Warrior | l. t. |

Capítulo 53

She needed a hero, so she became one.

2016

Está en tus manos el tomar la decisión. Así que... ¿qué piensas hacer?

Era mi decisión.

Tan solo mía.

Todo lo que ocurriese a partir de ese momento iba a ser una consecuencia intrínseca de lo que decidiese, fuera lo que fuese.

La realización de ese hecho tardó unos segundos en calar en mí, y durante esos instantes en los que me encontraba en una especie de limbo lo único que pude hacer fue quedarme mirando el frente completamente paralizada, como si me hubiesen dado un calambrazo y todo mi cuerpo hubiese dejado de funcionar.

Y si no hubiese sido porque mi mente se molestó en recordarme que aquel matón seguía al otro lado de la línea esperando una respuesta, probablemente me habría quedado en aquella posición durante mucho más tiempo.

El corazón se me encogió dentro del pecho y una sensación de angustia como nunca antes había experimentado se apoderó de mí, hasta el punto de que, si no hubiese sido porque de algún modo conseguía mantener las formas, me habría puesto a hiperventilar... o a gritar de pura ansiedad.

-¿Sigues ahí, preciosa? - Volvió a decir, helándome el cuerpo entero. - ¿Acaso debería tomar tu silencio como respuesta?

-Sigo aquí. - Mascullé, sin aliento.

-Me alegra oírlo. - Repuso, y su voz sonó como un ronroneo, poniéndome la piel de gallina. - Tal vez necesitas un aliciente para decidir... ya he malgastado demasiado tiempo con esto.

Fui a decir algo, lo que fuese, pero entonces se escuchó un golpe sordo que pareció partirme a mí misma por la mitad. No hacía falta nada más para saber que había sido Louis a quien habían golpeado, y el estómago se me revolvió. Aún me preguntaba cómo había conseguido aguantar hasta entonces sin vomitar.

-¡No, no! Parad, parad, por favor. Por favor. - Supliqué. El terror que me invadía en aquel momento era tal que ni si quiera tuve tiempo para enfadarme conmigo misma por lo frágil y débil que me había hecho quedar aquel comentario. Y aquel golpe me afectó de tal forma que no necesité más para tomar una decisión; aunque, en realidad, estoy segura de que la había tomado desde el primer momento en que había respondido a la llamada: - Está bien. Iré. Decidme dónde estáis. Pero, por favor, no le hagáis más daño...

El matón se echó a reír y supe que estaba hablándole a Louis cuando su voz sonó distante al decir:

-¿Has oído eso? Tu chica va a venir a hacernos una visita. Parece ser que es más valiente de lo que en un primer momento había pensado.

-¡No! - Exclamó Louis, con una mezcla de terror y la más pura desesperación: - Por favor, Callie, no vengas...

De nuevo, se escuchó un golpe que le impidió terminar la frase, y una vez más sentí como si me hubiesen clavada una estaca de hielo en el corazón. Volví a pedirle al matón, con toda la calma de la que era capaz de hacer gala en ese momento (que no era mucho), que me diese la dirección, y con mano temblorosa la apunté en una libreta que tenía en la mesilla de noche. Pero en realidad tampoco me hacía mucha falta. Porque aunque nunca antes había ido por aquella zona del pueblo (mi madre siempre me había advertido de que era donde las bandas solían juntarse), la conocía perfectamente precisamente por su mala fama.

-Ya estoy de camino.

Un minuto de silencio, y entonces volvió a decir, con un tono burlón pero que, al mismo tiempo, sonó lo suficientemente amenazador como para ponerme los pelos de punta: