23

776 83 0
                                    


Un nuevo día empezaba, un nuevo día en el que no podía quitárselo de la cabeza.

- Áurea, ¿ me estás escuchando ?

Casi podía imaginárselo, y si tuviera cualidades artísticas, estaba segura de que podría retratarlo a la perfección. Su sonrisa, la calidez que transmitían sus ojos, la forma en la que la parte delantera de su cabello se encrespaba hacia arriba... conocía cada detalle de él.

Ya habían pasado dos días desde que se vieron, y a pesar de que habían hablado de repetir la cita, no había tenido contacto con él desde entonces.

Se decía a sí misma que quizás no hubiera tenido tiempo de pasarse por la tienda, y por eso no había podido decirle nada, ya que no le había dado su número.

- ¿ Áurea ? Deja de ignorarme.

Sin embargo, la cruda realidad podía ser que su sugerencia solo fuera un gesto amable y que quizás esa había sido toda la historia.

El solo hecho de pensar que cabía la posibilidad de que nunca más volvería a verle... ya había pasado por eso antes, y no estaba dispuesta a volver a hacerlo.

- ¡ Áurea ! - esta vez, Carol acompañó sus gritos con un vaso de agua que finalmente hizo reaccionar a su hermana menor.

- ¡¿ Pero qué te pasa !? - chilló ella calada hasta arriba, separándose la camiseta mojada del cuerpo - ¿¡ no podías simplemente tocarme el hombro ?!

- Lo hice - se excusó, justificándose - pero seguías sin hacerme caso. Me mirabas, y al rato ya estabas dejando de prestarme atención. ¿ En qué piensas que te tiene tan distraída ? ¿ No será el chico con el que has quedado una sola vez ?

- Lo he visto más de una vez- masculló Áurea molesta, levantándose de la cocina y arrastrando los pies hacia su cuarto, dejando un rastro de agua por el camino - Y la próxima vez dame una cachetada, seguro que eso funciona.

Y cerró la puerta de su dormitorio de un portazo.

Carol alzó los ojos al cielo, y se encogió de hombros resignada.

No podía quedarse a meditar sobre la actitud de su hermana, tenía... cosas más importantes que hacer.

Áurea escuchó la entrada de la puerta cerrarse, y ni siquiera se preocupó en preguntarle a su hermana por Whatsapp a dónde iba.

Se puso ropa seca, aún farfullando, y durante los próximos minutos no hizo más que quedarse tumbada en la cama, descansando.

Hasta que sonó la alarma que indicaba que era hora de ir a trabajar.

Era lunes, y su penúltimo día en Historias Interminables.

El miércoles era la presentación de la universidad.

Le tomó diez minutos llegar hasta la tienda.

Ya preparado tras el mostrador, estaba Hansel.

- Buenas tardes - saludó de forma cansina situándose junto a él.

- Alguien no está de humor - canturreó su compañero, sin mirarla directamente.

- Bingo, ¿ cómo lo has notado ?- pregunto sarcásticamente, dejando su bolso a un lado y atándose el pelo en una coleta alta para que no le molestara.

- El matiz de tu voz se ha oscurecido mientras hablabas- la imitó en tono burlón.

- No te rías de los enfermos - protestó ella golpeándolo suavemente en el hombro.

- Ya quisiera yo tener la sinestesia - suspiró él - es como tener superpoderes.

- Llamando a Gretel al planeta tierra - bromeó Áurea con voz robótica, chasqueando los dedos delante de él.

- Graciosa - contestó sacándole la lengua.

- Tú igual.

- Anda, será mejor que te pongas a ello. Hoy tenemos muucho que hacer.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora