Capítulo 18: El tiempo es relativo

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Gracias por leer! Les dejo acá el link de la canción que escuché mientras escribía por si quieren escucharla mientras leen! Espero les guste el capítulo. Comenten que les pareció. Link: https://youtu.be/rAaUo9FVpVI



Patrick cruzó la puerta de entrada, se sentó junto a la mesa y observó como mi padre esperaba que le diera una solución.

-Ya coloqué las cadenas. No hay más que hacer, solo esperar a que nada suceda o que suceda todo-dijo cruzándose de brazos y apoyando su espalda contra el respaldo de la silla.

-Hay muchas ventanas, entraran por allí-dijo mi padre moviendo la cabeza de lado a lado.

-David, se optimista, por favor- pronunció mi madre desde la otra punta de la habitación sin dejar de pasar la escoba por el piso.

-Están invadiendo el centro de la ciudad, llegarán aquí, estoy seguro-dijo mi padre apoyándose contra la pared, preocupado.

-Si rompen las ventanas oiremos el ruido, en ese caso tendremos que salir a defender lo que nos pertenece- agregó Patrick convencido.

-No pueden enfrentarse a ellos, si vienen serán demasiados, están violentos, lo quieren todo- dije tratando de convencerlos.

-Cariño, si se llevan las cosas del supermercado no nos quedarán provisiones, no estamos protegiendo el negocio, estamos tratando de conservar la mayor cantidad de cosas posibles por si las necesitamos más adelante-respondió mi padre.

Asentí dudosa.

Los saqueos habían comenzando. La gente estaba asustada y en vez de refugiarse en sus casas salían a robar a las calles. Lo más irónico era que no se llevaban carros con comida o agua, sino repletos de productos electrónicos. Podíamos observar desde la ventana como la gente caminaba con cajas de televisores, de celulares y computadoras. Al parecer se preocupaban más por el entretenimiento que por la propia vida. 

Estaba ocurriendo una catástrofe mundial, la CNN ya había dejado de transmitir definitivamente, lo que suponía una gran preocupación. Ya no habían noticias en la televisión, no sabíamos que pasaba en las calles ni en otras partes del mundo. Solo podíamos conformarnos con lo que ocurría frente a nuestros ojos. 

Mamá no dejaba de pasar la escoba por toda la casa, era su forma de tranquilizarse. Mi padre en cambio, la recorría tratando de pensar en una idea para que el supermercado no sufriera las consecuencias de una sociedad agonizando. Mi abuela se dedicaba a tejer durante las tardes y mirar películas durante la noche. Jack continuaba en casa, aunque aún seguían esas ganas de echarlo a veces. Ahora me encontraba con la computadora en mi regazo, buscando alguna noticia reciente, pero el internet ya parecía estar muerto. Los diarios online no publicaban ningún informe, solo nos quedaban las redes sociales donde algunas personas comentaban lo que estaban viviendo.

La noche llegó. Estábamos todos esperando lo peor. Se sentían gritos y discusiones afuera. La gente exclamaba justicia como si todo se tratara de eso. Jack insistió en asomar la cabeza por la ventana para verificar que todo estuviese bien. Se acercó y quedó allí por algunos minutos.

-Están pasando-dijo mirando a mi padre.Él asintió. 

Mamá había insistido en que Patrick pasara la noche en casa. Las callen ya le pertenecían a la violencia, a la locura, a la inconsciencia, salir a esa hora era impensable. 

Luego de un rato todo se tornó tranquilo, los gritos disminuyeron y las calles quedaron vacías. Justo cuando pensábamos que lo peor había sucedido las luces comenzaron a parpadear de forma extraña, como cuando amenazan con apagarse en plena tormenta, pero la noche estaba totalmente despejada, no había razón, solo quedaba que  hubiera algún problema eléctrico. De repente todo quedó a oscuras. No podía ver a mi alrededor, escuchaba a la abuela gritando desde su habitación porque su televisión se había apagado. Papá se acercó a la ventana y notó que las luces de la calle también se habían apagado. Todo estaba demasiado oscuro, demasiado silencioso. Tomé mi computadora y traté de averiguar en alguna red social que era lo que estaba sucediendo. Fue imposible, ya no había internet. No había electricidad. No solo estábamos convencidos de que la luz volvería sino de que nuestras vidas volverían a la realidad, que ilusos. La electricidad nunca volvió y a partir de allí todo raramente se calmó. Los saqueos cesaron. La gente comenzó a encerrarse en sus casas. Comenzaron a temerle a la vida y así fue como aquellos monstruos mas tarde se las arrebataron.

29 de abril. El día que debía llevar el código de comercio a clase. Trataba de recordar ese día. Esa mañana cuando abrí los ojos pensando en el gran día que esperaba por mi. Cuando miré por la ventana y la gente caminaba tranquilamente hacia sus trabajos, paseando a sus mascotas o simplemente recorriendo las calles. Desayuné con mis padres y Jack, reímos sobre un comentario que había hecho la abuela sobre su novela favorita. Nos miramos a los ojos donde nada más había paz. Crucé la puerta de entrada sin miedo. Caminé por las calles sin mirar atrás. Hablé con mis amigos sobre la fiesta del fin de semana. Besé a Jack, le tomé la mano y caminamos por la plaza. Hablamos sobre que haríamos cuando llegase el verano. Le dije cuanto lo amaba. Por la tarde tomé mi auto y me dirigí a la universidad. El profesor de la primera materia nos dejó debatir sobre las nuevas restricciones del comercio exterior. Entonces mi celular sonó, una, dos, tres veces. Esa llamada. Ese momento que lo cambió todo, lo que me apartó de mi vida. 

Desperté pensando en mi futuro y me acosté por la noche pensando cuanto tiempo me quedaba en este mundo. Soñé con lo que sería mi vida perfecta. Como lo solía hacer siempre. Salud. Amor. Trabajo. 

30 de abril. Miraba por la ventana como si lo que estuviera viendo me llamara la atención, no, un simple árbol, una simple tormenta, una lluvia insignificante pero importante para tantos. Seguía observando, como las personas pasaban corriendo por la puerta de mi casa con sus paraguas ya rotos por el viento, como volaban las hojas de los árboles y yo acá adentro, casi burlándome del exterior. Podía notar preocupación en sus rostros, también podía notarla dentro de mi. A pesar de que nada parecía haber cambiado, en realidad lo había hecho. El sol parecía brillar menos y las noches aparentaban ser más largas y oscuras. La luna brillante trataba de esconderse detrás de aquellas nubes grises que traían consigo rabia y tristeza.  

  Me di vuelta. Miré nuestra foto juntos. Nuestra familia. Tal vez tratando de imaginar los tantos pensamientos que pasaban por la cabeza del otro en ese momento. Recuerdo como no parábamos de reír. Aquella foto se convertía en un vídeo sin fin, mil recuerdos pasaban por mi mente, mil emociones, mil sensaciones. Recuerdo las manos de papá sobre mis hombros, las sonrisas que me regalaba Jack y los consejos de mi madre. La abuela no paraba de contar chistes y simplemente allí quedó, ese momento capturado, para toda la vida.

Hay momentos que nunca vuelven. Sonrisas que nunca más veras. Consejos que jamas escucharas otra vez. Manos que soltarán tus hombros. El tiempo es relativo. Puedes imaginar toda una vida en cinco minutos, pero a veces nos olvidamos de vivirla. Solo hay que abrir los ojos, y en vez de soñarla hacerla realidad.




CUANDO LOS MUERTOS VIVEN -The walking dead (Maggie y Glenn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora