Capitulo 196

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NARRADOR: Yesid Evans

El ardor que había sobre mi piel provocada por la sensación de estar siendo quemada por el collar desapareció de repente, al igual de como deje de escuchar lo que se encontraba a mi alrededor y mi visión dejo de captar la imagen de la habitación en la que me encontraba. Nada se sentía igual, era como si mi alma hubiera decidido tomar un paseo abandonando mi cuerpo, por algún motivo pensar en ello no me asustaba, pero tampoco me asombraba, simplemente lo aceptaba.

- Hay que admitir que esa chica nunca se rinde - es solo primero que escucho después de un gran momento de silencio, esto hace que abra los ojos de inmediato... no recuerdo haberlos cerrado antes.

Lo primero que veo es una luz, pero esta no es cegadora, al contrario es agradable. Era como estar en medio de la nada, no había nada material a mi alrededor, todo lo que había a mi alrededor se reducía a un lugar iluminado por una misteriosa luz blanca. Me levanto instintivamente del suelo y sin esperar que pase mucho más tiempo me doy la vuelta para encontrarme con el propietario de aquella voz ronca, cansada y muy seria.

- No me mires con esa cara - dijo el anciano que se encontraba al frente mío - hasta me hace sentir que no nos conocemos - nunca había visto antes este anciano, creo que si lo hubiera visto antes al menos me acordaría de una mínima parte de él. 

La espalda del anciano se encontraba encorvada y a juzgar de su postura apostaría todo lo que fuera a que todo su cuerpo se encontraba apoyada en el bastón de madera que sostenía con la mano derecha. El anciano portaba ropas andrajosas y su cabello a pesar de ser largo y gris se veía descuidado y la barba no mejoraba mucho su presentación.

- Estoy seguro que nunca lo había visto a usted antes - dije con el mayor respeto. 

Mis ojos no dejaban de observarlo desde la cabeza hasta los pies, tratando de descifrar quién es.

El anciano suspira sonoramente y comienza a dar pasos cortos y arrastrados hacia mí - Supongo que no me recuerdas, te cargue en mis brazos cuando tenías once meses de nacido hasta que cumpliste un año y dos meses. - ¿se supone que eso debe darme alguna idea?

- Aun no sé quién es usted - dije quedándome inmóvil al sentir su mano tibia tomar uno de mis brazos.

- Soy el chaman Chankui - dijo sonriendo como si se tratase de una broma.

¿Acaba de decir que era el chaman? 

- ¿Usted fue él que me... hizo esto? - más que una acusación, era más una pregunta curiosa.

- Todos me habían dicho que mi elección fue totalmente errónea, pero ahora que te tengo al frente puedo ver que nunca me equivoque.

- Hice mucho daño.

- Después de que tu alma fuera expuesta a las artimañas inescrupulosas de Dea, aun sigue protegiendo esa pequeña parte - pone su mano arrugada sobre mi pecho, para ser más especifico sobre mi corazón - que te hace humano, que te hace fuerte.

- Lastime a todos los de mi alrededor - dije alejándome de su mano.

- Hijo, Dea logro controlarte con ese collar..., pudiste dañar más de lo que puedes pensar y a pesar de todo eso la parte consciente, la parte humano fue más fuerte ante esos impulsos.

- ¿Por qué yo? - mi voz empezó a sonar quebradiza - ¿Por qué no otra persona?

- Porque los rayos de esperanza son pocos en este nuevo mundo y solo los más humanos son los verdaderos héroes a pesar de no contar con grandes músculos o gran tamaño.

- Entonces ¿qué va a pasar conmigo? 

-  Estoy seguro que antes de caer en la trampa de Dea escuchaste el final de la profecía, verdad.

Alimentadora [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora