-Oh...Bastian...
Estaba encima de mí, yo tenía mis piernas rodeando su espalda, él tenía sus brazos a ambos lados de mí, y yo una de mis manos en su espalda y la otra en su cara. Rozaba sus labios con mis dedos y luego los besaba.
Apoyábamos nuestras frentes mientras gemíamos. Se movía a un ritmo perfectamente pausado mientras deslizaba sus labios por mi cuello y mi pecho.
-Te quiero...tanto Andrea-Dijo en un jadeo, después hundió la cara en mi cuello y dio un fuerte gemido.
Me miró, un mechón rubio caía por su frente. Lo besé y eché su precioso pelo rubio para atrás.
-Yo...ah...también cielo, mucho.
Apoyó la frente en la mía, cerró los ojos mientras fruncía el ceño y se mordía el labio inferior. Yo eché la cabeza hacia atrás mientras daba ligeros gemidos.
El éxtasis.
A media noche, me desperté con una sensación extraña que luego identificaría como náuseas, miré a Bastian, dormía boca arriba, tenía una mano en su pecho y el otro brazo estirado en mi almohada. Me dio una arcada, corrí al baño, cerré la puerta y expulsé todo lo que había en mi estómago.
No pasaron ni dos segundos cuando Bastian ya estaba detrás de mí cogiéndome el pelo. Me incorporé y bajé la tapa del wc. Me senté y jadeaba mientras veía como él me traía agua.
-¿Qué puede ser? ¿Te ha sentado algo mal?
-No lo sé...ha sido de repente.
-No será...ay, dios.
-No estoy embarazada, cariño.
-¿Estás segura?
-Sí, muy segura.
Me bebí el vaso de agua y luego me lavé los dientes. Me duché y luego me eché en la cama mientras él deslizaba sus dedos por mi abdomen.
-¿Mejor?
-Sí-Sonreí.
-¿Y si estás embarazada?
-No lo estoy, no te rayes más.
-No me importaría que lo estuvieses.
Sonreí y lo besé.
-En el fondo aunque me dé algo de miedo, me alegría porque sé que no me dejarías tirada.
-Claro que no, nunca, cielo.
Antes de volvernos a dormir me hizo una manzanilla, y aun así con mis súplicas hizo que me la tomase. Pensé que la echaría pero me sentó bastante bien. Me quité la camiseta y me acosté sobre su pecho mientras rodeaba su cuello con mis brazos. Él deslizaba una de sus manos por mi espalda.
-Buenas noches, cielo.
-Buenas noches rubiales-Le besé.
Por la mañana me desperté y me encontraba peor, ya no eran náuseas, sentía como fiebre y mal estar. Mucho malestar. Me senté en el bordillo de la cama, Basti aún dormía. Me levanté y fui a la cocina a beber agua. Me tomé la temperatura.
39,8.
Puf.
-Buenos días amor...-Dijo mi rubio de ojos verdes mientras se frotaba los ojos.
-Buenos días, cielo-Sonreí.
Me miró con atención y puso cara extraña.
-¿Estás bien? No tienes buena cara.