Capítulo 37: La fotografía

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Las velas y los fósforos no escaseaban en la casa por lo que fue sencillo lograr un poco de luz cuando la noche finalmente llegó. Era agradable no estar fuera a esas horas, había tendido a acostumbrarme al dolor de espalda constante, a los insectos y a la tierra húmeda, pero acostumbrarme al temor que sentía cada vez que mis ojos se cerraban allí afuera era imposible. Cada sonido podía significar peligro, ya sea una simple rama chocando con otra como el ruido de algún animal que se encontrara en el bosque, mantenerse alerta todo el tiempo era más cansador que caminar sin parar durante días. No dejábamos de lado la posibilidad de que Bill estuviera siguiéndonos, sabíamos que había escapado sin heridas así que podría volver a vengarse en cualquier momento y sin problemas.

Richard sacó algunas latas de la mochila y las colocó en una de las mesas que se encontraban en la sala. Los cuadros colgados en las paredes me hacían acordar a los de mi casa, me preguntaba si alguna vez volvería a verlos, si volvería a sentir el aroma a hogar y finalmente sentirme a salvo. Podía decirse que no extrañaba estar en mi casa, extrañaba el sentimiento que me provocaba estar ahí, a pesar que hubiesen ocurrido cosas espantosas allí adentro, aún se seguía sintiéndose como un hogar. Es que la suma de todos los momentos hermosos que había vivido allí era más grande que los malos. Ahora me encontraba sentada en el sillón frente a aquellos cuadros enormes que llevaban su marco hermosamente trabajado en madera. No eran pinturas, eran fotografías, la mayoría de los rostros eran de niños, probablemente de no más de diez años. Algunas fotos eran de época por lo tanto estaban en blanco y negro y en sepia, pero otras tantas se encontraban a color. Mis pensamientos rápidamente viajaron hacia el rostro de Mía, podía recordar cada segundo de esa noche, aparecía en mi cabeza todo el tiempo, ella corriendo hacia mi, la bala impactando en su cabeza y sus palabras "no me mientas... nos matarán a todos"

Comí tan solo algunos bocados y tomé una de las velas para dirigirme a una de las habitaciones de la casa. Recorrí el pasillo mientras seguía observando las fotos en las paredes. La primera puerta conducía al baño, la segunda a la cocina, la tercera a una habitación con cama matrimonial y la cuarta a una habitación con una sola cama. Entré a la última habitación que sin duda alguna pertenecía a un niño, probablemente el de una de las fotos. Apoyé la vela en la mesa de luz, me senté en la cama perfectamente tendida y me apoyé contra la pared. Saqué la foto de mi familia que llevaba en el bolsillo del pantalón y me la quedé contemplando. Una luz se acercó a mi, era Glenn sosteniendo una vela, se sentó a mi lado y me sonrió, hice lo mismo.

-¿Los extrañas?-preguntó mirándome.

-Si, de todos modos creo que me alegra saber que no tienen que pasar por todo lo que estamos viviendo.

-Encontraremos un lugar seguro, te lo prometo-dijo y me besó.

La realidad era que por más hermosas y motivadoras que sus palabras sonaran ambos sabíamos que encontrar un lugar seguro era complicado. Podría denominarse "seguro" los primeros días, cuando todo pareciese mejor al compararlo con nuestra situación anterior, pero las cosas tienen a empeorar, el tiempo me lo ha demostrado y sigue haciéndolo, siempre van a existir problemas que harán que ese lugar "seguro" se convierta en lo contrario. A veces me molestaba ser tan negativa con esos asuntos pero la verdad era que prefería sorprenderme que decepcionarme.

Un disparo congeló mi corazón por un momento. Glenn sorprendido se levantó rápidamente de la cama y se acercó a la ventana ya que el sonido provenía claramente del exterior. Corrió la cortina y su expresión me preocupó.

-¿Que sucede?-pregunté acercándome al borde de la cama.

-Apaga la vela-dijo y enseguida soplé haciendo que la pequeña llama de fuego dejara de brillar-vayamos con los demás-dijo y me tomó de la mano.

Cuando llegamos al comedor todos parecían haber hecho lo mismo que nosotros ya que todo estaba en completa oscuridad. Mark se encontraba al costado de la ventana mientras cada tanto observaba lo que sucedía afuera.

-¿Que ocurrió?-pregunté otra vez.

-Hay un par de hombres afuera, uno de ellos ha disparado-me respondió Glenn.

Me acerqué cuidadosamente a otra de las ventanas para ver que era lo que estaba pasando.

-Oh, Michelle, es una pena que te hayas comportado de esa forma conmigo, mira lo que me has hecho hacer-dijo uno de los hombres que se encontraba afuera a una mujer desplomada en el piso, su pierna sangraba por lo que deduje que le habían disparado a ella. La mujer se quejaba entre sollozos de dolor. Habían cuatro hombres más, de gran tamaño, llevaban casi todos chaquetas de cuero negro y apuntaban a la mujer con sus armas.

-Guarden silencio-dijo Mark.

-¿Que haremos contigo?-continuó el hombre mirando a la mujer mientras se desangraba.

-Tenemos que hacer algo-le dije en voz baja a Glenn que ya se encontraba a mi lado.

-No sabemos cuantos más de ellos pueden haber afuera, no podemos arriesgarnos-respondió.

-De todas formas ya no podré hacer nada contigo en ese estado, mira lo horrible que te ves-continuó el hombre.

-Ya decídete que harás con ella, Bruce-pronunció otro de los hombres.

-Mátala-dijo y en ese momento otra bala salió impactando en el pecho de la mujer-deja que se convierta-dijo el hombre y rió. Los hombres se alejaron dejando el cuerpo de la mujer atrás. Mark cerró completamente la cortina y se dio la vuelta, los demás hicimos lo mismo esperando que alguien dijera algo.

-Mañana por la mañana saldremos de aquí-dijo firmemente Mark.

-¿Por qué?-preguntó Mike quien parecía bastante conforme con la casa.

-Bruce, es la mano derecha de Nathan. Están aquí-dijo Mark.

-¿Quien es Nathan?-pregunté.

-El líder de "los bravos"-contestó Rita y bajó la cabeza. Todos sabíamos lo que eso significaba, ellos aún más que yo. Sabíamos que el peligro estaba cerca, otra vez.


Sil

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CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora