La melancolía

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Anastasia

Después de dar muchas vueltas por la ciudad intentando calmarme, llego a casa rogando que Kate no esté, suspiro de alivio cuando no la veo por ninguna parte, paso directamente a mi habitación, apenas dejo caer mi maleta, me desplomo sobre la cama, siento que la soledad que me rodea se acerca más y más a mi hasta quitar toda la luz de mi alrededor y solo queda la oscuridad, jamás me sentí tan sola, jamás me sentí tan abatida y no comprendo como es que mi ojos aún tienen lágrimas; lo peor es que mañana tengo que ir a trabajar y enfrentarme a todos como si nada pasara, todos me preguntarán por Christian, todos se extrañarán de que esté sola y tendré que inventar cualquier excusa. ¿Qué voy a hacer?. Después de varias horas de llorar y pensar en mi patética situación decido tomarme un somnífero para poder conciliar el sueño, finalmente lo logro.


Christian

Mi nena se ha marchado, mi más grande temor se ha hecho realidad, tengo una profunda sensación de desamparo y abandono, sé que fue una separación de mutuo acuerdo pero eso no evita que sienta este vacío y esta ansiedad que me asfixia, por un momento siento el deseo de olvidar este dolor ahogándolo en licor pero recuerdo que le prometí a Anastasia que jamás lo volvería a hacer y me contengo.

Mi pasado me persigue y amenaza con destruir lo único real, puro y bueno de mi vida, lo único que he amado desde el rincón más recóndito de mi alma. Apenas hace unas horas que se fue y ya la extraño muchísimo, anhelo escuchar su risa y sus suaves manos acariciando mi rostro, el calor de su cuerpo contra el mío y la dulzura de sus labios alivianando mi amargura. Tengo que pensar en algo para agilizar este proceso, no puedo permitir que esto se prolongo por muchos días. El tiempo pasa lentamente y después de varias horas rodando por mi cama sin poder conciliar el sueño decido pedirle consuelo a mi gran amigo: El piano.


Anastasia

Despierto a mitad de la noche sintiendo que el frío corroe mis huesos, tomo un abrigo y me encamino a la cocina a prepararme un té, llueve a cántaros, veo la lluvia caer con tal fuerza que arrastra todo a su paso, si tan solo pudiera arrastrar este sufrimiento y esta honda ansiedad que ahogan mi corazón, la tristeza y la soledad que me envuelven y la agonía que siento por su ausencia.

Necesito despejarme, darle tantas vueltas al dolor y no va lograr que duela menos, sacudo la cabeza intentando alejar la multitud de pensamientos y recuerdos que se agolpan en mi mente, ¿cómo llegamos a esta situación?, ¿cómo fue que el pasado nos alcanzó para destruir nuestro presente?, ¿por qué el destino no nos unió antes de que Elena le arrebatara su inocencia y lo llevara por ese camino que ahora amenaza con destruirlo?, ¿por qué?,  ¿por qué?,  ¿por qué?.

Mis lágrimas nublan mis ojos y caen en cascada por mis mejillas, miro a través de la ventana buscando consuelo pero todo lo que veo es mi propio reflejo y una tormenta tan fuerte como la que yo estoy sintiendo. Huyo a mi habitación y me encierro para detener los deseos de correr a la calle en busca de mi amor. Cierro la puerta con fuerza y me deslizo contra ella, lloro sin consuelo con mi rostro entre mis manos, de a poco me levanto, me miro al espejo y éste me devuelve la imagen de una chica lánguida, ojerosa y abatida que me mira con tristeza, sé que no podré soportar su ausencia, sé que no debería hacer lo que haré pero no puedo evitarlo, tomo mi teléfono y marco el número de Christian quien responde de inmediato.

- Ana, mi amor, ¿te pasa algo?, ¿estás bien?, por favor contéstame-. Su voz suena temerosa y cargada de ansias.

- ¡No!, ¡no estoy bien!-. Bramo enfurecida conmigo misma y llorando a mares. - No podré soportar esto, Christian te necesito, soy más cobarde de lo que creí, mi valentía me ha abandonado, quisiera que olvidáramos toda esta locura e irnos a vivir a una de las ciudades más lejanas de mundo, a Perth o a Saint-Paul.

Christian AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora