Capítulo 12

220 30 9
                                    

Callie

Aquello no podía estar pasando de verdad.

Durante unos instantes, realmente me planteé la posibilidad de que todo aquello no era más que un sueño con el que mi subconsciente quería hacerme pasar un mal rato, o una subrealidad a la que había caído sin darme cuenta en la que estaba presa en una novela cutre.

Porque si no, no podía explicarme por qué, de un día para otro, había pasado a encontrarme a Míster idiota por todas partes.

-Esto no puede ser cierto. – Gruñí, masajeándome las sienes, sintiendo cómo la cabeza comenzaba a palpitarme.

-Vaya, yo también me alegro de volver a verte. – Repuso Louis, mientras se sentaba frente a mí con una de sus sonrisas resplandecientes.

Le observé con una mezcla de exasperación, escepticismo e indignación, esperando absurdamente que pillase la indirecta y se diese por aludido en lo que respectaba a esas libertades que, desde nuestro primer encuentro, parecía tomarse conmigo; en este caso, en lo que respectaba a invadir mi espacio personal.

Cerré el libro en mi regazo y me senté bien erguida, enarcando una ceja de esa forma fría y orgullosa que había conseguido crear como una de mis muchas salvaguardas.

-¿Cómo es posible que ahora, repentinamente, te encuentre por todas partes? – Solté un suspiro. - Esto parece una fan fiction terriblemente previsible y patética.

Louis frunció el ceño y me observó con una inocente confusión pintando su rostro:

-¿Fan... qué? – Preguntó.

Mascullé una maldición y meneé la cabeza, guardando mi libro en mi bolso.

-Olvídalo. – Dije, por lo bajo. Entonces, volví a alzar la mirada hasta él y me sorprendí al no encontrar en su rostro ni rastro de esa suficiencia ni esa sonrisilla burlona a las que tanto me había acostumbrado. - ¿Acaso me persigues o algo por el estilo? Porque si no, no le encuentro explicación a esto. – Para poder explicar a qué me refería con "esto", nos señalé a ambos con un gesto de la mano.

Louis se recostó en la silla y pasó un brazo por el respaldo, dejando asomar al fin La Sonrisa. Durante unos instantes, simplemente no dijo nada, y decidió quedárseme mirando fijamente de una forma que me sacaba de mis casillas; parecía como si me estuviese examinando, o como si quisiese leerme la mente. Lo odiaba, y casi hasta sospechaba que precisamente Louis lo hacía porque sabía lo incómoda que me hacía sentir.

A pesar del silencio que se había instalado entre nosotros por la falta de conversación, el sonido de voces hablando en un tono excesivamente alto, música que atronaba por altavoces repartidos por toda la bolera y bolos chocando unos contra otros creó una atronadora atmósfera que, si lo pensabas bien, dificultaba el simple hecho de mantener una conversación cara a cara.

-¿Vas a volver a hablar o pretendes que pasemos el resto de la noche simplemente mirándonos el uno al otro? – Repuse, al final, cruzándome de brazos, cuando aquella situación pasó de ser incómoda a violenta.

Louis entrecerró sus ojos azules con suspicacia y, finalmente, se echó a reír como si le hubiese contado el chiste más gracioso del mundo. Y lo peor de todo fue que, por un efímero segundo, pensé que su risa era bonita. Creo que eso fue lo que más crispó de todo.

-Lo siento. – Habló, al fin, mientras se pasaba una mano por su pelo, que, en esta ocasión, había decidido peinar en un cuidado tupé. Desde luego, aquel chico parecía preocuparse por su pelo mucho más de lo que yo nunca lo había hecho por el mío. – Pero es que es terriblemente fácil sacarte de quicio; lo encuentro bastante divertido.

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora