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Tracy

Richard me observa.

Su mirada dice mucho, abre incógnitas, me deja pensando pero a la vez no dice nada.

Y es ese vacío lo que llena mi interior de angustia.

«Habla» le ruego. «Habla para calmar las voces de mi cabeza.»

Mil ideas, mil suposiciones surgen dentro de mí, siendo una cual derriba a otra y aún así no es suficiente para ofrecerme algo de calma.

Finalmente se mueve, incorporándose de pie y me señala la puerta de casa.

-¿Salgamos un momento?

Asiento sin emitir sonido.

Sigo su paso hasta que estamos fuera y cierro la puerta a mis espaldas, atenta al interior de la casa para resguardarme si en algún momento mamá sale y busca dónde hemos ido a parar.

-¿Y bien?-insisto-. No queda mucho tiempo. Primero mamá posterga infinitamente la boda, luego muta su hostilidad a algo similar a la compasión-hecho que cabe aclarar, jamás imaginé en ella aunque estaría juzgando mal-, se olvidó de que vendría y esto me resulta de una extrañeza enorme.

Ella siempre me persiguió incansablemente.

Por lo general he sido una persona sumamente controladora de mis tareas, de los quehaceres, de guardar bajo candado cada aspecto de mi vida con tal de tenerlo bien cuidado. Que nada salga de modo inesperado.

Hasta que el tiempo me demostró lo diferentes que son las cosas pero eso sería entrar en otro tema...

El asunto es que mamá controlaba cada aspecto de aquello que concierne a mi existencia, al igual que yo llevando una cuenta obsesiva de todo lo que pudiera medir en mi rutina.

Inclusive en la comida.

Antes de Theo, era una persona que padecía mucho su cuerpo. Me dolía llevar esta forma, este ser.

Pero estar con él y saber que puedo ser atractiva para alguien (quien a su vez fue capaz de demostrar su deseo sin tapujos) me ayudó a dar mi primer paso en saber amarme a mí misma.

-No es sencillo...-murmura Richard y se pasa una mano por el rostro hasta el cabello.

Suspira observando al horizonte.

Parece ser que su cabeza busca palabras sin encontrar eso que ponga fin a lo que le atormenta.

O que nos atormenta.

Y que puedo deducir a partir de un incómodo nudo que se crea en mi garganta.

-¿Richard?

Él abre la boca y me mira, siendo sus ojos reflejados por la luz del sol.

Una gruesa capa de lágrimas brilla pero todo se ha oscurecido para ambos.

-Se...-musita con la voz ahogada-. Se trata de cáncer.

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#BOYTOYS  #MARATON #Día5

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BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora