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Tracy

Las piernas de Charlie son asombrosas.

Los músculos endurecidos resaltan en su piel bronceada y hace de sus pantalones cortos un exceso de tela demasiado egoísta al no poder ser aún más cortos.

Lo bueno es que mientras se exaspera y golpea la bolsa de boxeo, por momentos puedo ver la terminación de un bóxer color azul marino que acapara toda mi atención.

-¿No crees?-me pregunta.

-¿Ah? ¿Qué? Disculpa, yo...

Él reprime una carcajada cargada de complicidad.

Me ha pillado mirándole, estoy segura. Bueno, me ha pillado otra vez.

Cualquiera diría que lo hago a propósito pero juro que nada de esto es premeditado.

-Entiendo-murmura arreglándose los guantes de boxeo-. Entiendo que esto te distraiga. A mí me pasaba lo mismo al comienzo.

-¿Ah, sí? -Algo me genera sospechas aunque no alcanzo a divisar muy bien de qué se tratan.

-Exacto. Es que esto es así... Te sacude, te agita, se te mete muy dentro hasta hacerte sufrir. Pero te termina gustando.

-Yo... Char...lie-trago saliva muy nerviosa por lo que me dice. Estoy sentada al borde de su cama y clavo las uñas en su cobertor dorado.

-El boxeo es así, Tracy.

-¿«El boxeo»?

Da un nuevo puñetazo a la bolsa de boxeo.

-Sí-aclara-, el boxeo es una pasión que empieza llamando tu atención-nuevo puñetazo-y cuando quieres acordar, ya es parte de ti. -Otro más.

-Claaaro-murmuro soltando una enorme cantidad de aire que venía conteniendo-. El boxeo te...te hace doler pero luego te termina gustando-mi tono va disminuyendo pero ya me siento un poco más calmada.

-Implica mucha exigencia física.

-Por supuesto-convengo sin la menor idea de qué demonios implica el boxeo. La única vez que quise tomar clases de esta disciplina falté.

Theo es quien para ese entonces, sería mi entrenador. Mis sentimientos hacia él eran tan persecutorios que no me sentía segura con la idea, terminé arrepintiéndome de inmediato aunque ahora creo que valió la pena no haber visto que un montón de chicas se estén babeando, mirando a su sexy entrenador de músculos esculturales y ojos grises.

-¿Y qué fue lo que te trajo de regreso?-me pregunta.

Mis pies están afirmados encima de mi valija que está en el suelo de forma horizontal. Cierro mis manos en mis rodillas y lo observo con timidez.

-Un amigo me necesita. O dos.

-¿Dos amigos?

-Ajá.

Pienso en Tachas y en Carl. No soy consciente de cuál de ellos aparece primero en mis pensamientos pero lo cierto es que mi motivo de venir es tanto uno como el otro.

-O tres-murmura.

-¿Tres?-repito algo confundida.

-Claro. Yo.

De pronto una luz de ALERTA se enciende en mi cabeza.

-Sí. Tú siempre eres de mis amigos predilectos-le suelto. Podría confesar que no estoy mintiendo precisamente.

-Después de todo, fuiste clara conmigo-se detiene y me mira fijamente antes de continuar-al dejar explicitado nuestro vínculo de «mejores amigos».

BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora