Capítulo 25.

1.7K 93 16
                                    

Axl Rose.

  Tratando duramente de deshacerme de todo pensamiento negativo, relajé mi semblante y esa mañana me miré a través del espejo como hace mucho no había hecho. Estiré mi mano para alcanzar el cepillo de cabello y lo pasé por mi cabeza. Amanecí como sí quisiera dar la bienvenida a todos en la jungla, lo cual era un problema sí quería pasar por alguien más formal, era un día importante. Me peinaba, me peinaba, y mi cara de mierda nadie me la quitaba. Juro que lo intenté, pero no pude dejar de fruncir el ceño ni un momento.

  "Venga, Rose, puedes hacer esto"

  Me dije a mí mismo mientras me colocaba mi chamarra de cuero favorita, tenía los colores y la misma bandera del Reino Unido en la espalda, entre otros bordados. Dada la chamarra, un paliacate de color rojo, enrollado en forma de bandana en la cabeza estuvo bien. Entré en mis mejores botas vaqueras vaqueras y aunque mis pantalones dejaban mucho que desear por estar deshilachándose de las rodillas y los muslos, estaba seguro de que lucía increíble. Fue cosa de darle los últimos toques a mi imagen. Un anillo en cada dedo, pulseras de plata, aretes en todas las perforaciones que tenía en los oídos, una cadena en mi pantalón, mi perfume favorito y la cajetilla de Marlboro's para no morir en el intento de este día. Lucía como para una sesión fotográfica, o una presentación importante, y yo aún maldecía por mi existencia.

  Antes de hacer esto, pensé duramente este par de semanas en asistir con un terapeuta calificado capaz de hacerme ver lo que estaba haciendo. Sí aún estaba haciéndolo porque quería, o porqué me sentía obligado a hacerlo. Ir con un terapeuta siempre, absolutamente siempre, desencadenaba más que solo el problema principal, y por eso perdí mi oportunidad para asistir antes de tener que hacer esto.

  ¿Qué sí me gustaba joderme la vida? Sí, y mucho, al parecer. Me gustaba llevar la contraria a mis propios pensamientos y tal vez eso estaba terminando por volverme un completo estúpido. Pero, una vez más me recordé a mí mismo que sí esto no funcionaba, un divorcio no vendría mal, y entonces tomé la pequeña caja cuadrada que tenía el anillo de no sé cuántos kilates, y lo metí en el bolsillo de mi chaqueta. Stephanie fue exigente. De manera indirecta, pero lo fue. Quería oro blanco con su nombre fundido en la argolla, y que sí la piedra no era un diamante que sobrepasaba los quince kilates, mejor que no fuera nada, dicho como broma pero de esas bromas que no sabes si solo son bromas. Claro que pensé que sería una buena idea sorprenderla dándole una baratija, aunque ya antes me había encargado del tema del anillo cumpliendo con sus exigencias porque me encantaba quedar bien cuándo quería. Y bien, al menos no se habían tardado en tener mi anillo listo, y no tuve que lidiar contra el maldito tiempo y la impaciencia que por suerte yo siempre tenía.

  Una vez más me miré en el espejo para comprobar mi imagen. Pesé a que lucía bien para mi gusto, sabía que no me había vestido para nada elegante, a pesar de que colocaría la sortija en el dedo de nada más y nada menos que Stephanie Seymour. Sería una especie de fiesta de compromiso que ella misma organizó. Ahí fue que los rumores comenzaron a expandirse por todos Los Ángeles, y estuvo bien. Estábamos hartos de que no nos creyeran que teníamos una relación juntos. Apenas nos habíamos visto y no habíamos convivido pero eso no le daba derecho a la gente de recalcar la mierda evidente sí, claramente, nosotros asegurabamos lo contrario. Quién sabe, a lo mejor que nos creyeran una pareja de verdad sería la única cosa que me cabrearía más.

  Toda la mañana reporteros y escritores de distintas revistas me estuvieron acechando para preguntarme acerca del par de demonios con el apellido Seymour. Claro que Stephanie era la icónica de ambas, suponía que únicamente por ahora, pero la gente se suponía que si realmente tenía algo que ver con alguna, era con la menor. No le dí ninguna respuesta sobre nada a nadie pero, en ese momento, envidié como nunca las vidas de mis amigos. A ellos no los acosaban haciéndoles ese tipo de preguntas apenas salían de sus casas. No les interesaba con quienes dormían o esas cosas. A mí incluso quisieron emparejarme antes con otras figuras públicas que crearían una bomba de marketing sí conseguían que cediera. Pero nadie iba a darme ordenes sobre con quién diablos salir, no al menos hasta que estuve con Stephanie Seymour precisamente por eso.

A rapist stepfather. |#1| Axl Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora