Capítulo 65: Ver para creer

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Noveno mes. Nos adentrábamos en una etapa repleta de ilusiones y esperanza como también de dudas e incertidumbre. La preocupación comenzaba a tomar lugar en mi cabeza y me pasaba las horas pensando en como sería el parto. Mi espalda me atormentaba con cada movimiento y podía sentir que el bebé nacería en cualquier momento. Mis tardes se resumían en estar acostada en la cama o simplemente sentada en el sillón de la sala. Había dejado de ir a Bremen hacía al rededor de tres semanas ya que el viaje se me hacía bastante cansador y no podía realizar demasiados movimientos bruscos. La situación allí iba muy bien, no podía negarlo, todos supimos adaptarnos con facilidad aunque Mark no lo quisiese admitir. Algunos de los habitantes ya habían comenzado a salir de excursión ya que se sentían aptos para enfrentarse a las bestias y la comunidad parecía estar haciéndose más auto suficiente de lo que ya eran. Esto por momentos nos generaba cierta inquietud ya que no sabíamos cuanto tiempo más iban a necesitar de nuestra ayuda y eso significaba que no tendríamos más nada para intercambiar. Sin embargo, Paul siempre fue muy servicial y atento, jamás nos reclamó nada y parecía disfrutar de las lecciones. Había formado una buena amistad con nosotros y seguía insistiendo en que nos mudáramos a la comunidad. El refugio había crecido enormemente en los meses anteriores, además de contar con alimento de sobra habíamos conseguido nuevos libros, muebles y hasta sillones en perfecto estado. Rita y Sofía se habían encargado de pintar algunas de las paredes de colores cálidos y por suerte había dejado de ser una fábrica gris abandonada y triste. Para nuestra sorpresa Richard había tomado la decisión de mudarse a Bremen. La relación con Clara pareció ser amor a primera vista y estuvo dispuesto a dejarlo todo por ella. Lo seguíamos viendo, claramente, pero ya no tanto como antes lo que nos hacía extrañarlo pues él era sin duda alguna el alma divertida del grupo. 

Cada vez que salían a la comunidad Glenn debía ir. Era fuerte, perseverante, astuto y un buen líder, así que siempre contaban con él. Al principio esto no era ningún problema, en especial cuando yo también iba. Pero esas últimas tres semanas fueron inmensamente duras para él ya que yo debía quedarme en el refugio mientras él se iba. Glenn sabía que en cualquier momento llegaría el día de dar a luz y eso lo tenía preocupado. Quería vivir conmigo ese momento sin lugar a duda y temía que sucediera cada vez que cruzaba la puerta. 

Me encontraba en la cocina disfrutando de los pocos minutos al día en los que no me dolía la espalda ni la caldera. Aprovechaba esos instantes para hacer algo productivo y ayudar, por más mínimo que fuese. Anotaba en la libreta la cantidad de provisiones que llegaban de Bremen y también de los frutos que producíamos en la huerta del refugio. Glenn había salido a dar clases junto a Mark, Rita y Dean. Jessica se quedaba conmigo el mayor tiempo del día y de verdad que le estaba muy agradecida por el cuidado que me brindaba. Anhelaba ir a la azotea, mucho más en esos días ya que la primavera había comenzado y junto a ella un clima espectacular. La escalera que conectaba el salón con la azotea no era de las mejores y Glenn insistía en que fuese únicamente cuando él se encontrase en el refugio. Se había vuelto más sobre protector conmigo de lo habitual y me lo hacía saber sin ningún problema. Me daba mucha ternura que fuese así pero por momentos me enojaba el hecho de tener que consultarle cada paso que daba. 

Anotado todo en la libreta, tomé mi libro ya comenzado y me senté en el sillón negro de la sala. Estuve allí leyendo por un buen rato hasta que decidí tomarme una ducha caliente para relajar los músculos que ya estaban comenzando a doler otra vez. Bremen había llegado en el momento justo, además de alimentos pudimos conseguir píldoras que me aportaran vitaminas y minerales durante el embarazo. Me despertaba con más fuerzas y también ayudaba al bebé a desarrollarse correctamente. Terminé de cambiarme y dejé mi pelo al viento para que se secara. Me observé en el espejo y recién allí me di cuenta de lo largo que lo tenía. Casi sobre pasando los hombros.

Me dirigí a mi habitación y guardé en el armario algunas prendas de Glenn que vagaban por el lugar. Un grito me dejó perpleja. No había dudas de que provenía de Rita, podía reconocer su voz. Me dirigí enseguida a la sala y ella agitada estaba tratando de llamar a los demás que se encontraban en el refugio. Algo no iba bien y era apreciable a primera vista pues ella estaba cubierta en sangre. Mi piel se erizó y ni bien logró recuperar el aliento habló.

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora