Anécdota de @AyatoGolden
Un día (noche, para ser más específicos), estaba yo en mi habitación haciendo mis cosas, lo normal. Todo marchaba bien hasta que un grito de película de terror me sacó de mi aura de confort. Era mi hermano. Primero lo ignoré esperando que mi mamá se ocupara de él... pero eso no pasó.
Al parecer había salido, porque mi hermano seguía gritando y llamándome. ¡Cielos, parecía que lo estaban matando! ¿Qué le estaba pasando?
Fue entonces cuando decidí salir de mi habitación a averiguar. Estaba en la cocina; en cuanto me vio, corrió hacia mí y dijo:
—¡Mátala!
Una cucaracha, otra vez. Vamos, que tener doce años ya es edad suficiente como para lidiar con esos insectos; no era necesario invocarme para esto. No servía de nada decirle que él mismo la matara, como hermano mayor yo debía hacerlo.
La verdad era una hermosísima cucaracha, enorme, que estaba en la mesa ¡cerca del café! ¡Eso no podía permitirlo! Así que con una chancla en mano me aproximé a ella lenta y silenciosamente mientras mi hermano me seguía a un paso de distancia por detrás. Todo listo; había hecho mis cálculos: levanté el arma letal y la lancé.
Olvidé mencionar que tengo pésima puntería, ¿verdad?
No hubiera sido tan terrible si no fuera por un pequeño pero aterrador detalle...
Voló.
Literalmente, la maldita salió disparada volando como loca por toda la cocina y ¿adivinen a quién perseguía? ¡A mí! ¡En serio, me estaba dando caza! Como ya habrán imaginado, mi hermano no dudó en salir corriendo al instante. ¡Traidor!
Ahí estaba yo, huyendo de la cuchara brincando con un solo pie. Admito que pegué un grito de soprano que ni lo creerías. No sabía que las cucarachas vuelan. Bueno, ahora lo sé. Y fue horrible.
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Anecdotario Público
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