Narra Andrea:
Después de decidir que empezaría una nueva vida en Mánchester les comuniqué la noticia a mis amigos, en concreto a los que vivían en Barcelona. Su reacción fue hacerme una cena de despedida en la que bebimos, comimos, hablabamos, y recordamos algunos momentos haciendo que llorasemos un poco. Luego nos despedimos con un gran abrazo.
Los días siguientes se basaron en hacer papeleos, embalar cajas y escuchar a Bastian al otro lado del teléfono mientras me decía lo emocionado que estaba.
Justo el día antes de irme me despedí de mi familia y de mis compañeros de trabajo. No pude evitar ponerme a llorar mientras les abrazaba a todos.
Voy a echar de menos todo esto.
Bastian sabía que me iría a Mánchester pero no sabía que seguramente acabaría trabajando en Old Trafford, quería que se llevase la sorpresa así que le evadí diciéndole que seguramente haría de traductora en alguna editorial.
En cuanto a las heridas ya estaba bien. Tenía alguna que otra marca pero el dolor y las pesadillas desaparecieron debido al apoyo y a lo distraída que he estado estos días.
-Ufff, estoy muerta. Los nervios no me han dejado ni dormir-Me eché en el gran sofá.
-Pues a desvestirte y a ducharte, va. Luego nos echamos en la cama a dormir un rato, cariño.
-Me da pereza...-Hice un puchero.
Vino y me cogió en brazos. Yo me reí y apoyé la cabeza en su pecho. Allí nos desvestimos y os dimos una ducha para luego caer rendidos en el sofá.
-Te va a gustar el piso, cari.
Delizaba su mano por mi espalda.
-¿Si? Eso espero, tengo ganas de verlo-Me reí.
-¿Tus cosas ya estarán allí no?
-Se supone que sí, y el coche llega el viernes.
-Coge uno de los míos mientras.
-Quién te dirá que no...
Nos reímos. Él se acercó y me besó.
-Te quiero, gordi, y estoy muy feliz de estar aquí.
-Yo más, peque y lo mismo digo-Sacó su preciosa sonrisa.
Narra Bastian:
Después de hacer que Andrea descansase del viaje, a la mañana siguiente nos dirigimos al piso que se había comprado, estaba ubicado en mi barrio y estaba a 10 minutos de mi casa en coche y a 20 andando. Le di las llaves y entramos, en el suelo había varias cajas, maletas, muebles...
-Vaya, si lo sé que me lo iban a dejar todo de cualquier forma no les pago.
-Yo te ayudaré a ordenarlo, cariño.
Dejé pasar a Andrea primero y recorrimos el piso para que ella lo viera. Le encantó.
-Es genial, tenías razón, es un poquitín más grande que el mío de Barcelona.
-¿Puedo...hacerte una pregunta?-La miré.
-Claro, dime.
-¿Cuánto te costó el piso?
-93.000£.
Me mandé las manos a la cara.
-¿Te has metido en una hipoteca?
-Sí.
-Yo te mato Andrea.
-¿Bastian...?
-¿Vas a poder pagarlo?
-Claro que sí, si no pudiese no me habría metido en semejante deuda.
-Pero...
-No todos cobramos millones como tú pero cobramos lo suficiente como pagar las cosas.
-Yo...o sea, si alguna vez no puedes me lo dices.
-No necesito tu dinero.
Se había enfadado.
-No te enfades cariño, por favor.
-Sí me enfado, la deuda es mía y me la como yo. No necesito ayuda, es mi problema.
-Lo siento, es que no quiero que te agobies ni nada de eso...
Me tocó la cara.
-Tranquilidad, ¿Vale?
-¿Me quieres?
-Sí, tonto-Sonrió.
La abracé, ella rodeó mi cuello con sus brazos. Después pusimos las cajas en orden e hicimos revisión de las cosas que faltaban e investigamos un poco el piso.
-Esta habitación va a ser el despacho, me encanta el ventanal, entra mucha luz y cuando llueve, como ahora, se ve precioso.
Iba de un lado a otro dando órdenes. Yo ponía los muebles en el sitio donde los quería montar .
-Me pones cuando das órdenes.
Se giró a mirarme.
-Pon eso ahí, ya-Arqueó una ceja.
Puta madre.
Estoy enfermo.
Se acercó a mi y me agarró de la cara, seguidamente me besó y sentí su lengua además de mi empalme inmediato.
-Vamos a dejar esto aquí y luego volvemos, que me estoy agobiando con tanta caja-Se rio.
-Está bien-Sonreí-¿Qué quieres hacer?
-Mmmm...podríamos ir al cc, no sé...
-Perfecto-Sonreí.
Entre risas la llevé a uno de los mejores centros comerciales de Mánchester. Íbamos por los grandes pasillos tonteando mientras yo la abrazaba por la cintura y mientras nos dábamos algún que otro beso.
Andrea enloqueció cuando vio varias tiendas suyas favoritas, eso hizo que se comprara algunas cosas. Yo la miraba embelesado cuando salía del probador y me preguntaba que cómo le quedaba la prenda que se había puesto.
-Todo te queda genial, mi vida.
-¿Tu crees?
-Sí, cielo.
Me cogió de la solapas de la camisa y me metió dentro del probador.
-¿Me bajas la cremallera?-Se mordió el labio y me miró con cierta maldad en sus ojos.
Obedecí y se la bajé, no pude evitar hacerlo lentamente para poder contemplar su espalda y su trasero. Luego retiré el vestido y se quedó en esa lencería que tan burro me ponía.
-¿Quieres que te quite algo más?-Sonreí malicioso.
-Por ahora no, cariño...-Sonrió.
Nos besamos e hice un intento muy grande por controlarme.
Cómo quiero a esta mujer, dios.