentía, la rabia que recorría mis venas. Todo comenzaba a volverse oscuro otra vez y sinceramente esta vez parecía no poder encontrar la luz. Mi mundo estaba cayendo en pedazos. No había duda de que me encontraba descendiendo de la montaña. Pues la cima parecía no durar demasiado.


Sil

Escucho (leo) sus comentarios hacia Glenn. Quise escribir el capítulo lo más sentimental posible pero me parece que no salió del todo bien. Espero que a pesar de todo les guste. Quiero que sepan que mañana probablemente termine la novela ya que subiré el capítulo siguiente y el último seguidos. 

Los quiero



CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora