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2002

Cada paso que daba, estaba marcado por solo tres cosas ; furia, traicción, y dolor.

No podía creerlo. No podía creer que, después de todo, sus hermanos hubieran vuelto a traiccionarle.

Elijah lo seguía a paso rápido, de cerca, mientras lo llamaba.
Pero él no podía ni quería escucharle.

De los tres que aún quedaban con vida, ella era la que más había estado en su contra.

Porque sí, había tenido diferencias con todos ellos, y para ser justos, la mayoría de las veces por su culpa.

Pero aún seguía en contacto con Kol, y por alguna razón el mayor de los Mikaelson nunca le daba la espalda. Klaus sospechaba que, en el fondo, Elijah tenía la esperanza que la parte de él que era buena (porque aunque muy oculta, la tenía) saliera a la luz y gobernara sobre su oscuridad.

- ¡ Niklaus ! - demandó agarrándole del brazo con fuerza.

El susodicho giró la cabeza a un lado para mirarle.

- Apártate, Elijah. No te cruces en mi camino - le advirtió conteniendo su ira, y soltándose de un tirón.

El Original, como siempre, lo ignoró, y siguió insistiendo.

- No te lo tomes como una traicción, hermano.

Klaus se detuvo bruscamente, apretando los puños hasta casi hacerse sangre.

- ¿¡ Y qué es lo que es, Elijah ?! Le avisé, le dije que si se volvía a acercar a él lo mataría. Y ella ha estado viéndolo durante todo un mes a mis espaldas.Y tú has estado encubriéndola - espetó enfadado.

- Niklaus... - suspiró pasándose las manos por la cabeza - Rebekah nunca dejará de amar a Marcel. Y esta historia se repetirá una y otra vez a lo largo de los siglos.

- Entonces cumpliré mi promesa. Si él muere ya no habrá segundas partes, ¿ no ?

Elijah lo miró fijamente. A veces realmente le costaba seguir a su lado, seguir viéndole como su hermano. Desde luego, el híbrido no se lo ponía nada fácil.

- ¿ Por qué no lo dejas estar, Niklaus ? ¿ Por qué te resulta tan difícil aceptar que seamos felices con otra persona ?

Esta vez, el menor de los Mikaelson sabía que no se estaban refiriendo precisamente a Rebekah y Marcellus.

Esta vez, Elijah estaba preguntando por él mismo, y por aquella bruja, Celeste. Aunque ambos habían tenido sentimientos hacia Tatia y Katerina Petrova, aquello había sido más bien una competición entre ambos. Celeste era la única persona a la que su hermano verdaderamente había amado... y como siempre había terminado con una daga en el corazón.

A Klaus le dolió verlo así. Elijah no era solo su hermano. Era el padre y el amigo que nunca había tenido.

<< ¿ Por qué, Niklaus ? ¿ Por qué lo haces ? >> se preguntó a sí mismo.
Pero no halló la respuesta. O no quiso hallarla.

Así que reanudó su marcha, sin contestar.

Iba distraído, pensando en su venganza, así que no vió el pequeño cuerpo que chocó contra él y cayó al suelo.

Confundido, miró hacia abajo para ver a una niña de unos cinco o seis años levantándose,  sacudiéndose la parte baja de su vestido.

Y Niklaus Mikaelson se arrodilló ante la pequeña humana.

- ¿ Estás bien, amor ? - preguntó con dulzura, sorprendiéndose incluso a si mismo.

Elijah sonrió levemente. Tenía razón. El hermano con el que jugaba de pequeño y que tenía miedo de la oscuridad no había desaparecido. Aún seguía allí dentro, en alguna parte.

La niña asintió lentamente, y sonriente miró a los dos vampiros, de uno a otro, haciendo que sus rizos castaños golpearan con suavidad sus mejillas.

- ¿ Dónde están tus padres ? - preguntó Niklaus mirando a su alrededor. Era extraño que nadie hubiera venido ya - No deberías de estar sola.

La niña rió y le cogió de la mano para darle un pequeño apretón.

- No me da miedo quedarme sola por un momento. Sé que papá y mamá están ahí, en alguna parte, y aunque no pueda verles, ellos están conmigo. Nunca estaré sola- contestó tranquilamente con una adorable sonrisa.

Los dos se quedaron boquiabiertos. Esas no eran palabras propias de una niña de cinco años.

Pero le dieron a Niklaus mucho en lo que pensar. Y entonces lo supo. Supo porqué siempre se inclinaba a acabar con la felicidad de su familia ; temía quedarse solo. Era algo que le aterrorizaba. ¿ Iban sus hermanos a seguir junto a él y junto a sus enemigos si encontraban a alguien que los hicieran felices ? ¿ Qué los hiciera... humanos ? No, definitivamente no.

El híbrido miró una última vez a la pequeña antes de desaparecer. Tenía muchos pensamientos que reordenar en su cabeza.

La pequeña vió cómo se alejaba, y se giró para mirar al hermano mayor. Era evidente que estaba preocupado.

- Tranquilo- sonrió acariciando su mano - Todo saldrá bien. Ella estará bien.

Elijah bajó la mirada hacia la niña. Sin duda, no podía ser una humana normal.
¿ Cómo podía saber algo de lo que estaba pasando ? No parecía decirlo por decir. ¿ Y el "Ella estará bien" ? Sin duda, se refería a Rebekah.

- ¿ Cómo estás tan segura ? - le preguntó con curiosidad, acuclillándose frente a ella.

La pequeña abrió la boca para responder, pero se vió interrumpida por una mujer que corría gritando su nombre hacia ella.

- ¡ Áurea !

Elijah se incorporó, enderezándose, y observó como la joven (porque no debería de tener más de unos veintitrés años) la regañaba después de abrazarla.

La niña suspiró molesta, y le mandó una mirada al Original de "sácame de aquí" que le hizo reír.

Solo entonces la mujer se dió cuenta de su presencia.

- Vaya, disculpe. Siento si mi hija le ha molestado - se excusó algo sonrojada.

- Ha sido más entretenido de lo que pensaba - respondió amablemente, mirándola.

A Áurea se le agrandó la sonrisa con sus palabras, e incluso sus ojos parecieron adquirir un brillo especial.

- Venga cielo, hay que irse. Papá debe de estar buscándote - le apremió su madre, cogiéndola de la mano, y tirando de ella para echar a andar.

Elijah se quedó observando cómo las dos se alejaban calle abajo, adentrándose en el barrio francés.

La pequeña se dió la vuelta, sin soltarse de su madre, y le dijo adiós al vampiro con un gesto de la mano. Elijah la imitó, divertido.

Áurea tropezó, y si no hubiera sido porque su madre tiró de su brazo hacia arriba, hubiera acabado en el suelo. Estaba distraída.

Elijah pudo escuchar desde donde estaba, gracias a sus sentidos agudizados, como la niña soltaba una risita por su torpeza, y seguía con su camino.

La pareja giró la esquina.
Y el mayor de los Mikaelson se dió cuenta de algo ; quería volver a verla.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora