Capítulo 11

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1988

Devi no podía dormir.

Hacía ya un buen rato que Vanessa, tumbada junto a ella, había caído en un profundo sueño, y su lenta y profunda respiración era lo único que se escuchaba en la habitación.

Por lo general, siempre que Devi dormía en casa de su mejor amiga, conseguía descansar de un tirón, lejos de sus padres y de esa grande pero fría casa en la que vivía. Pero aquella noche su cabeza estaba llena de pensamientos no muy agradables que parecían rebotar contra las paredes de su cráneo y que le impedían pegar ojo. Y lo odiaba.

Soltó un resoplido de exasperación y cambió de postura por enésima vez, sintiendo cómo la frustración le hervía en las venas, hasta que su cuerpo pareció pedirle a gritos que se levantase cuanto antes de la cama, antes de que esos pensamientos sobre su vida y su futuro terminasen comiéndola al completo.

Así que eso hizo.

Apartó el edredón con cuidado para no destapar a Vanessa y se incorporó, con la sensación de que no había hecho tantísimo ruido en toda su vida; no obstante, por suerte todo siguió exactamente igual: su amiga sumida en la inconsciencia del sueño y la casa rodeada de ese silencio sepulcral que solo era capaz de dar la noche.

Se colocó sus zapatillas con forma de oso, terminando de conjuntar así el pijama rosa con ositos que llevaba puesto, y salió al pasillo.

Como sentía su garganta terriblemente seca, decidió bajar a la cocina con esa confianza que se había ganado tras tantísimos años de amistad con Vanessa, y tras tanto visitar la casa de los Tomlinson.

Sin embargo, ni si quiera esa familiaridad con la que se movía por la casa la preparó para lo que se encontró en la cocina.

Porque sentado a la mesa estaba Jack, levemente cabizbajo y con un vaso y una botella de lo que parecía licor junto a él.

Como en un acto reflejo, Devi se paró de golpe en la puerta de la cocina, sintiendo su corazón subírsele a la garganta y su estómago tironeándole de puro nerviosismo. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue: ¿Qué demonios está haciendo aquí?. Por lo general, Jack pasaba bastante poco tiempo en la casa de su familia, pues él tenía su propio apartamento, así que le sorprendió verle ahí. No obstante, ese primer pensamiento se evaporó rápidamente de su mente, porque al segundo siguiente solo pudo pensar en darse la vuelta e irse antes de que Jack la viese.

Sin embargo, y tal y como había ocurrido hacía unos días en el taller, en ese momento Jack alzó la mirada y la vio ahí de pie, lo que hizo aumentar incluso más la ansiedad que ya sentía Devi de por sí.

Y no fue hasta ese momento que se percató de que llevaba puesto un maldito pijama de franela y unas zapatillas con forma de oso. Aunque tampoco podría haber sabido si Jack se había dado cuenta de ello, ya que, como siempre, su rostro permanecía frío como un bloque de hielo.

Al instante, Devi sintió cómo todo su rostro se calentaba por el rubor, y solo consiguió balbucear:

-Ho-hola.

Jack entrecerró sus ojos azules, que estaban rodeados por unas incipientes ojeras, y se pasó una mano por el pelo de una forma que, en otras circunstancias, habría hecho que todas las hormonas aún adolescentes de Devi se hubiesen revuelto.

-Buenas noches, Devi. – Respondió él, con esa media sonrisa tan increíblemente bonita pero que tan pocas veces esbozaba.

Devi tragó saliva con fuerza y obligó a sus manos a dejar de temblar. Se colocó un mechón rubio tras la oreja y entonces pareció tener fuerzas suficientes como para atreverse a preguntar:

Warrior | l. t. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora