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¿Qué espera? ¡Levante ese teléfono y ordene el suyo!
Válido hasta agotar existencias.
Desde muy pequeña se me ha hecho complicado juntarme con chicas, así que terminaba por irme al bando de los chicos, algunos mayores o menores que yo.
Todo era normal, hasta que un día uno de ellos dijo:
—Ayer me follé a mi vecina.
Cabe decir que yo tan solo tenía once años, y él llegaría a los catorce quizás.
—¿Qué es follar? —pregunté seria.
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Ellos cruzaron miradas.
—Ah... es como trabajar —explicó uno.
Días después estaba en la escuela, cuando la maestra dijo que haríamos un proyecto en parejas. Y yo, como cualquier niña hubiera hecho con una nueva palabra en su vocabulario, decidí hacer uso de ella.
—¡Louis! ¿Quieres follar conmigo? —exclamé.
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El alboroto del salón se apagó de repente. Todos los ojitos se posaron en mí.
Me suspendieron, y mis dos amigos al enterarse no hicieron nada más que reírse de mí y mi inocencia. ¿Saben cuál fue mi reacción al enterarme qué era follar realmente?
