Capítulo 38

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1988

Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Se repitió Devi a sí misma una y otra vez, tratando de inspirar en grandes bocanadas para combatir su miedo, mientras abría el gran ventanal de su habitación y dejaba caer por el borde la improvisada cuerda que había hecho con unas sábanas y toallas. El gélido aire de la noche le dio de lleno en los hombros desnudos y le provocó un escalofrío al chocar contra la fina capa de sudor que, por culpa de los nervios, le cubría la clavícula y el escote desnudo hasta donde comenzaba la tela del vestido casi tan negro como la noche de fuera.

Devi se subió la larga falda de su vestido azul y pasó por el marco de la ventana una pierna y luego la otra hasta quedar sentada, con los pies colgando por el borde. A pesar de que la altura tampoco era tan alta (tan solo se encontraba en el segundo piso), en aquel momento se sintió como si estuviese a punto de saltar por un precipicio.

Devi podía escuchar las risas, conversaciones y música de la fiesta del salón, sonidos que se filtraban a través de las puertas acristaladas y abiertas que daban al gran jardín de la parte oeste de la mansión, pero en ese momento el furioso latido de su corazón parecía ahogar por completo todos esos sonidos, aunque también era cierto que eso la ayudaba a concentrarse mejor.

Lentamente, Devi se giró, aferrándose con toda la fuerza que pudo a la improvisada cuerda y, con un respingo que casi se convierte en un grito ahogado, se dejó caer del marco de la ventana, quedando colgada de la cuerda de cara al muro exterior de la mansión y sus pies aferrados con fuerza a los ínfimos huecos que quedaban entre los ladrillos. Durante unos instantes de puro pánico, lo único que pudo hacer Devi fue tratar de no soltarse de la cuerda mientras toda su vida le pasaba por la cabeza en tan solo un segundo.

Vamos, Deborah, lo hacen a todas horas en las películas. No tiene que ser tan difícil. Se dijo a sí misma, mientras trataba de buscar un sosiego en sus propias palabras. Entonces, contó hasta tres y comenzó a descender lentamente, dejando que las manos se le resbalasen periódicamente de la cuerda a pesar de sentir el horrible escozor que le dejaba en las palmas la fricción cada vez que lo hacía.

Y así, descendió, hasta que apenas le quedaban unos escasos metros de distancia y, entrando de nuevo en pánico, simplemente se soltó y se dejó caer. Por suerte, el golpe no fue tan fuerte como uno podría esperar, aunque Devi no se salvó de un agudo dolor en el hombro izquierdo y la muñeca derecha, añadido a que la bonita falda del vestido se le rajó por un lado y a que se llenó tanto el cuerpo como el pelo de hierba y hojas caídas de los árboles.

Con una maldición por lo bajo, Devi se puso en pie y tras masajearse las partes doloridas durante unos instantes, se subió la estropeada falda lo suficiente como para no pisársela con las Converse con cada paso que daba y, tratando de ahogar las lágrimas, atravesó el jardín este hacia la puerta principal de la mansión. Si era lo suficientemente silenciosa, podría bajar por la calle derecha, descender la colina donde se encontraban todas las mansiones de Hollyville y llegar hasta el pueblo. Lo que haría una vez allí todavía no lo había pensado. De momento, lo único que tenía sitio en su cabeza era alejarse cuanto antes de ese infierno que albergaba tantos monstruos en su interior.

Y realmente creía que su plan iba a salir a la perfección... hasta que se encontró con Thomas, el mayordomo, que casualmente pasaba por delante del jardín. Para cuando Devi se dio cuenta de su presencia ya era demasiado tarde, pues Thomas había sido el primero en verla, así que ambos se detuvieron en seco y se quedaron mirándose el uno a la otra.

Y lo único en lo que pudo pensar Devi fue en que aquello suponía su sentencia de muerte.

-Thomas... - Masculló, con la intención de darle una explicación al mayordomo, pero sin encontrar las palabras para hacerlo. Thomas la miró de arriba abajo, atónito ante el horrible aspecto de la joven, y no tardó en darse cuenta de cuáles eran las intenciones de la joven.

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora