Capítulo 41

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1988

Aquel viaje en coche que Devi tuvo que compartir con Jack cuando el amanecer despuntaba por el horizonte fue uno de los peores momentos de su vida.

Tras aquella monumental bronca en la que se vieron envueltos, la tensión entre ellos había llegado a ser tan afilada que perfectamente se podría cortar con un cuchillo. Aunque Jack, por su parte, no estaba cabreado (más bien se sentía increíblemente culpable por todo lo que le había dicho a su novia), Devi sí que lo estaba, por lo que se mantuvo todo el trayecto con una mirada entre furiosa y cansada clavada en la ventanilla del coche, con la barbilla apoyada sobre una mano y el otro puño aferrando con tanta fuerza la falda de su vestido que Jack se preguntó cómo no había terminado de rasgarla.

Y durante aquel trayecto Jack, que sentía como si le hubiesen arrancado el corazón del mismo pecho, no podía dejar de lanzar miradas culpables y llenas de pesadumbre a Devi, queriendo decir algo para tratar de arreglar la situación pero consciente de que, probablemente, no serviría para nada.

Mierda, eres imbécil. Se dijo a sí mismo, sintiendo cómo una frustración hirviente hacia sí mismo parecía correrle como lava por las venas. Desde que había comenzado a salir con Devi, siempre se había dicho que nunca le haría daño, pues ella se merecía tan solo lo bueno que pudiese pasarle a una persona. Jack jamás había conocido a una persona tan alegre, positiva, con un corazón tan grande y con una bondad que harían envidiar a cualquier samaritano. Y él había incumplido su promesa y, en un patético momento de ira en el que había querido demostrarse a sí mismo, simplemente, que podía hacerlo, le había hecho daño a Devi donde sabía que más le dolía.

Y eso era algo que jamás podría perdonarse, el saber que había herido a la persona que más amaba en el mundo, y la que más significaba para él. Y que probablemente había destruido las cosas entre ellos para siempre.

Cuando finalmente llegaron al pueblo, Jack aparcó al comienzo de la colina que subía hasta el barrio de High Hamilton, con sus mansiones y su gente acaudalada, pues ese había sido el protocolo siempre que él y Devi se habían visto a escondidas, para evitar cualquier encontronazo inesperado con John Matthews.

Jack apagó el motor del coche y un silencio tan denso que casi se podía masticar se apoderó de ellos. Devi seguía mirando por la ventanilla, con el pelo rubio tapándole el rostro, como si ni si quiera se hubiese percatado de que el coche ya no seguía en marcha, y Jack, sabiendo que no podía dejar que Devi se fuese sin al menos intentarlo, tragó saliva y, con la voz rota, dijo:

-Devi, yo...

Pero apenas pudo decir nada más, porque entonces Devi se giró y, con un mirada tan cargada de decepción, desconsuelo y traición que Jack sintió cómo se le partía el corazón, dijo:

-En serio, no lo hagas. – Devi soltó un suspiro, se pasó las manos por el rostro y, con una voz extremadamente cansada, añadió: - De verdad, ahora mismo no puedo lidiar ni con esto ni contigo.

Y aquellas palabras fueron más que suficientes para que el ya roto corazón de Jack terminase de convertirse en cenizas. Fue como si le hubiesen dado una patada en el estómago y después una avalancha de rinocerontes le hubiese pasado por encima. Sin embargo, no sintió ni un ápice de ira hacia Devi, pues sabía que él había sido el primero en hacerle daño a ella.

-Devi, por favor, yo lo... - Intentó decir, con tono casi suplicante.

Pero Devi, de nuevo, le impidió decir nada más. Negó levemente con la cabeza y apretó los labios con fuerza. Y Jack la conocía tan bien que en ese momento supo que la joven estaba tratando de hacer todo lo posible por retener las lágrimas dentro de sus ojos, pues Devi odiaba cualquier cosa (entre ellas, llorar) que la hiciese parecer débil o vulnerable.

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora