▲ 218 ▼

41.7K 4.1K 576
                                    

Tracy

El mundo se ha detenido.

De pronto es como si toda mi vida se escurriese entre mis manos y el corazón se me partiera en dos, en tres, en mil millones de pedazos que se esparcen en el suelo y es imposible rearmarlo.

Una enorme cantidad de recuerdos pasan por mi cabeza.

Pensamientos alegres, otros tristes. Momentos en que me acercaba a mi madre para pedirle jugar con muñecas o peluches, sin embargo ella siempre estuvo tan enfrascada en sus estudios que más de una vez se me ocurrió romperle todos sus libros, sus cuadernos con tal de tener un mínimo de atención apenas...

Para estas ocasiones, la abuela resultó muy creativa con modos para enseñarme a jugar y hacer algo con mi niñez.

Con esos años que se pasaron tan rápidos, tan tristes y en soledad.

Sin una madre que se ocupe lo suficiente de su nena pequeña.

En cambio, tenía que compartir su atención con los momentos de tensión que implicaban las mesas de examen, con las noches enteras que se pasaba junto a sus infinitas tazas de café.

«Se esfuerza mucho para que puedas tener un buen pasar, cariño» me contaba la abuela e intentaba creerle con todas mis fuerzas. Es difícil hacer entender estas palabras a un chiquito que tiene que rivalizar nada menos que con los estudios prometedores de un futuro mejor.

Y debo aclarar, ella siempre se esforzó.

Se esforzó mucho.

Hasta se enamoró de su director de tesis, siendo absorbida completamente por su profesión.

-¿Tracy?-me pregunta Richard-. ¿Me oyes?

Está ahí de pie frente a mis ojos pero de pronto mi cabeza no es más que un intento de ubicarse en tiempo, en espacio.

Lo observo y sólo encuentro a ese director de tesis que representa la concreción de una atención que mi madre siempre desvió.

Pero hay momentos que atesoro.

Los días que se esforzó por enseñarme a andar en bicicleta, mis caídas, mis raspones de rodillas.

Su mirada cargada de calidez. Sus dedos quitando las lágrimas de mis mejillas henchidas. Su presencia que ahora amenaza con desaparecer.

Y al parecer este idiota de Richard quien no es capaz de guardarle un secreto, se presenta para romper el fino hilo del cual depende mi mundo.

-¿Es...grave?-le pregunto intentando mantener la cordura.

Él asiente.

-Está en una fase temprana-murmura-. Lo cual mejora el pronóstico pero debemos ser conscientes de que es una enfermedad de gravedad. No soy doctor pero al menos, eso entendí de la cita con el médico.

-¿Dónde...?

-¿Dónde qué?

-¿Dónde-lucho conmigo misma para que la voz salga lo mejor que pueda-, dónde está alojado el cáncer?

-En el cuello uterino. Aunque dicen que los vómitos son más reacciones psicosomáticas que síntomas de la patología.

Cierro los ojos.

Efectivamente él tiene razón.

No lleva lógica pensar que el cáncer no es una enfermedad de gravedad. Es intentar creer en Santa Claus o en poderes mágicos que harán de ti algo extraordinario capaz de curar una anomalía o salvar a las personas buenas...

¿Por qué?

¿Por qué Dios hace esto?

¿Por qué precisamente a las personas que no hacen ningún daño a nadie? A los más nobles, trabajadores. A las personas que quieren ser felices después de un embarazo infructuoso y de criar a su hija sin un padre.

Después de una existencia cargada de desgracias, de dolor, de noches desveladas.

-Vuelvo...luego-murmuro a Richard.

-¿Dónde irás?-me pregunta. Y ambos somos conscientes del tono autoritario en que se ha oído eso. Puede que se vaya a casar con mi madre pero jamás lo sentiré como un «padrastro»-. Digo...por si tu madre me pregunta.

Le sonrío y señalo en dirección a la casa de al lado.

Me armo de valor y probando el salado sabor de las lágrimas, presionando con fuerza los puños, me encamino hasta la casa de Charlie.

Donde toco el timbre reiteradas veces hasta que en pocos segundos se aparece él frente a mis ojos, consternado, asustado por mi gesto destruido.

-Charlie-musito con la voz quebrada y hundo mi nariz en su pecho-. Perdóname por regresar pero...llévame con Theo, por favor.

Mi vida está desecha.

«Por favor» le ruego presionando mis uñas contra las hebras de su suéter.

Finalmente lloro en su pecho como la niña que siempre necesitó a su madre.

Y que ahora la perderá en verdad.



El Ángel estuvo mucho tiempo en soledad antes de encontrarse con El Lobo...

__________________

#BOYTOYS #MARATON #Día6

__________________

BOY TOY #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora