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Válido hasta agotar existencias.
El año pasado estaba en el supermercado con mi hermana. Acostumbramos a caminar de la mano pues ella es muy celosa y no le gusta que "me miren las chicas".
Resulta que nos separamos. Ella se fue por el pasillo de lácteos y yo, por el pan. De repente volví a sentir su presencia junto a mí y le tomé la mano. Pero su mano era un tanto diferente... digamos que se sentía áspera y con algunos vellos.
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Cuando volteé me di cuenta que había agarrado a un desconocido.
Me quería deshacer de vergüenza, así que le solté la mano de inmediato y le pedí disculpas.
—Cuando quieras, guapo —me respondió con una sonrisa.
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Él se alejó justo cuando mi hermana se acercó. Yo estaba hecho una piedra en mi lugar. Ella se carcajeó cual morsa cuando le conté lo que acababa de suceder. Lo peor de todo es que repitió la historia para sí misma entre risas y el tipo al que le había tomado la mano estaba en la fila del frente mirándome fijamente.
