Capítulo 9.

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_____ Seymour.

— ¿Te llevo a casa ahora, Señorita? —preguntó y lo miré extrañada. Mientras se colocaba el cinturón de seguridad se deshacía muy disimuladamente de aquel rectángulo sospechoso. Lo escondió debajo de su asiento. Me observó después. — ¿Cómo hacen a los empleados llamarles? Quiero ser tan profesional y lo más familiar posible para ti. —esperaba que estuviera bromeando.

— ¿Quién es ella? —inquirí a lugar, a lo que Axl me miró extrañado. Decidió traerme, se equivocó sí pensó que iba a permanecer callada después de aquel espectáculo en plena calle.

— ¿Tan pronto empezamos con problemas de celos? —preguntó y encendió el auto. Nos hizo salir de la avenida mientras yo pensaba que, ahora más que nunca tenía que ser una broma.

— ¿Celos, dices? —solo eso pude decir. Se burló levemente y sí no fuese conduciendo, le habría empujado. —No vas a estar engañando a Stephanie Seymour con cualquier cuarentona que pueda generarte la duda sobre sí tiene cocaína introducida en cualquier parte de ese gordo y operado trasero. —Axl enarcó las cejas con algo de confusión y desinterés, me observó cómo por medio segundo, pero seguía conduciendo. Aunque no borró aquella expresión tan cansina. — ¿Puedo preguntar, además, a qué vinimos? ¿O solo se supone que me debo quedar callada en mi lugar?

— ¿Está a discusión? De ser así, voto por la segunda. —fue su respuesta en tanto doblaba la avenida girando aquel volante varias veces. Entramos a una de las grandes avenidas y permitió que el volante se deslizase de vuelta a su lugar entre una de sus manos mientras la otra volvía a tomar la palanca de velocidades.

— ¿A qué vinimos? —pregunté de nuevo. — ¿Qué fue lo que la bruja te dió? —no me contestó, ni siquiera supe sí realmente me escuchó. Acababa de silbarle a a alguien por la ventana y había sacado su brazo. Había saludado a alguién e hice una mueca; las actitudes varoniles como esas eran tan poco llamativas. — ¿Podrías considerar responder alguna de mis preguntas, al menos?

— ¿Qué deseas saber exactamente, Seymour?

— ¿Qué fue lo que te dio ella? —pregunté, otra vez. Ni siquiera me miró. Supe con tan poco que mis sospechas eran ciertas, así que me quité el cinturón de seguridad e intenté abrir la puerta, pero Axl detuvo el auto de un frenon.

— ¿Qué es lo que pretendes hacer, Seymour?

—Tú, con drogas, eres peligroso. Déjame que me vaya. No puedo ni creer que por un segundo yo confié en ti, soy tan imbécil. Me hiciste todo ese daño y ni siquiera te importa. —quería darme una palmada en el rostro por haber sido tan ingenua.

—Vuelve a tu asiento y no vuelvas a hacer eso. —iba a acelerar y amenacé con abrir la puerta de nuevo. — ¡Está bien! Joder, no he hecho el encargo yo. Es asunto de la banda. La mujer es un poco cercana a Slash porque vende la mejor cocaína de LA y fue él quién me envió. Ni siquiera debería de estar ventilando la mierda de Slash contigo.

—Slash. —respondí solamente, para ver qué tanto oír de alguien que convivía todos los días con él, el mismísimo Slash, podía calmarme.

—Él; le debía una, ir por su mierda empareja las cosas, pero no fue asunto mío. ¿De acuerdo? —me miró. Asentí lentamente. No sabía por qué, pero le creía. No debería puesto que en menos de un par de horas había descubierto que mentía si le convenía, y lo peor, lo hacía con una facilidad increíble. A pesar de eso, yo simplemente le creía. Vaya conmigo. — ¿No habrías saltado del auto en movimiento, no? —preguntó en calma. Lo ignoré por completo.

—Esa cosa, Axl, solamente te matará.

— ¿La cocaína? —preguntó, un poco incrédulo.

—No te hagas el listo conmigo. Consumes más que solo eso.

A rapist stepfather. |#1| Axl Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora