Anécdota de @Luciacl_04
Veamos, yo después de salir del instituto siempre suelo llegar a casa antes que mi madre, y ese día no fue la excepción, es más, llegué media hora antes.
Cuando terminé de comer escuché que timbraban en la puerta, y mi pequeña mente planeó hacer una broma. Fui corriendo a la habitación de mis padres y me escondí detrás de la cama; estaba ahí tumbada en el suelo riéndome entre dientes, pensando "Oh, Dios; que susto se va a pegar".
Sí, claro...
Oí que mi mamá preguntaba a mi hermana dónde estaba yo, a lo que ella, siguiéndome la broma, dijo que todavía no había llegado. En ese momento desvié la mirada al suelo y me topé con varias cosas: una zapatilla, medias y pelusas. Pero lo que llamó mi atención fue ese plástico que parecía un guante de esos para médicos. Iba a alargar el brazo para cogerlo hasta que mis ojos se detuvieron en un plástico abierto de color morado que ponía "Durex"
Inmediatamente retiré la mano y comprendí que aquéllo no era un guante. Sí, señores, era un puto condón. Y esto no me pasó con cinco o siete años, sino ayer. Tengo trece.
Me levanté y salí de la habitación asqueada; cuando mi madre me vio me preguntó dónde estaba.
—En el baño —respondí a duras penas.
¿Sabéis lo peor? Que había dos condones.
La lección de hoy es que por algo decían que debajo de la cama estaba el coco. ¡Para que no descubriéramos su vertedero de condones! Nunca, pero nunca, niños, se escondan debajo de la cama.
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Anecdotario Público
RandomEntre para más información o llame al número que aparece en pantalla. Si marca ya, ¡se llevará totalmente gratis un segundo Anecdotario Público! ¿Qué espera? ¡Levante ese teléfono y ordene el suyo! Válido hasta agotar existencias.