Anecdotario Público

Anécdota 2

Anécdota de @winter_Bel

Un día muy lindo de verano, hace algunos ayeres, fui a una piscinada con mi prima. Yo estaba muy emocionada con mi traje de baño de dos piezas jugando con un amigo que había conocido unas semanas antes gracias a mi prima, que es menor que yo.

La cosa es que nos lanzaríamos por el tobogán de trenecito; yo frente a él, todo iba perfecto. Pero al caer yo me fui hasta el fondo y él cayó prácticamente encima de mí. Al sacar mi cabeza a la superficie, sentí algo extraño, así que volteé hacia abajo y vi que el calzón se me había bajado...

Más roja que un tomate, subí la prenda como Flash. Después giré el cuello estilo exorcista hacia mi amigo; él estaba de pie en silencio, mirando hacia abajo. De repente estalló en carcajadas y yo me fui nadando sin saber dónde meter la cabeza.

—¡Perdón! —me gritó.

Sí, claro, no pasó nada...

Si piensas que ahí termina la cosa, estás equivocada. Esa fiesta era en un campestre con palapas y había unos amables señores preparando tacos para la fiesta, de modo que hice fila. Cuando me los dieron y giré para irme, mi amigo estaba detrás, pero no cruzamos palabras. Llené mis tacos de guacamole y me fui rápido como niña con diarrea en la calle.

Con mi huida descuidé que no llevaba sandalias y el piso estaba muy resbaloso. Ya podrán imaginarse lo que sucedió: salí volando con todo y tacos.

¡Pero nadie se dio cuenta! Estaba ahí tirada, ni siquiera mi hermana estando a lado de mí se percató. O eso creía yo, pues al levantarme mi amigo me estaba observando... Con la poca dignidad que me quedaba, me fui a la mesa. Al llegar noté que mi pie estaba sangrando debido a un corte. Me ayudaron cuando comencé a llorar.

Me quedé sentada después de eso, tragando pastel y chucherías. Terminé sin dignidad y con el pie rajado, pero lo que más me dolió... fueron mis tacos.