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El trayecto dura más de media hora, a tal punto que empiezo a dormitar en el asiento de copiloto.

Apenas pierdo un poco la noción del tiempo, un sueño difuso amenaza con aparecer donde una niña se columpia, riendo a carcajadas sonoras mientras otro niño la empuja y ella le pide que la empuje más alto.

«¡Más alto! ¡Más alto!»

Ambos ríen.

Y el sonido se desvanece junto con una caricia de Theodore en mi mejilla.

-Llegamos a destino, princesa. ¿Tan rápido te agotas?

Miro alrededor y me encuentro con que hemos llegado a la nada misma. Frente al auto diviso un lago enorme, no se percibe una sola persona alrededor. El agua resplandece bajo las luces de las estrellas y la luna destella gracia en un cielo despejado. Es el paraíso mismo, de no ser que estamos en noviembre, en esta época hace frío sin embargo no es diciembre ni han comenzado las nevadas, aún.

-¿Dónde estamos?-le pregunto.

-Llevas cuatro meses viviendo en esta ciudad ¿y no conocer el Flawless lake?

-Esto...no-admito.

Él sonríe.

-Perfecto. Ser el primero es siempre un honor.

Ríe con picardía y sale del auto. Acto seguido busco mi chaqueta en el asiento trasero, cual siempre llevo en este auto por cuestión de precaución al frío (y repelezorras en caso de que alguna quiera meterse aquí).

Cuando me la coloco, salgo para encontrarme a Theo quien está de pie a orillas del lago, con su camisa salida del pantalón negro, despeinado y encendiendo un cigarro.

Agradezco a Dios que exista una figura como la suya, agradezco por el cielo despejado y la ausencia de contaminación lumínica en este sitio paradisíaco.

-Sigues fumando-señalo mientras me acerco.

Él expira humo cual se pierde en el aire.

-He tenido una vida de muchos vicios-me cuenta-y este es el único del cual jamás me he podido desprender del todo.

Eso es cierto.

No me molesta que no pueda dejar algo así después de otros antecedentes; hasta hace un par de años atrás, me hubiese repugnado besar a un chico que sepa a tabaco, no obstante el sabor no es para nada despreciable. Menos aún si la boca es de Theo.

-Ya es demasiado grande el esfuerzo que desempeñas-murmuro.

-Eso creo-murmura y vuelve a mí. El cuello desprendido de su camisa hace que un ojo del lobo en el tatuaje también me encuentre-. ¿Cómo demonios le haces para ser tan perfecta?



La mano de Theo se cierra en la mía para conducirnos a ambos hasta el auto.

Es ahora. Lo vamos a hacer, santo Cielo, vamos a hacerlo y aún no termino de creérmelo.

Las Tracys de mi interior se jalan los pelos entre ellas ante la emoción pero yo no logro distinguir ni qué es lo que siento en este instante... Además de un cosquilleo enorme en la entrepierna.

Son un montón de pensamientos los que se me cruzan por la cabeza cuales la preciada voz de mi conciencia se encarga por resolver:

Esto es un lugar público, ¿y si alguien nos encuentra?

¿Realmente te piensas que Theo es un perverso exhibicionista que te expondría frente a cualquier metiche? No lo creo, este sitio es evidente que lo tiene visto desde hace tiempo.

BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora