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Tracy

Mamá ya está bien. O mejor dicho...no tan mal.

Pero es cierto que podría estar peor.

Un médico de emergencias se encuentra dando su auxilio no sin la presencia de Richard. Ella tiene suerte de tenerlo, pronto se convertirá en su marido y si decide cancelar la boda, me encargaré de que se retracte. No se ha apartado de ella ni antes ni después de la enfermedad lo cual muestra su fidedigna confianza, en cambio cualquier otro hombre ya se hubiere alejado de ella o bien, no sería tan atento.

Cualquier otro hubiera hecho lo que su propia hija: abandonarla.

Quizá tenga mis propios problemas infinitamente menores a lo que a ella se le presenta. ¿Cuánto tiempo la estuvo pasando mal? ¿Por qué esperó tanto para hacerse un chequeo médico? Tampoco yo soy muy devota de los hospitales, recién la semana próxima debo volver para mi cita con la Doctora Greene quien me autorizará anticonceptivos. Lo extraño es que mamá prefirió no ir durante una buena cantidad de días, semanas que la estuvo pasando terrible.

Enfrascada en su trabajo, no pensó en su salud. Es lo más probable. Pero aún así su poca conexión con lo que siente, hizo de ella una madre en estado de automatismo andante.

Tengo pensado quedarme hasta el lunes próximo pero si su estado de salud empeora, alargaré la estadía. Pondré en riesgo mis exámenes finales pero no me importa. La conozco y sé que insistiría en que debo estar al día en lo académico; el amor y la preocupación por el otro no entra en sus prioridades.

Aún así no termino de comprender cómo es que yo no he sacado su forma de ser. He sido criada por su tutela, llevo su sangre, su apellido y aún así somos agua y aceite.

Me pregunto qué tan distinto hubiera sido si ella jamás hubiese escapado de Iconic.

O si mi padre se hubiese interesado en buscarme...



Después del almuerzo, entro en mi habitación presa de la preocupación. Theo no me ha atendido el teléfono. Está bien que su madre lo ama, que Paris moría por verlo y que el mundo es un lugar mejor si uno vuelve a sus raíces, pero no hay motivo suficiente como para apagar el bendito celular.

Decido subir a mi cuarto y meterme en la cama. Me cubro con mi frazada de gatitos estampados y por un instante, siento que el tiempo hubiese dado un giro sorprendente. Al pasado: otra vez estoy yo metida en mi cuarto, enojada con mi madre y con Theo, alerta al chat o las llamadas en la eterna espera de que este hombre me dé una señal de vida. Otra vez estoy con el corazón en la boca sin sacarme de mis pensamientos que quizá él me haya mentido, se haya ido a la Bad House o en busca de cualquier zorra que se encuentre distrayéndole.

Voy donde mi ventana y observo la de Charlie, en la casa de al lado. Ojalá él se apareciese de nuevo para saludarme o verle boxear mientras me derrito lentamente. Él faltó a su última pelea, muy importante ya que cobraría cierto dineral para nada despreciable; al menos cuando tu padre no es Henry Landon quien te regale autos bonitos o motocicletas caras con tal de ganarse tu cariño.

Tampoco está Neo para acosarme ni los libros en mi biblioteca, ni mis apuntes de estudios sobre el escritorio de color verde manzana al igual que la silla delante. Todo se ve tan vacío. Es como si nada hubiese cambiado pero basta con haber vivido aquí como para saber cuán equivocada estaba al principio: esta ya no es mi vida, no es mi casa. No soy más que una visita aquí.

De pronto mi móvil vibra y me espabilo de repente. Corro hasta la cama desde donde proviene la luz brillante de la pantalla y rezo por dentro con tal de obtener la respuesta que necesito.

BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora