Capítulo 89

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[Gianluca]

Me ajusté el abrigo y di un sorbo a mi café. Mi vuelo estaba retrasado y la noche invernal es más cruda que de costumbre. Intentaba distraerme con todo lo que tuviera a mi alcance. La mayor parte de mi tiempo se fue en observar a las personas hasta que finalmente llegó la hora de abordar. El proceso fue el mismo de todos los aeropuertos: largo y aburrido. Cuando estuvo comprobado que yo no era un terrorista o un traficante de drogas ingresé al avión y tomé asiento en mi lugar junto a la ventanilla. Coloqué mis auriculares en su lugar pero no encendí la música. No estaba de ánimos para ésta porque usualmente me hace feliz y no quería estar feliz si me encontraba abandonando a mi mayor alegría.

La chica que cambió mi vida para siempre. Alessa marcó un antes y un después, una chica ordinaria que revolucionó todo lo que pensaba acerca del amor.

Observo el asiento aún vacío a mi lado e imagino lo inmensamente feliz que sería este viaje para mí si ella estuviese ocupando ese lugar, quizá preocupada por el no sé qué cosa sentiría haber olvidado y acurrucándose a mi lado cuando el sueño viniera por ella. Pero la verdad es que la he dejado atrás y le he partido el corazón como el gran hijo de puta que soy. Cuando tomé la decisión de aceptar la oferta de mi padre lo único que pensé fue en ella, en mantenerla a salvo y no causarle más problemas. Pero ahora en este avión que poco a poco se eleva del suelo para 7 largas horas de vuelo a un país extraño donde debo "comenzar de nuevo" me siento como si hubiesen amputado una parte de mí. Como si de alguna forma acabara de procesar el hecho de que la he perdido. Siento un vacío tan grande cuando pienso en los próximos 5 años y sé que nuestras vidas no volverán a ser las mismas jamás. A que quizá esta tarde ha terminado para siempre , mi historia con Alessa.

Basura de vida que me espera.

Oigo un carraspeo y una voz que me estrangula diciendo "¿si sabes que hay no se encuentran mis ojos?"

— ¿Cómo?—, digo quitándome un auricular. No me di cuenta en qué momento le di la espalda a la ventana y agaché la vista. Si
parecía como si estuviese observando el escote de esta chica.

Aunque tiene la mirada severa clavada en mí puedo notar que es muy guapa. Su cabello es color negro y  sus ojos casi dorados. Tiene facciones muy finas que dan una apariencia suave a su rostro en forma de corazón, igual que sus labios en los que está utilizando un color rojo carmesí muy intenso contrastando su piel ámbar.

No vi siquiera cuándo ocupo el lugar a mi lado.

— Oh, disculpe. No le estaba mirando — digo y por primera vez noto lo lúgubre que suena mi voz. No espero una respuesta suya. Me coloco el auricular de nuevo y tiro mi cabeza hacia la ventanilla. Veo cada vez más lejos las pequeñas luces como luciérnagas y sólo pienso en que así lucían la noche de año nuevo donde besé a Alessa por última vez. La cierro. No resisto esa sensación. Decido que quizá dormir sea lo mejor. Quito el libro que tomé de compañía en este viaje de mi regazo y es cuando descubro que ha sido una mala elección. No porque Robert L. Stevenson haya perdido su magia literaria conmigo, sino porque aún conservo el separador que me endulzó esta lectura en una ocasión. Es una fotografía en blanco y negro donde estamos ambos. Alessa está en mis brazos sonriendo con ojos vivos y yo me encuentro detrás de ella, abrazándola, completamente enamorado y feliz. Ambos tumbados en la cama, en esos días de sus tareas del colegio, mis pruebas por revisar y películas de nuestros actores favoritos. Me pierdo en esa imagen por un tiempo que no puedo calcular con exactitud cavilando sobre lo que Alessa solía decir acerca de su miedo a olvidar. Ahora lo entiendo. Sería imposible borrar su existencia, recordaré su nombre, su color favorito, sus manías, los momentos preciosos que compartimos; pero qué difícil es mantener el recuerdo exacto del sonido de su risa, el olor de su cabello, su voz en el tono de su humor, todos esos pequeños detalles que uno no suele valorar por la costumbre pero que como se añoran cuando no están más.

Il Mio Professore / Gianluca Ginoble (Il Volo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora