Anécdota de @sadflowerxx
Erase un día en el cual salí a comer a un restaurante con mi familia. Tengo que admitir que mi celular siempre está cerca de mí... en pocas palabras: no puedo vivir sin él.
Volviendo al tema del restaurante: ya habíamos pedido la orden y estábamos en la mesa, todos sentados esperando la comida. De pronto me dieron de ganas de ir al baño, así que me levanté y llevé el celular conmigo. Por cierto, la mesa en la que mi familia y yo nos sentábamos no estaba muy lejos del baño.
Hice lo que tenía que hacer en los sanitarios y cuando salí, me fui con la vista fija en el celular, de modo que no me di cuenta a dónde caminaba. Cuando creí haber llegado a mi mesa, sin haber echado un solo vistazo fuera de la pantalla, saqué la silla y me senté; acto seguido... cogí el tenedor y di un bocado aún hipnotizada por el celular. Entonces me di cuenta que ésa no era la comida que había pedido...
En esta ocasión SÍ miré al frente para avisarle a mi papá sobre el error en la comida y... SANTA MADRE. Había tres personas desconocidas delante de mí.
Entré en shock, con la cabeza en la galaxia queriendo que se abriera la tierra y me tragase.
Mi familia estaba detrás, muriéndose de la risa. Mientras que las personas de la mesa a la que había llegado se limitaban a mirarme extraño. Y lo que más me molestó fue que esas personas no me pudieron avisar que ése no era mi lugar, o incluso mi familia.
Menos mal que aceptaron mis disculpas.
Luego pude comer mi platillo normal, y no es de dudar que salí con mucha vergüenza del restaurante. Desde ese día ya no voy a comer, ni a dormir, ni al baño con el celular.
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Anecdotario Público
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