BOY TOY #3

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Día 1

La dama y el vagabundo.

Una película que al día de hoy me hace llorar.

Es que es tan tierna, tan hermosa, tan linda... Reina y Golfo son como el agua y el aceite, dos prototipos que nadie imaginaría un amor entre ellos, sin embargo resultan ser dos almas gemelas que ninguna otra película animada ha logrado igualar desde mi parecer.

Además de que esta película es mi favorita desde niña. Por este motivo resulta tan importante que Theo esté compartiendo este momento conmigo.

Los dos nos encontramos a oscuras en la habitación de su residencia, iluminados sólo por el brillo de mi ordenador portátil que muestra la secuencia en que ambos perritos logran deshacerme en lágrimas y ya es inevitable que Theo pueda no verme.

Estamos uno al lado del otro, boca abajo los dos y con la cabeza en la parte de los pies con la máquina apoyada en la madera plana al final de la cama.

Una vez que entramos en la última escena, caigo en la cuenta de que contengo tanto la respiración con tal de que no se note mi emoción pero ya estoy entregada a esto.

Este film es especial para mí y aún más poder compartirlo con él.

-Lo... Lo siento-murmuro conmovida apenas se aparecen los créditos en la pantalla-. Es que realmente es una película que me gusta, la solíamos ver con mis abuelos mientras mamá se pasaba las noches estudiando para tratar de sacarnos de la miseria. Pese a que no la teníamos fácil, siempre me identifiqué con la dama y creo que encontrar a mi vagabundo es precisamente... ¿Theo?-lo miro de reojo. Tiene la cabeza apoyada en la palma de una mano mientras uno de los codos se clava en la cama. ¿Qué le ocurre? O me ignora o bien, no reacciona-. Hey, ¿te sientes bien?

Lo toco.

Nada.

-¡Hey!-le digo y no se inmuta.

Me adelanto un poco para verle la cara y...

OH, POR FAVOR, NO TIENE QUE SER CIERTO.

EL MUY IDIOTA SE HA QUEDADO DORMIDO.

-¡¡¡THEO!!!-le suelto y lo empujo haciendo que la cabeza se le entierre en el colchón pero logrando que se despierte de golpe.

-¿Ah? ¿Qué? ¿Tra...Tracy?

-Estaba hablando contigo.

-Yo te... te estaba escuchando. Me parece...bien.

-¿Y qué te dije?

Se atraganta.

Espero a que tosa todo lo que necesita y pregunta:

-¿Que... qué me di... dijiste?

-Sí, Theodore. Te estaba hablando. Estábamos viendo una película muy importante para mí y tú te quedaste dormido.

-Pero Tracy, no puede ser que esa cosa te haya...

-¡¿«COSA»?!-le grito, con indignación.

«¡Estúpido lo que siento ahora, idiota!»

Me pongo de pie y me cruzo de brazos, mirando la ventana.

-Tracy, por favor-se sienta a orillas de la cama-. No fue a propósito, ¿por qué te enojas? Prometo que la veré completa... o desde el momento en que me quedé dormido.

-¿Y en qué escena fue eso? -Quizás no haya sido tanto lo que se perdió y todo es una confusión de mi parte.

Pero ante su respuesta, corroboro que no me equivoco: