Capitulo 138

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NARRADOR: Yesid Evans

Decir que tenía un revoltijo en mi cabeza era poco. Muchos recuerdos parecían ser llevados por un tornado, sea lo que sea que Dea me estaba haciendo antes que perdiera la conciencia me estaba afectando de una manera no solo física, sino que también emocional... o bueno eso sentí cuando varias emociones se estaban acumulando en mi ser.

Me sentí pesado y relajado a la vez, pero más que todo un sentimiento indescriptible crecía dentro de mi. El dolor de cabeza que comenzó aparecer era fastidioso y luego se convirtió en insoportable al transcurrir el tiempo, poco a poco fui recuperándome mientras escuchaba vagamente unas voces provenientes de mi cabeza. "Tienes que ser fuerte","No te dejes desvanecer en la oscuridad" y "Protege tu esencia" las escuchaba varias veces, cada vez más apagadas que la vez anterior hasta llegar al punto de desaparecer. En el momento que desaparecieron abrí los ojos simultáneamente, no lograba ver imágenes nítidas, ni tampoco lograba escuchar algo claro; me lleve una mano a la cabeza mientras me trataba sentar. 

Sacudí mi cabeza antes de levantarme, ya estando parado mi vista había mejorado y mis recuerdos revueltos me ayudaron a identificar el lugar en donde me encontraba. Camine hacia la puerta, encontrándome con tres bolsas de sangre apiladas al frente de la puertecilla. Sin pensarlo dos veces me abalancé sobre ellas y en un cerrar y abrir de ojos ya me había terminado dos completamente. 

Terminando la tercera me sentí con más sed que nunca. Deje las bolsas vacías y arrugadas en el suelo mientras volvía mi atención a la puerta, tenía que salir lo más pronto posible de aquí, si quería saciar mi sed y averiguar que rayos es lo que me había pasado. 

Cuando fui abrir la puerta estaba trancada, por más que la empujara o la jalara no se abrí.

- ¡Maldita sea! - dije en voz un poco alta, di un paso hacia atrás divisando mejor la puerta.

- ¿Yesid? ¿Eres tú? - una voz femenina me saco de mis pensamientos de como salir de aquí sin que nadie se diera cuenta.

- ¿Tú quién eres? - dije manteniendo mi vista en la puerta.

- ¡¿Cómo qué quién soy?! - a juzgar por su voz, estaba bastante exaltada - ¿En qué momento volviste? No te escuche... ¿Estás bien? 

- ¿Por qué no debería estarlo?

- ¿Descubriste algo? ¿Por qué te llaman el elegido del chaman?

- ¡¿Qué?! - sea quién sea la que estaba a en la habitación contigua era evidente que le faltaba un tornillo - ¿De qué hablas?

- ¡Yesid, no te pongas hacerte el misterioso!

Yo rodeé los ojos y pase mis manos por la puerta buscando un cerrojo o algo así, pero para mi decepción no había nada.

Bueno, no quedo más de derivarla.

- Yesid, contéstame.

- No sé quién eres o porque sabes mi nombre, pero te voy a dar un consejo haz que te revisen la cabeza - dije mientras me lanza a la puerta.

Mi hombro golpeo fuertemente la puerta haciendo que esta reprodujera un fuerte sonido, cuando volví a recuperar el equilibrio me di cuenta que esta no se había movido ni un centímetro.

- ¿Qué fue eso? Yesid ¿Qué estas haciendo?

Me volví en lanzar a la puerta en un intento de tirarla, pero solo logre un pequeño dolor en mi hombro y ningún progreso, solté un gruñido - No pueden encerrarme - grité mientras daba patadas con fuerza, puños, me tiraba hacia ella; pero nada lograba tirarla. 

- ¿Estás intentando derivarla la puerta? ¿Sí sabes es imposible hacerlo, cierto? - otra vez esa irritante chica.

Respire hondo y apreté mis puños para concentrar toda mi fuerza en ellos, me aleje lo más que puede de la puerta, camine hacia atrás hasta estar pegado en la pared. Lancé un gruñido antes de tomar impulso y salir corriendo hacia la puerta y estando a unos cuantos centímetros de ella un puño derivo la puerta dejándola desplomada en el suelo y con una gran abolladura en el centro.

Alimentadora [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora