Capítulo 25: Las tumbas

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Abracé a mi madre y le dije cuanto la quería. Le sonreí y la miré a los ojos como si el tiempo no existiera. Ella estaba ahí, frente a mi y yo aún la extrañaba. Sus brazos me rodeaban pero aún me hacía falta. Su sonrisa era pura y pacifica pero aún así sentía miedo. Entonces ella me soltó, sus brazos se dejaron caer a un costado. Sus labios se volvieron una linea recta carente de emociones y sus ojos no me producían nada. Su rostro se tornó difuso, quería alcanzarla pero ella parecía estar cada vez más lejos. Su alrededor se volvió negro y ella solo estaba allí parada como si formara parte de la profunda e intensa oscuridad. Su rostro borroso comenzó a transformarse en algo distinto, en algo que no parecía real. Sus brazos comenzaron a estirarse pero de manera extraña y su boca se abrió como si le faltara el aire. Luego de unos minutos entendí. La sangre comenzó a cubrir su cuerpo, y las heridas aparecieron sobre su piel, de ellas emanaba sangre oscura y hasta parecían estar cubiertas de una sustancia marrón desagradable. Cerré mis ojos como si eso pudiera cambiar las cosas, como si dejar de ver lo que estaba frente a mi cambiara mis sentimientos y apagara mis miedos. Los volví a abrir con la misma esperanza, como si todo fuera a desaparecer. Pero ahora estaba donde todo había comenzado. En la puerta de la habitación de mi apartamento, donde mi abuela había fallecido. Tras mirar a mi alrededor me centré en lo que había delante de mis ojos, mi madre convertida en un monstruo, otra vez. Pero ahora todo parecía ir en cámara lenta. Su mandíbula dislocada y su cuerpo devorado vagaban frente a mi. Entonces esta vez preferí terminarlo yo. Quería irme, dejar este mundo. Quería parar de sobrevivir, quería dejar de pensar en cuanto tiempo me quedaría si hiciera lo incorrecto. Sus dientes se apoderaron de mi brazo. La sangre caía lentamente en el piso de madera. Pero no sentía dolor. Traspasaba mi piel, haciéndose cargo de todas mis arterias. Fue cuando la vi a pocos centímetros de mi que logré arrepentirme. Algo en mi cambió. Entonces mi brazo dejó de sangrar y mi madre convertida en caminante comenzó a retroceder. Me sentía confundida, no entendía que era lo que estaba sucediendo. Cerré mis ojos otra vez. Cuando los abrí ella estaba allí nuevamente, como la primera vez, con su cuerpo en estado perfecto. Su sonrisa seguía allí al igual que la paz en sus ojos. Me abrazó y se acercó a mi oído. Sus palabras helaron mi cuerpo, pero eran ciertas. Tan ciertas que dolía.

No podía abrir mis ojos por la luz aparente del sol que me daba directamente en el rostro. Traté de moverme y allí sentí la causa de mi sueño. Mi cabeza dolía demasiado pero no podía recordar por qué. Apenas podía mover mi cuello y un intenso mareo amenazaba con dejarme caer nuevamente. Aún sin abrir los ojos traté de apoyar mis manos en algo, sostenerme o aferrarme. Finalmente pude abrir mis ojos y me encontré con algo desesperante. El lugar no era lo único que me asustaba sino como era que había llegado allí. Tomé mi cabeza ante el dolor permanente y suspiré. Tras mirar mi mano noté que sangraba bastante. Me alteré un poco y el nerviosismo se apoderó de mi. Estaba rodeada de árboles, tierra, arbustos, en otras palabras me encontraba en un bosque. Lo peor era que al parecer estaba sola. No había nadie ni nada junto a mi. No tenía mi arma ni mi cuchillo. Me sentía agotada así que me senté nuevamente y dejé caer mi espalda en un árbol. Traté de pensar como era que había llegado allí. Que era lo que había ocurrido. Podía recordar estar hablando con Glenn, al lado de la camioneta, esperando por el resto, saldríamos de expedición, iríamos al supermercado. Mis pensamientos se interrumpieron cuando oí un ruido tras de mi, exaltada me di la vuelta y allí me encontré a un hombre que me miraba fijamente. Se acercó a mi y me tomó fuertemente del pelo provocando que me levantara, dejé salir un pequeño grito de dolor ya que mi cabeza dolía ya lo suficiente.

-Espero que hayas aprendido...-pronunció el hombre muy cerca de mi observando mi cara de dolor. No dije nada, quería hablar pero preguntarle por lo que había sucedido de seguro sonaría en tono de burla así que guardé silencio. Finalmente me soltó y caí vencida nuevamente en el pasto algo quemado por el sol. El hombre se agachó a mi altura y tomó mi mentón con sus manos repletas de sangre y tierra. Sentí asco pero a la vez miedo. -¿Te han dicho que eres linda?- dijo ahora pasando su mano por mi mejilla. Aparté la cara para que dejara de tocarme pero pareció no gustarle. Me tomó del brazo fuertemente y me hizo caminar hasta un auto gris que había a unos cuantos metros. Me arrojó sobre el capó del auto haciéndome quedar casi acostada en él. Mis costillas dolían y mi cabeza no dejaba de sangrar. Sentía una profunda angustia por no poder recordar que era lo que había sucedido. Quería saber donde estaba Glenn, que había sucedido con los demás, si es que en algún momento llegamos a salir del campamento. Seguía allí tirada sobre el auto negada a moverme por miedo a lo que podía llegar a hacer. Entonces el hombre se acercó a mi y colocó una de sus manos en mi espalda. Mi cuerpo se congeló totalmente y recé porque nada sucediera. Deslizó su mano hasta llegar a mi cuello, comenzó a tocarme el cabello y podía sentir el dolor de la herida que se encontraba a unos escasos centímetros. Pasó su asquerosa mano nuevamente por mi rostro y me sentía asqueada, quería pegarle por lo que estaba haciendo conmigo. Esta vez me tomó de la campera que llevaba puesta haciéndome poner de pie otra vez.

-Deja de temblar-dijo en tono agresivo- No te preocupes que no haré nada contigo, por ahora, solo eres una perra miedosa-dijo y me hizo subir al asiento trasero del auto.

El hombre comenzó a conducir hacía vaya saber donde. Mis ojos buscaban desesperadamente algún indicio que me hiciera dar cuenta de donde me encontraba, pero el paisaje se resumía en arboles y tierra. Tras conducir unos kilómetros el auto se detuvo. Él hombre bajó pero me dejó allí adentro. Quería tratar de bajarme pero sabía que de hacer algo mal podría arruinar más las cosas. Miré por la ventana y lo vi hablando con otro muchacho. Luego de unos minutos vino por mi y me llevó adentro de una edificación lo bastante vieja. Al ingresar, el lugar estaba lo bastante oscuro como para tornarse dificultoso distinguir los rostros, pero allí había mucha gente, entre ellos niños y mujeres que me observaban como si hubiera hecho algo demasiado malo. Mi corazón se aceleraba cada vez más, me preguntaba cual era mi destino, donde estaban los demás y qué era ese lugar. Dos hombres nos siguieron hasta una habitación. Allí había una mesa con dos sillas somo si alguien trabajara ahí con sus papeles. Pero la mesa estaba vacía. El hombre me tiró al suelo y me dejó allí en un rincón. Me sentía indefensa ante sus miradas, y lo era, eso lo sabía. El hombre tenía cabello oscuro y vestía una chaqueta larga de color marrón. Sus ojos parecían estar llenos de rabia y por como me trataba estaba claro que algo había hecho.

Los dos hombres se retiraron del cuarto quedándome con el hombre de la chaqueta a solas. Él se sentó en una de las sillas y se me quedó mirando.

-Levántate y siéntate-dijo obligándome. Me puse de pie y me senté en la silla del otro lado de la mesa. El juntó sus manos sobre la mesa y no paraba de mirarme el escote de la remera lo que me hacía sentir muy incómoda. -Espero que tu tengas las respuestas que estoy buscando...-dijo.

-No se de que hablas-pronuncié finalmente.

-¿Acaso estás tomándome el pelo? me parece que no es un buen momento para eso.

-No lo recuerdo.

-¿Sabes que perfectamente podría arrancarte esa remera y hacer contigo lo que quisiera, verdad? Espero que lo tengas claro.

-Me golpee la cabeza, no puedo recordar que sucedió

-Si, eso lo puedo ver, especialmente porque has llenado todo el auto de sangre-dijo.

-¿Que es lo que quieres?-pregunté, atreviéndome.

-Nada en especial, solamente los quiero a ustedes muertos. Nunca había visto tu cara, seguro eres lo bastante nueva en ese grupito.

Bajé la mirada.

-No te preocupes, antes de matarlos me voy a tomar el tiempo de que sufran un poco. Ya les hubiera disparado, pero... ¿no te parece que sería aburrido?

No dije nada, mis manos sudorosas temblaban y sentía ganas de vomitar.

-Solo quiero divertirme con ust...-una muchacha interrumpió la charla entrando a la habitación.

-¿Que es lo que estás haciendo, Bill?-dijo ahogándose en lágrimas. El hombre se levantó suspirando.

-Ahora no, Clara, por favor vete de aquí-dijo echándola.

-Déjalos en paz, ¿te acuerdas lo que hizo la última vez?-dijo la muchacha.

-Esta vez no será así...

-Claro que si, siempre terminamos cavando tumbas, Bill, deja de ser tan imbécil.

-Mierda, Clara! deja de ser tan estúpida. Esta chica nos dirá donde esta el asiático, ella estaba con él.

El nudo en la garganta apareció de nuevo. Hablaba de Glenn. Y ella era Clara, estaba segura que era con la chica que él soñaba. Clara. Bajé la cabeza. Tenía que recordar. Tenía que revivir que era lo que había sucedido. Pero mi cabeza dio las vueltas necesarias solo para recordar lo que mi madre me había dicho en mi sueño. "Cavarás tumbas, pero lucharas para no estar en una de ellas"

CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora