Lo que había visto hace un momento me desgarraba por dentro. Me moría de rabia, no podía creer que me hubiese hecho eso, y encima con Ana, con la que tanto daño le hizo.
Aún la quiere, nunca te quiso.
Lloraba como una niña pequeña mientras iba en el taxi dirección al aeropuerto, el taxista me miraba en silencio. Miraba por la ventanilla mientras esa imagen de ellos besándose se creaba en mi mente una y otra vez. Todo lo que habíamos vivido era una mentira, él jamás se había olvidado de ella.
Lloro al recordar los momentos tan maravillosos que hemos pasado juntos en el último mes.
Me dolía demasiado verle de rodillas llorando y suplicándome piedad, pero no podía volver a pasar por lo mismo de nuevo, no quiero que me hagan daño otra vez.
Verle llorar me parte el alma.
Él móvil no paraba de vibrarme, todas las llamadas perdidas eran de él, y cuando lo tenía en la mano entró otra llamada. Decidí apagar el móvil.
Siento demasiado por él.
Esa actitud tan extraña venía a raíz de eso, era por ella.
Sentí una punzada al pensar eso. Me dolía demasiado lo que me había hecho. Sentí lo mismo cuando le vi con esas dos en Ibiza. El dolor me rasgaba el pecho.
Yo pensé que había cambiado.
-Señorita, tenga-El chófer me ofreció un pañuelo.
-Gracias-Dije cogiéndolo.
Al llegar al aeropuerto seguía cayendo la mundial en Manchester, las lágrimas se mezclaban con la lluvia. El taxista me ayudó a bajar la pequeña maleta.
-Señorita.
Le miré.
-Pase lo que le pase, no llore más, sea fuerte.
-Gracias.
Le pagué y entré dentro del aeropuerto. Había poca gente y algunos se me quedaban mirando ya que tenía la cara roja y las lágrimas aún caían por mis mejillas. Fui directa a la cabina de Iberia.
-Hola. El último vuelo que salga a Barcelona, por favor.
Se me quedó mirando, seguramente tendría una cara de espanto.
-Bien, el último sale dentro de una hora, ¿Quiere ese?
-Sí-Le di la tarjeta de crédito.
Hicimos todos los trámites y me dirigí dentro. Aún quedaba bastante para embarcar así que decidí comer algo, ya que de los nervios al venir no pude ni comer. Después de comer me senté y me puse los auriculares, en el reproductor sonó ''Lo que más'' de Shakira.
''Sabe Dios como me cuesta dejarte''
Se me hizo un nudo la garganta cuando escuché esa frase. Apoyé mis codos en las rodillas y puse mis manos en la frente, lloraba mirando al suelo.
Después de esa noche, pasaron algunos días, Anna y Cristina viajaron a Barcelona a toda prisa para verme. Ya les había contado lo que había pasado. Cuando llegaron a casa me vieron, mi cara era un cuadro.
Me pasaba las noches llorando, y apenas comía nada. En el trabajo intentaba ocultar lo que me pasaba, pero mi padre empezó a sospechar. No podía dejar de pensar en él.
Las chicas me consolaban mientras yo lloraba con todas mis fuerzas. Cristina y Anna me abrazaban con todas sus fuerzas mientras hacían un esfuerzo por no ponerse a llorar ellas también.