Capitulo 191

6K 527 68
                                    

NARRADOR: Andy Mawson

Desgarro sin piedad la bolsa de sangre que tengo entre las manos y me la acabo en cuestión de segundos. Era la cuarta que me devoraba, realmente estaba nervioso y la idea de escaparme no fue la mejor de todas, pero tampoco era la peor después de todo iba a salvar a Nick.

Ya acabado la quinta bolsa respiro hondo y miro nuevamente las instalaciones del lugar. En el momento en que logre por fui sentirme listo física y mentalmente me dispuse a pararme cerca de la única puerta que logre identificar. Si habían más, están muy bien escondidas porque no fui capaz de encontrarlas. 

Después de unos cuantos minutos, que para mi parecieron años apareció mi ticket de entrada. Un vampiro verdadero no más alto que yo y con gran complexión entro al edificio, en el momento en que cerro la puerta pude detenerla antes que se cerrara completamente. Me quede unos segundos afuera esperando que el vampiro que acababa de entrar se diera de cuenta que no resonó la puerta al cerrarla, pero nada sucedió. 

Tragué saliva un poco nervioso por la locura que estaba a punto de hacer y entre despacio, todo estaba oscuro como lo recordaba, era el mismo lugar en que una vez fui secuestrado y me habían enterrado vilmente los largos metales en el abdomen. Camine despacio por el pasillo, tratando en lo posible que la suela de mi zapato no resonara tanto con el suelo.

Al captar las primeras luces un recuerdo vago paso por mi mente,  sabía exactamente en donde me encontraba, en el campo de entrenamiento mejor llamado El Infierno. Aunque en mi mente me trataba de dar confianza mis manos no dejaban de temblar y las ganas de tener poderes tele transportadores fueron inmensas.

Corrí lo más rápido que mis piernas y mi super velocidad logro hacer por mí hasta el pasillo más cercano. El lugar es más que grande cuando no sabes a que lugar te diriges. Después de evadir y esconderme un par de veces de los vampiros que caminan por el pasillo me encuentro con la primera habitación. Mientras le pido al cielo que por favor no haya nadie importante en la habitación la abro demasiado lento. Al estar completamente abierta me encuentro con que la habitación es como un cuarto de lavandería o algo por el estilo.

Reviso rápidamente entre cajones, detrás de las inmensas maquinas y las esquinas en busca de quien sabe que, lo único que logra llamar mi atención es un canasto de ropa que por su aspecto y olor puedo deducir que esta recién lavada. Sin pensarlo mucho me comienzo a quitar mi ropa y meterla rápidamente en la mochila que cargaba desde un principio, luego comienzo a buscar entre las prendas camisa y pantalón de mi talla.

La camisa me queda algo entallada, pero eso era lo de menos en estos momentos, me puse las únicas botas que encontré a la vista, me quedaban algo grandes y sentía al caminar se deslizaban, pero era lo único que había logrado encontrar. Luego de mi cambio de atuendo y respirar hondo por unos segundos volví a salir al pasillo. ¿Cómo iba a encontrar la habitación en donde se encuentra mi hermano?

Desafiando mi suerte decido caminar en medio de todos los presentes con la mirada en alto y a grandes zancadas. Aunque necesitaba la mochila, me pareció mejor idea haberla dejado en la habitación cubierta de canastos de ropa sucia y detergentes de olor insípido. Al parecer por el simple hecho de portar estas ropas oscuras a nadie le importaba quien eras, camine entre ellos como si fuera uno de ellos y nada paso, nadie me detuvo o me pregunto quien era. Eso de alguna manera me relajo e hizo de mis nervios cesaran.

- Ey - seguí caminando - Ey tú - volvieron a gritar - Te estoy hablando, niño - una mano detuvo el hombro haciendo que mi respiración parara unos segundos - ¿Acaso estas sordo?

- No - conteste con la voz más gruesa y clara que pude emitir.

- ¿Eres nuevo, verdad? - pregunto mientras quitaba su mano de mi hombro.

Alimentadora [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora