Axl Rose.
"Como sí quisiera poder saberlo todo, y que los que escondes en tus ojos fuera sobre mí. Sí pudiera atarme a tus manos y recorrer la vida como tú lo haces, lo haría contigo."
Eso pertenecía a la tarjeta atada a dos docenas de rosas rojas. Mientras continuaba con el resto de mis planes, decidí por fin llamarla.
—Hola Axl. —escuché su alegre voz al paso de unos segundos.
— ¿Vas a venir a casa para la cena? —pregunté.
—Sí te parece bien, sí. Aunque si tienes algún compromiso o algo similar, puedo ir a hacer cualquier otra cosa y volver más tarde. —mencionó. Era claro que estaba evitando verse involucrada en mi vida personal como sí pretendiera ser tan respetuosa como le fuera posible, pero a la mierda con eso. Sí tan solo pudiera, la mantendría muy cerca de mí todo el tiempo.
—Me vendría bien que vinieras. Aún tenemos que resolver lo que pasó anoche. Además, cociné para ambos. —mencioné, con toda calma. en cambio escuché su risita nerviosa al otro lado.
—Lo tienes todo preparado, ¿No es así? —preguntó. Hizo que sonriera.
—Escuché que alguien adora tener citas. Tengamos una, hoy, en casa. Solos tú y yo y nuestras mentes bien abiertas. —bromeé. Planeaba aligerar el asunto.
—Sonaste tan tierno, Axl. —respondió, y admito que me tomó desprevenido. —No te preocupes, estaré allá en media hora.
—Estoy ansioso por verte, preciosa. Llama sí necesitas un conductor. —respondí y una vez me colgó, dejé el teléfono en la mesa.
Cuando le dije a Slash esta tarde que la quería, ¿Así era? Fue el miedo del momento, por qué sentía que _____ se me iba, o porque había estado adorandola lo suficiente como para llegar a este punto. Esto era todo en lo que podía pensar, y tal vez sí lo aceptaba, me iría por completo. Un camino sin salida directo a _____, y todavía no sabía si ella lo aceptaría.
No había pasado tiempo desde que el imbécil y ella terminaron. ¿Qué parte de mí me hacía creer que en tan poco tiempo se olvidó de aquel idiota? La respuesta era tan sencilla. ¿Desde cuándo se sentía ella de esa manera por mí? No tenía la certeza de saberlo, pero no iba a ser yo quién tuviera que exponerla.
Esperé por su llegada bebiendo vodka sin parar; no solo se lo atribuía al aburrimiento, también se lo atribuía al intento desesperado de entonarme lo suficiente como para que nada sucedido hoy, fuese a suponer un arranque de adrenalina. Permanecer tan tranquilo como me fuera posible, ya que ahora mismo tan solo pensar en verla creaba interminable emoción. Necesidad por besar sus labios de nuevo y repetirle por qué estaba enamorado de ella. El reflejo del sol en la pared golpearía sus ojos una vez la apoyase contra ese muro y por primera vez, la podía ver queriéndome de vuelta.
Por eso quería beber. No quería lucir como un idiota cuando la viera. Tomé uno de los vasos de cristal cortado, lo rellené de líquido amargo y helado y permanecí cerca del minibar, con mi vista puesta al exterior a través de una de las ventanas. El atardecer estaba cayendo, y el oscuro océano se teñía de luces anaranjadas por doquier. Pero no podía obtener mi interés demasiado tiempo, mis pensamientos estaban puestos en ella.
Todo resultaría jodidamente bien para ambos, fuera cuál fuera el resultado de lo que pudiera llegar a suceder. Me arreglé para lucir igual que cada cuando, cuando ella permanecía petrificada viéndome. Me habían calificado como homosexual un maldito millón de veces antes, ya estaba bien con eso. De cualquier manera, iba a gustarle a todas y cada una de las mujeres que dejara entrar a mi vida. Los hombres no éramos únicos intentando conseguir una buena chica, las mujeres adoran un rostro agradable y un cuerpo funcional, pero no tienen mucho por dónde escoger. Me encargaba cuidadosamente de los detalles. Quién sabe cuantos anillos o brazaletes llevaba hoy, además del par de crucifijos que reposaban a la altura de mi abdomen. No abotoné la camisa de vestir negra, mejor, tomé las dos puntas e hice un nudo a la altura del ombligo. Vaqueros de mezclilla desgarrados, botas vaqueras y la mejor maldita colonia inundando la casa, casi por desgracia. Un disparo y bastaba para que pudieras olerlo incluso a la distancia, pero incluso Steven y Duff solicitaron algo de esa colonia en visitas anteriores, antes de dirigirse a casa de sus chicas. Tenía que oler mejor de lo que solo pretendía el rídiculo precio que pagué por ese perfume.
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A rapist stepfather. |#1| Axl Rose.
RomanceAxl Rose siempre fue un hombre fuerte, atractivo y varonil que solía hacerse notar tras cada paso que daba y solía acaparar todas las miradas del lugar al que fuera. No solo porque fuera el líder de la banda de Hard rock conocida por tocar en los pe...