Warrior | l. t. |

Capítulo 8

Is it too late now to fix you? Let me make it right.

Callie

-Te presento al verdadero amor de mi vida. – Dijo Míster idi... Louis, esbozando una sonrisa orgullosa que tan solo se podría comparar con la de un padre al ver a su hijo graduándose.

-¿El verdadero amor de tu vida es una camioneta destartalada? – Inquirí, cruzándome de brazos al tiempo que enarcaba una ceja en un gesto inquisitivo.

Louis abrió la boca con gran indignación y se acercó hasta la camioneta, rodeándole uno de los espejos con los brazos. Aquella camioneta que, en su buena época, parecía haber sido de color tierra, tenía la pintura descascarillada en más de un lugar, dejando ver una estructura un poco oxidada. La parte de atrás estaba vieja y también necesitaba una buena pasada de pintura, y las ruedas estaban cubiertas de barro y polvo. No obstante, en contraste el interior estaba nuevo y reformado, con un ambientador con forma de pino colgando del espejo retrovisor y asientos de cuero limpios y nuevos.

-No la escuches, Nellie, no sabe lo que dice. – Dijo, en un susurro cariñoso, como si estuviese hablando con la camioneta.

Y luego soy yo a la que llaman bicho raro. Pensé, sin poder evitar poner los ojos en blanco ante el patético espectáculo que estaba presenciando.

Tras haber accedido finalmente a que Louis me acompañase a casa (más que nada porque lo que menos me convenía era perder el tiempo; se suponía que ya debería haberme puesto la inyección), lo cierto era que ese extraño momento de tensión que habíamos vivido se había desvanecido hasta que casi parecía que me lo había imaginado. Louis había vuelto a su carácter excesivamente dicharachero, como si en ningún momento hubiesen ocurrido esos escalofriantes instantes de oscuridad que se habían apoderado de su mirada, y había estado todo el camino haciendo bromas malas y tratando de picarme. Yo, por mi parte, había permanecido enfurruñada todo el rato (lo que, en verdad, era típico en mí), y había aguantado su constante parloteo porque simplemente no me quedaba otra opción.

Por mucho orgullo que tuviese que tragarme, debía admitir que ya había perdido bastante tiempo, y ni si quiera mi dignidad herida estaba por encima de mi salud. Debía llegar a casa cuanto antes y, por desgracia, lo más rápido era volver con Louis.

-¿Has dejado ya de manosear a la camioneta y de babearla? Quiero llegar a mi casa cuanto antes. – Repuse, con impaciencia.

-Eres una aguafiestas. – Dijo Louis, abriendo la camioneta, con ese brillo en los ojos que me decía que tan solo estaba buscándome las cosquillas.

Por ello, me obligué a tragarme mi comentario mordaz y rodeé la camioneta para subirme al asiento del copiloto. La puerta chirrió un poco cuando la abrí, produciendo un sonido que me recordó al de unas uñas rasgando una pizarra, pero aquello fue compensado por el frescor del interior y la comodidad del asiento.

-Aún la estoy arreglando. – Dijo Louis cuando se subió al asiento del piloto. Arrancó el motor (al que, sin duda, le parecía costar hacerlo) y añadió: – De momento he podido cambiar el interior, pero aún no he ahorrado lo suficiente para el exterior y algunos arreglos de mecánica que necesita.

-Por favor, dime que tu querida Nessie no nos va a dejar tirados en medio de la carretera. – Dije, apoyando la cabeza en el respaldo, aún de brazos cruzados, aunque sin querer admitir en voz alta la alarma que me producía el pensar que la camioneta dejase de funcionar de repente.

-Nellie. Se llama Nellie. – Apuntó Louis, con un cierto retintín de suficiencia, mientras metía la marcha y, por fin, hacía que la camioneta arrancase.