Yo que sé, me apetecía subir hoy.
Hoy era un gran día en Mánchester, nos preparábamos para el Mánchester - Liverpool. Después del breve parón de dos días volvimos con todas nuestras ganas a los entrenos para prepararnos para lo que se venía.
Tuvimos doble sesión de entreno además de ejercicios específicos todo el día, acabé muerto.
Después de ducharme y estabilizarme con mis compañeros hice unas cuantas llamadas para preparar algunas sorpresas que tenía para Andrea.
Se acercaba San Valentín.
No estamos juntos, y llevamos muchas chárlas ya, pero igualmente la quiero, y quiero celebrar este día con ella.
-¿111 rosas rojas?
-Sí, en jarrones, y las ponéis en todos lados.
-Pero los jarrones son un plus, sube más el precio.
-Yo quiero que lo haga y punto, el dinero no es un problema.
-Vale, ahora, la nota ya la hemos leído, ¿Algo más?
-Sí, un ramo a parte de rosas blancas.
-De acuerdo, para la hora programada, el ramo se lo da usted en persona, ¿No?
-Exacto.
-Pues ya está, así acordamos, muchas gracias.
-A vosotros.
Colgué.
Me levanté sonriente pensando en mi plan y lo mucho que le iba a gustar. Guardé mis cosas en la bolsa de aseo y me dirigí arriba para verla. Ella estaba concentrada con sus cosas mientras escribía en el ordenador.
Toqué la puerta y me dio paso. Al verme sonrió y se quitó las gafas.
-Dios es casi de noche ya, ni me había dado cuenta.
Me reí y ella se levantó para saludarme. Me besó la mejilla.
-Hola.-Murmuró sonriendo.
-Hola, preciosa.
Se sentó en la mesa y se estiró mientras se quitaba las gafas.
-¿Te queda mucho cielo?
-Estaba adelantando, me gusta darme las palizas. Además debo parar porque tengo que ir a comprar y me lo van a cerrar todo.
-¿Te puedo acompañar?
-Claro.-Sonrió y me tocó la cara.
Me derrito.
Esperé a que terminara sus cosas y nos marchamos al súper a comprar. Después la llevé a casa y me invitó a cenar mientras metíamos las cosas.
Días siguientes llegó el partido esperado y yo estaba que no cabía de los nervios. Después de la intensa concentración nos dirigimos al estadio. Llegamos allí y nos empezamos a preparar para lo que se venía.
Yo no salía de titular y eso me sentó como una patada en los huevos, pero igualmente esperaba salir en la segunda parte y dar todo de mi para que Mourinho no dude ni un solo momento de mi.
Los titulares salieron con el himno de fondo y los demás nos sentamos en el banquillo a ver como nuestros jugadores.
Los dos equipos jugaban a su juego como mejor sabían, y mis compañeros presionaban para intentar frenarles en la posesión. El Liverpool se iba mucho al contraataque cuando pillaba a todo nuestro equipo en el área pequeña, y a veces eso ponía en apuros a De Gea, pero nada de lo que preocuparse.