Capítulo 63: La buena vida

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Las grandes puertas de madera se abrieron dejándonos de frente a su pequeña ciudad. El hombre que parecía ser el dueño de todo lo que veían nuestros ojos, estiró ambas manos para que le entregásemos las armas. Los dos guardias que se encontraban allí nos apuntaban con sus escopetas esperando a que tomáramos la decisión correcta. Mark nos hizo una seña y todos entregamos nuestras armas, incluidos los cuchillos que llevábamos en el cinturón. Glenn me colocó su mano en la cintura para que avanzara entre las pequeñas calles que rodeaban a las casas del sitio. 

-Por cierto, mi nombre es Paul. Espero que no hagan demasiado ruido ya que la mayoría aún está durmiendo-dijo liderando la recorrida- No solemos hacer esto seguido, muchos como ustedes se presentan en nuestras puertas en busca de ayuda, lo malo es que no entienden que las casas están todas ocupadas-hizo una pausa y nos miró a Glenn y a mi-Viendo su estado no podía negarme.

-¿Que condiciones hay que cumplir para poder ingresar?-preguntó Rita mientras miraba asombrada a su alrededor.

-No hay condiciones, todo depende de la actitud-dijo seriamente-Si un grupo se presenta de manera dominante y agresiva simplemente no los dejamos ingresar. No queremos negarle la buena vida a nadie pero a veces hay que hacerlo para mantener al resto seguro.

-¿A ésto le llaman buena vida?-preguntó Mark aún no muy convencido de lo que sus ojos estaban viendo.

-Pues, déjame mostrarte el lugar y luego sacas tus propias conclusiones-exclamó Paul y sonrió.

Bremen era simplemente hermoso, podía asegurar que más lindo de lo que había imaginado. Era exactamente un pequeño pueblo amurallado por grandes tablas de madera y chapa. Las casas eran sencillas pero todas pintadas de diferentes colores claros, cada una tenía un pequeño jardín y por lo menos dos habitaciones. Paul nos contaba acerca de las tantas comodidades que poseían, cosas que para nosotros parecían inalcanzables. Tenían cerca de cincuenta metros solo de cultivos y cincuenta más de paneles solares. 

-Contamos con tuberías de agua que son calentadas por los paneles. La energía es renovable así que no dependemos de nada mientras estos gigantes sigan funcionando correctamente-pronunció Paul señalando los paneles solares. Eso no era nuevo para nosotros ya que el refugio contaba con los mismos, pero de todas formas todo parecía mejor allí. Seguimos recorriendo las limpias calles que daban a las puertas de los pequeños hogares. Algunas personas ya despiertas nos miraban mientras se mecían en sus sillas desde los pórticos de las casas. Fue en ese momento que recordé que nuestra vestimenta parecía alertar a todos los que se encontraban allí. Sin bien podíamos lavar nuestras prendas, habían ciertas manchas que eran imposibles de quitar, así que nuestro estado no era el mejor. Aún más cuando nos comprábamos con ellos quienes vestían ropa absolutamente limpia y hasta se asemejaba a nueva. Paul llevaba puesto un saco abrigado de color gris con una camisa rayada debajo y unos pantalones negros. Probablemente lo que se pondría Glenn en una cena con la familia. Reí por dentro al imaginarlo así vestido y volví a contemplar mi alrededor. 

-Bien, esta es nuestra pequeña ciudad-dijo Paul abriendo los brazos y dando por finalizado el recorrido.

-Algunos de mis viejos compañeros vinieron por ayuda hace unos días...-pronunció Clara tímidamente.

-Pues, si se han comportado de una buena manera de seguro se encuentran durmiendo en alguna de las casas- hizo una pausa- Oigan, hospedamos mucha gente aquí. Cerca de treinta personas, muchas de ellas con niños. Antes solíamos dar una casa por familia pero con tanta gente empezamos a dividirlas y a hacer que la gente compartiera su vivienda. Ustedes no parecen malas personas, seguramente tengan que responder algunas de mis preguntas y podrán quedarse-hizo una pausa-Si es que así lo quieren.

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora