Al fin mía

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Ya tenemos un buen rato en este bar, nos hemos tomado una botella de vino y la estamos pasando genial, mi nena se ve radiante, su sonrisa adorna su rostro haciéndola lucir aún más hermosa, nos deslizamos sobre la pista con sutileza y mi corazón se regocija con su alegría. Quisiera verla siempre así, relajada, sonriente, despreocupada y mirándome de esa manera tan única que sé que es solo para mí. De pronto se detiene aunque su semblante sigue irradiando alegría.

- ¿Qué ocurre nena?. Le pregunto.

- ¡Mira!, acaban de llegar Elliot y Kate, ¡vamos a saludarlos!.

De inmediato pienso que ¡NO!, hoy es nuestro día, no quiero salida grupal.

- ¡No, nena!, dijiste que hoy solo seremos tú y yo-. Miro mi reloj. – Además creo que es el momento de irnos, tengo una sorpresa para ti-. Sus ojos brillan de anticipación.

- ¿Si?, ¿y ahora qué estás tramando?.

- ¡Ya te lo dije!, es una sorpresa, y si te dejas llevar por mi, la vas a disfrutar mucho, ¡te lo prometo!.

- ¡Uy! Eso me intriga. Entonces vamos.

Ajustamos nuestros disfraces y nos abrazamos aún más mientras bailamos, seguimos con los ojos fijos en mi hermano y su novia para asegurarnos de saber dónde están en cada momento y no nos agarren desprevenidos. Se van directo a la barra y nosotros nos retiramos hacia nuestra mesa, dejo algunos billetes sobre ella y nos dirigimos a la salida.

- Bien, ¿cuál es la sorpresa?.

- Tranquila nena, te llevaré a un lugar, no preguntes nada, ¿confías en mi?.

- Totalmente.

- Perfecto, entonces solo déjate guiar y no más preguntas.

- Como ordene Sr. Grey-. Me responde apretando sus labios para no reírse. Caminamos por la calle mientras observo los vehículos que se acercan para detener un taxi.

- Christian quiero comer hot dog, hace una eternidad que no como uno.

- Nada de eso, no es una comida saludable, además donde vamos podrás comer lo que quieras.

- Pero, pero quiero hot dog-. Dice haciendo puchero. – Apuesto a que nunca los has comido-. Miro a todos lados para que no vea mis ojos, porque tiene razón, no recuerdo haber comido eso jamás. – Siempre hay una primera vez, ¡vamos!, comamos hot dog juntos-. Me sonríe, me mira con ojitos de cachorro. Sabe que no podré negarme.

- Bien, ¿dónde quieres ir?.

- No seas quisquilloso cariño, busquemos algún puesto callejero.

- De eso nada. Al menos iremos a alguna de esas grandes cadenas de comida rápida-. Me mira con frustración, suelta un gruñido, suspira resignada.

- ¿Crees qué dónde me llevas sirvan hot dog?-. No tengo idea pero ya quiero llevármela. Respondo.

- Seguro que ¡sí! y sino ya se las ingeniaran para darnos lo que pidamos.

- En ese caso, ¡vamos!, para luego es tarde-. Caminamos un poco más hasta que encontramos un taxi disponible.

- Espera aquí-. Le digo mientras avanzo unos pasos para hablar con el chófer por la ventanilla, le notifico a donde vamos y él asiente, le extiendo la mano a Ana, la ayudo a subir y partimos.

Avanzamos en silencio, Ana me mira de reojo pero no emite palabra. Abre sus ojos enormes e interrogantes cuando nos detenemos en un lujoso hotel de la ciudad. Quiere decir algo pero la detengo colocando mi dedo índice sobre sus labios. La ayudo a bajar del taxi y entramos al sitio, no suelto su mano mientras nos dirigimos a la recepción y anuncio que tengo una reservación, en unos minutos tengo la llave magnética y subimos al ascensor. La suite más lujosa del lugar espera por nosotros, apenas abro se pueden ver las tenues luces, el olor exquisito de las flores y la mesa servida con champán, uvas, quesos y otras exquisiteces.

Christian AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora