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TRACY

Después de mi prometido, me toca brindar a mí pero prefiero saltar para no dejar escapar un nuevo llanto descontrolado. Ian sigue quien decide optar por brindar por su esposa, su hija Paris (en verdad hijastra aunque le dice hija y ella no tiene problemas en llamarle "pa" mientras que Henry es "papá"), por mi madre, por Richard, por mi, por Theo, por nuestro compromiso, nuestro devenir, por el frijol o la semilla (no deja de molestarme un poco que le llamen así a mi bebé pero entiendo que es a modo afectuoso) y por un futuro con trabajo, amor y salud.

Luego, Richard quien dice algo parecido y pone énfasis en que su brindis sea por poder tener la oportunidad de pasar una navidad más con el amor de su vida: mi madre.

Margot en su brindis enfatiza en su futuro nieto, en sus hijos, en la familia, en su llanto cual es más exasperante que el mío.

Mi madre resulta toda una sorpresa ya que al levantar su copa decide ser concisa:

—Quisiera que este brindis sea por tres claros motivos: por mi hija, por nosotros y por mi nieto. Que crezca sano, que crezca con amor y que tenga todo lo que un niño necesita para ser feliz. En lo personal, creo que mientras no le falte amor, lo demás llega en consecuencia.

Su voz se quiebra pero apenas en sus ojos permanece un brillo cristalino. Richard reposa una mano en su cintura.

A continuación, se da lugar a Paris a que brinde quien parece no entender mucho de qué va el asunto pero dice sin más:

—Bueno, por mi sobrinita—enfatiza la palabra y me mira con picardía—, o frijolito y...¡¡¡PORQUE YA SON LAS DOCE!!! ¡¡¡HAY QUE ABRIR LOS REGALOS!!!

Todos miran sus relojes al unísono y captan que en efecto son las doce de la noche y un minuto. Levantan sus copas en un colorido ¡Feliz Navidad!, entre abrazos, besos y palabras cargadas de afecto.

Mientras Paris se encarga de traer los regalos hasta la mesa, voy donde Theo luego de que me retengan los besos de Margot, de Richard, de Ian, incluso de mi madre. Él se muestra un poco reacio sin quitar sus ojos de mí, sosteniendo un gesto cargado de misterio.

Acto seguido cuando se dirigen a Paris para ver los regalos, Theo sale de la sala dejando su copa en un desayunador.

Margot se percata de esto y lo mira con preocupación. Luego a mí quien le contesto con el mismo gesto evidenciando que no sé qué le puede haber ocurrido.

Casi con su silenciosa autorización, salgo tras el rastro de Theo quien ha sacado su chaqueta de cuero sintético del perchero y salido hasta el patio delantero de la casa. Hago lo propio buscando mi abrigo cual me lo coloco con algo de torpeza hasta alcanzarlo y cierro la puerta a nuestras espaldas.

Busco a Theo quien se mete en el asiento de conductor mientras voy donde él a los gritos:

—¡Hey! ¡Theo! ¿Dónde vas?

No hay respuesta. Él acomoda el asiento de conductor hacia atrás y parece sacar algo de abajo.

—¿Qué haces?—insisto cargada de preocupación. Ha sido una noche de muchas emociones así que este tipo de reacciones no es algo que me resulte ajeno pero no por esto, significa en mí menos preocupante—. Ven, por favor. Hablemos. Quiero saber qué te puso así. Sé que lo afectuoso y los besos no van contigo pero todos nos hemos quedado...

Acto seguido él sale del auto con una caja envuelta en manos y me silencia con un sobrio y suave beso sobre mis labios.

.—Shhhh—sisea mientras se aparta y me pasa la caja envuelta. En cuanto lo tengo en manos, capto que no es en realidad una caja sino el inconfundible tacto de un libro envuelto lo cual me carga de ánimos y sorpresa—. Feliz Navidad, amor.

BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora