Anécdota de @hkjosefinaxx
Resulta que un amigo estaba enamorado de una chica —que también es mi amiga—, pero nadie más que yo tenía conocimiento de ello. Así que se armó de valor y me pidió que le ayudase a decírselo; él, como ser detallista y romántico que es, planeo qué le diría, cómo se lo diría e incluso cómo vestiría.
El plan era el siguiente: coincidiríamos en algún sitio y cuando ella pasara cerca de mí, yo la empujaría de modo que cayera hacia atrás. Él la atraparía como príncipe a su princesa y le confesaría el amor que le profesaba. Toda una película ahí.
El caso es que el día del plan me las ingenié para que mi amiga se cayese hacia atrás sin ser demasiado brusca. Lo importante es que lo logré. Pero yo creo que mi amigo supuso que ella pesaba lo que una pluma u olvidó que la gente, en general, pesa lo suyo...
Mi amiga se le cayó.
Se pegó en la nuca con el filo de una mesa y tuvimos que llevarla a la enfermería. Ni siquiera se sostenía de pie por sí sola. Y a mí amigo de ilusionado romántico ya no le quedaba nada. Existen las misiones fallidas, y existe lo que sucedió aquel día.
Sin embargo, ¡le confesó su amor en la enfermería!, entre carteles del cuerpo humano y camillas azuladas.
Chicos, si leen esta anécdota, quiero decirles que lamento haberme reído tanto ese día.
ESTÁS LEYENDO
Anecdotario Público
RandomEntre para más información o llame al número que aparece en pantalla. Si marca ya, ¡se llevará totalmente gratis un segundo Anecdotario Público! ¿Qué espera? ¡Levante ese teléfono y ordene el suyo! Válido hasta agotar existencias.